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Gesto de Luis León Sánchez al entrar como ganador en Aurillac. AFP
Faltan 11 días para el Tour

Un León no le teme a nada

El ciclista murciano, certero 'cazaetapas', suma cuatro triunfos en la carrera francesa, siempre dedicados a su hermano fallecido

Martes, 20 de junio 2023, 01:49

En la Grande Boucle se puede hablar con los muertos. Luis León Sánchez abrió el techo de Aurillac, meta de la séptima etapa del Tour 2008. Emocionó el gesto a diez metros de la pancarta final y miró arriba. A un punto indefinido. Elevó los ... ojos y las manos hacia el recuerdo de León, su hermano mayor. Que ya no estaba; que había fallecido tres años atrás en una accidente de quad. «Antes le tenía miedo a la muerte. Pero ya no. Sé que mi hermano está arriba (cielo). Estará esperándome. Desde el accidente ya no le tengo miedo a nada», dijo el vencedor. Hay edades sin límite de velocidad: los 24 años que tenía entonces Luis León Sánchez, por ejemplo. Sin freno ni temor. Pasó aquella jornada muy atareado. Primero tiró para cazar a Voigt, Barredo y Millar. Luego se fugó con De la Fuente, Jufré y Nibali. Y por último se largó solo. Tenía cita con un recuerdo: «León era sólo catorce meses mayor que yo. Él me enseñó a andar en bici». Buen maestro. El hermano pequeño se lo agradeció. En Aurillac. Por él. Era la primera de las cuatro etapas que llevan su nombre en el Tour. Todas compartidas con los otros 'leones'.

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La casa de la familia León es un lío. Todos se llaman así. Si alguien pregunta por «León», acuden todos. León era el abuelo. Y el padre, guardia civil víctima de un atentado en Euskadi. Y el mayor de los hermanos. Tradición. Sello. Cuando nació el segundo, le pusieron Luis, Luis León. Para distinguirle. Y al tercero, que es futbolista, le bautizaron como Pedro, Pedro León. Todos igual. Como los nietos que vengan. Forman una camada. Es la marca. Tatuaje felino. A Luis León, su nombre sólo le vale en el pelotón. Suena a rugido. Tiembla la sabana de brea. Es un rodador excepcional. El campeón de España contrarreloj ese año.

Gregario de Valverde

En aquel Tour hacía de gregario para Valverde y Pereiro. Así empezó la etapa de Aurillac. Sobre la arrugada corteza del Macizo Central. Al capricho de los volcanes, que diseñaron el centro de Francia a su antojo. Sube y baja. En la salida de Brioude los equipos manoseaban el parte meteorológico. «Va a llover». Apartaban las ruedas de carbono y las sustituían por las de aluminio. Más fiables sobre al agua. Acertaron. Es suyo es un trabajo al aire libre. Todos atinaron también en el otro pronóstico: «La etapa va a ser una locura». Era corta, llena de puertos de segunda. Duros. Del Macizo. Millar, Voigt, Barredo, Florencio, Scholz y Vaugrenard montaron la primera avanzadilla. Rechinaban los dorsales. A tope. El pelotón formó entonces una fila. Uno detrás de otro. Como ciegos. Y se cayeron.

En el caos, el CSC de Sastre y los hermanos Schleck seccionó la carrera. Abanico en la montaña. Apenas quedaron una veintena delante. Estaban todos los ilustres, incluido el líder, Kirchen. Sólo faltaban Cunego, disminuido a cada etapa, Astarloza y Zubeldia. Bronca en el Euskaltel-Euskadi. Por entonces, Luis León Sánchez se dedicaba a quitar viento. Escudo para Valverde y Pereiro. León cuidaba de su manada. Por eso salió tras De la Fuente -nuevo líder de la montaña-, Jufré y Nibali en el puerto de Entremont, el penúltimo. En el último, la corta y pina cota de Saint Jean de Donne, De la Fuente reclamó unos metros y saltó a por el triunfo de etapa.

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Trabajar para otros

Luis León seguía con trabajo. Se le acumulaba. Ahora tiraba del grupo para coger a De la Fuente. Cuesta arriba y cuesta abajo. Lo hizo. Y siguió: sin limitador de velocidad. Respaldado por la presencia intimidatoria de su compañero Valverde detrás. Sin temor a la guadaña dibujada en cada curva. Arremetiendo contra el punto indefinido que formaba la niebla.

Hacia abajo, a Aurillac, donde Chozas ya había ganado en 1990. Hacia arriba. Al balcón de su infancia con su hermano León. Eran tuerca y tornillo. Dos cachorros separados por el tajo de un accidente de tráfico. El tercer León, el hermano futbolista, le dedicaba los goles. Luis León, cada meta: la de la última etapa de la París-Niza y la de ese día en el Tour.

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Al entrar ganador en la meta, se le rompían las frases antes de salir de los labios. Emocionado. Ojos líquidos. Primero se dirigió al cielo. Tiró de gestos. Dos brazos. Dos dedos hacia allá. Luego, tras la charla sin palabras con León, regresó. Al asfalto. A Aurillac. Y dibujó la órbita de un puñetazo en el aire. El zarpazo de los León. la primera de las cuatro etapas que iba a ganar en el Tour. Sólo Miguel Induráin (con 12) Luis Ocaña (9), Federico Bahamontes (7) y Julio Jiménez (5) tienen más. Y con cuatro se sienta a la par de Eduardo Chozas, Pedro Delgado, Óscar Freire y Valverde. La compañía talla el nivel de Luis León Sánchez.

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