Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
El Tour que cumple su 111ª edición comienza en Florencia, y como cada año, deparará emociones repartidas a lo largo de las 21 etapas que se disputan en las tres semanas de carrera. Habrá jornadas para todos los gustos, desde la emoción de la montaña ... hasta los instantes que inspiran una siesta en el sofá a los que ven la carrera por televisión. Estos son los nueve hitos más relevantes, a los que habrá que poner atención.
El inicio más duro
Nunca el Tour de los tiempos modernos comenzó con una etapa tan exigente. Entre Florencia, una ciudad que suena a Renacimiento, a Leonardo, a Miguel Ángel o al Giotto, y la Rimini un tanto decadente de las películas de Fellini, se condensa un recorrido infernal de 206 kilómetros y siete puertos, entre ellos el de San Marino -otro país que visita la carrera-, de 7,1 kilómetros al 4,8% de desnivel. El paso por la Toscana y la Emilia-Romagna será divertido para el espectador, complicado para los ciclistas.
La tierra de Pantani
La segunda etapa parte de Cesenatico, el pueblo de Marco Pantani, ídolo caído, y acaba en Bolonia, y tampoco es un paseo, porque en el circuito final de 30 kilómetros, el pelotón, o lo quede de él, tendrá que afrontar dos veces una subida corta pero muy complicada, 'impegnativa' para los italianos, el paso de San Luca, de kilómetro y medio al 10.6% de pendiente media.
Monumento a Desgrange
Solo será el cuarto día y los corredores ya tendrán que observar a la izquierda de la carretera el monumento a Henri Desgrange, el impulsor del Tour, y eso quiere decir que estarán todavía a 2,7 kilómetros de la cima del Galibier, la que le hizo escribir al gran patrón de la carrera su 'Acta de adoración'. Después llegará el descenso hacia Valloire, tras los 23 kilómetros de ascensión al coloso, y después de haber tenido que afrontar Sestriere, manifiestamente más suave, pero de casi 40 kilómetros de incesante subida.
La primera contrarreloj
Entre los grandes viñedos de la Borgoña, los favoritos a la victoria final tendrán que pelear contra ellos mismos en la séptima etapa, contrarreloj de 25,3 kilómetros, casi llana, pero con una subida a Curtil-Vergy de 1,6 kilómetros al 6,1% de desnivel. No parece que se puedan establecer demasiadas diferencias, pero será un buen observatorio para detectar detalles de cara al resto de la carrera.
Los senderos blancos
Senderos blancos. Así llama el Tour de Francia a los catorce tramos de tierra por entre los viñedos de la Champaña, en la novena etapa con salida y llegada en Troyes, una trampa en la que hay poco que ganar y mucho que perder si alguno de los favoritos se despista o sufre una avería.
El Macizo central
Aunque por los mapas parezca que el Tour pasa de refilón por el Macizo Central, porque solo habrá una etapa por esa región, lo cierto es que entre Evaux-Les-Bains y Le Cioran, los corredores deberán enfrentarse a 150 kilómetros iniciales con constantes subidas y bajadas, un terreno pestoso en su jerga, y un último cuarto de la carrera con cuatro puertos encadenados, el último, con la cima a tres kilómetros de la meta.
Fin de semana festivo
El segundo fin de semana del Tour de Francia coincide con la fiesta nacional francesa, el domingo 14 de julio, y con los Pirineos repartidos en dos etapas, no demasiado largas pero muy duras. La del sábado con 80 kilómetros de finales terroríficos, y el mítico Tourmalet, La Hourquette d'Anzizan y la meta en Pla d'Adet. La dominical termina en Plateau de Beille después una salida ya cuesta arriba camino del Peyresourde, y después Menté, el Porter d'Aspet y Agnes. 4.850 metros desnivel positivo.
Los Alpes de nuevo
Al comienzo y al final, los Alpes se plantan en el recorrido del Tour. Las jornadas de viernes y sábado de la última semana son cortas, pero intensas. Entre las dos, 9.200 metros de desnivel positivo en apenas 280 kilómetros de concentrada dureza. La primera, asciende Vars, la Bonette, la carretera más alta de Francia, que llega a 2.802 metros, y acaba en Isola 2000, 16 kilómetros al 7,1% de media. La jornada del sábado se inicia en Niza, a nivel del mar, y termina en el col de la Couillole, después de ascender otros tres.
La traca final
La contrarreloj que echa el cierre, ese punto final al Tour, no es un camino de rosas, porque el recorrido entre Mónaco y Niza es sinuoso y exigente. Los contrarrelojistas puros, si queda alguno a esas alturas de la carrera, pueden perder cualquier esperanza con los 8,1 kilómetros al 5,6% de desnivel de La Turbie, y la guinda del col d'Azur, más corto, de apenas 1,6 kilómetros, pero intenso, al 8,1% de pendiente media. Llegar a la plaza Massena será un alivio para muchos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
A la venta los vuelos de Santander a Ibiza, que aumentan este verano
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Noticias recomendadas
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.