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Casi antes de que Tadej Pogacar abra la boca para pedir algo, Joseba Elguezabal ya se lo ofrece. El masajista de Gatika es como su sombra durante una carrera como el Tour. Cuida sus músculos, acuna su moral y disipa cualquier atisbo de duda o ... tensión. Cuando Tadej lo necesita, siempre está ahí Joseba. Un masaje, una sonrisa, una charla... Conoce por dentro al ganador del Tour. Pogacar no es supersticioso, pero ha querido llevar el mismo maillot amarillo desde que se colocó como líder en la octava etapa. «Se lo he lavado y secado cada tarde, y por la mañana se lo ponía en su asiento del autobús. Tuve que cambiarle el dorsal porque se había desgastado de tanto trote», cuenta el auxiliar de Gatika.
Lleva con Pogacar desde que el joven esloveno llegó, en 2019, al equipo UAE. Ha sido testigo privilegiado de su irrupción meteórica en la élite mundial. En un plisplás ya es el número uno. Y no le pesan los galones. «No he notado que le afecte la presión. Le gusta. Pero no habla de ello ni le quita el sueño. Tiene una fuerza mental que le sitúa a otro nivel. Eso marca la diferencia. Convierte la presión en vatios, en rendimiento», señala Elguezabal.
El ciclista esloveno salvó las caídas de la primera semana que tumbaron, entre otros, a Roglic. «Tadej es valiente. No se arruga. Es superhabilidoso, maneja muy bien la bici, tiene mucho arte. No necesita un equipo que le arrope en los últimos kilómetros. Es más, va más a gusto metiéndose solo por todos lados. Ve muy bien la carrera. Otros necesitan ir más protegidos. Él se siente tranquilo también cuando está solo», apunta Joseba.
Pogacar, con sólo 22 años, gestionó a la perfección sus fuerzas. Inició el Tour en plenitud, pero no luchó por el liderato al principio, en el Muro de Bretaña, «porque coger el maillot amarillo tan pronto hubiera supuesto un desgaste terrible para el equipo». «Ha corrido -añade Joseba- pensado en París. En los Alpes se sintió fuerte y vio sólido al equipo. Ahí cogió el liderato porque pensaba que el equipo podía aguantar hasta el final».
Tuvo un momento de apuro bajo el sol y sobre las rampas del Mont Ventoux. «Tadej va de cine con frío y lluvia. Se vio en el Ventoux, cuando hizo calor, que no estuvo al cien por cien y Vingegaard tuvo el día de su vida. Aun así, llegaron juntos a la meta», resalta. Salió a flote en la única crisis que ha sufrido. Otra lección aprendida. «Nos faltaba la experiencia de correr una gran vuelta con el maillot amarillo. En 2020 ganamos el Tour el último día. Esta vez ha sido un gran aprendizaje para Tadej y para todo el equipo. No puedes correr como si el Tour acabara mañana. Tadej es impulsivo. Sabía que ese día no estaba bien, pero salió a por Vingegaard. Eso no le volverá a pasar. Ahí quizá sí notó el peso del maillot amarillo, esa inexperiencia», señala el masajista vizcaíno.
Se siente implicado con su líder. Como el resto del equipo. «El ambiente es brutal, de piña. Tener un corredor así motiva muchísimo. Das aún un poco más, quieres que todo esté perfecto. Y él es muy agradecido», subraya. Pogacar, dice Elguezabal, tiene también un vínculo «especial» con la afición vasca, tan presente en las cunetas de los Pirineos, donde ganó en el Portet y en Luz Ardiden. «Se identifica mucho con Euskadi. Por Matxin (mánager del equipo), por Íñigo (San Millán, su preparador), por mí... Le encanta competir ante nuestra afición. Corre para el público, para que se divierta la gente. Y, además, en los Pirineos quería darse el gusto de ganar con el maillot amarillo», relata.
«Yo le digo palabras en euskera, egunon, gabon... Los eslovenos son como los vascos, al principio un poco distantes, pero luego muy cariñosos, muy abiertos en las distancias cortas», compara. A Pogacar le llueven los elogios, incluidos los de de Eddy Merckx, que ya le llama el 'nuevo Caníbal'. El equipo UAE tiene ese diamante en crecimiento «Tenemos que cuidarlo al máximo», se conjura Joseba, las manos que le miman.
Al cuidado de Tadej Pogacar están también el mánager del UAE, el vizcaíno Joxean Fernández, 'Matxin', y el alavés, de Laguardia, Íñigo San Millán, que jugó en la cantera del Real Madrid, que fue luego ciclista sin demasiado aliento y que cuando vio que las piernas no le iban a llevar demasiado lejos, tiró de codos. Estudió Ciencias de la Salud en Medicina Deportiva, en Estados Unidos, y se doctoró en la Facultad de Medicina de Leioa. En la Universidad de Colorado dirige un equipo de investigación que trata de ganarle la carrera al cáncer. Esa lucha es cara. Por eso, para lograr fondos, San Millán trabaja también como preparador físico del equipo UAE. De Pogacar. En cuanto el prodigio esloveno pasó por su manos, vio que era único, con un metabolismo hecho para un deporte de fuerza y resistencia como el ciclismo.
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