'El Caníbal' en Vitoria
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'El Caníbal' en Vitoria
El idilio de Eddy Merckx con Vitoria: una historia de duelo y confraternidadHay una generación de vitorianos nacidos a finales de los 60 que pueden presumir de haber adelantado a Eddy Merckx. El belga se reía cuando veía que varios grupos de chavales esforzados remontaban el paseo de Cervantes a toda velocidad para poder contar en el ... futuro que habían descolgado al mejor ciclista de todos los tiempos. Aquel 24 de octubre de 1976, con motivo del I Criterium Santisteban, fue la primera vez que 'El Caníbal' estuvo en Vitoria. Al año siguiente llegó en pleno Tour. Su última ronda gala.
Llegó en el pelotón, a cinco minutos de un José Nazábal triunfante en la capital alavesa. Y aun así, la gran ovación de la tarde se la llevó el belga. Quizás recordando los ecos de aquellos aplausos y la gran amistad que le unía a Juan José Urraca, quien fuera mánager del KAS, regresó en 1994 para júbilo de los alaveses que en las calles de la capital se pellizcaron y frotaron los ojos ante la presencia del gran campeonísimo del Molteni.
El placer era mutuo. Al 'Caníbal' siempre le gustó estar bien acompañado. Le distinguen sus victorias, pero también su gentileza. Tanto con sus gregarios como con los rivales. Empatizaba. Compartían un pasado común. Unos inicios humildes. Siempre tenían algo de lo que hablar. La competición bien entendida. Por ello, lloraba desconsolado en la meta de la primera etapa del Giro de Italia de 1976.
Nada más llegar le comunicaron la muerte de Juan Manuel Satisteban. Ciclista de Ampuero (Cantabria) y del KAS, el histórico equipo vitoriano que tanta guerra le dio al 'Caníbal'. Eran de los pocos que no tenían miedo a perder. Había pinchado González Linares, jefe de filas y paisano, y el cántabro se quedó a esperarle. En un despiste, quizá mirando hacia atrás a ver dónde venía su compañero, se cayó y se golpeó la cabeza contra un quitamiedos. Falleció en el acto.
«¿Qué importa que haya cedido quince segundos? ¿Qué importa todo lo que ha sucedido hoy habiendo muerto?», dijo el belga ante la prensa. La noticia le golpeó como con un mazo. Se dice que siempre quiso ficharle para su equipo. «Me unían sinceros lazos de amistad con él», expresó con el corazón en la mano y encharcado entre lágrimas. Su Giro no pudo ser peor. Después de aquella primera etapa en Catania contrajo unos forúnculos. Acabó octavo y los médicos le recomendaron reposo hasta el año que viene.
Cuatro meses después, Urraca fue a buscarle a su casa. «Hemos organizado dos criteriums en homenaje a Santisteban», le comunicó. Suficiente. Merckx descolgó de la pared de su almacén una de sus bicicletas y le rogó a su esposa Claudine que reservase dos pasajes para el vuelo del día 23 a Madrid. Para él, la posibilidad de ayudar a la familia del exciclista cántabro muerto era mucho más importante que el consejo de los doctores respecto a su salud.
El sábado corrió en Madrid, en el velódromo del Palacio de los Deportes, y el domingo, en Vitoria, también con el empeño del por aquel entonces presidente de la Federación Alavesa de Ciclismo, el zuyano José Luis Ibáñez Arana. Además, Urraca consiguió la presencia de Felice Gimondi, ganador de las tres grandes, que no dudó en rechazar el sustancioso fijo que tenía por participar en el prestigioso Trofeo Baracchi. Mendizorroza acogía una prueba similar y con el mismo nombre que aquel año cambiaría su denominación. Se disputaba por parejas. Un profesional y un cicloturista. José Luis Plazaola tuvo el honor de hacer dupla con Merckx y acabaron cuartos. Venció Perurena, recientemente fallecido. Ya por la noche, el presidente del KAS, Luis Knörr, otorgó la insignia de oro y brillantes del equipo a la leyenda belga. En aquel momento, Vitoria era una de las capitales del ciclismo mundial.
Entre el palmarés de Merckx y los cargos de Juan José Urraca se podría rellenar cientos de líneas. Por resumirlo, hablamos del ciclista más laureado, ganador de cinco Tour, otros tantos Giros, una Vuelta, 19 'monumentos' y 535 carreras en total y del mánager del equipo KAS entre 1972 y 1980 y posterior concejal de Deportes y Cultura de Vitoria. También fue pintor y escritor. Un culo inquieto. Tejió una fuerte amistad con el director del Tour Jean-Marie Leblanc y de ahí, el lazo de unión con innumerables ciclistas.
Por su casa pasaron Ocaña, Poulidor, Gimondi... pero ninguno tan grande como Merckx. Su relación desde la llegada del vitoriano a la hermandad ciclista fue soberbia y desinteresada. Una vez retirado, el belga cobraba un fijo por cada acto al que acudía. Pero a Vitoria volvió gratis. En 1994. Pasó varios días y trajo consigo la bicicleta naranja con la que batió el récord de la hora en México en 1972. 49,431 kilómetros. «No lo volveré a hacer jamás». Al 'Caníbal' le parecía una salvajada.
El motivo de su última visita a Vitoria también tuvo un componente comercial. Urraca, fallecido en 2000 tras una enfermedad coronaria, conoció a Ernesto Colnago, pionero de las bicis italianas. Le generó una curiosidad pasmosa por cada componente de los velocípedos y se convirtió en el importador de Merckx. Aquí entra en juego Plazaola, director del equipo amateur Cafés La Brasileña, una de las escuadras más potentes del campo aficionado por entonces. El exciclista de Tervuren vino a la presentación de la firma alavesa y le abasteció de bicicletas durante una temporada.
No tuvo ningún acto más programado en la ciudad, pero el boca a boca hizo el resto. Comiendo en el restaurante Arkupe, la gente entraba al comedor a verle y pedirle autógrafos. Afable, siempre con la sonrisa en los labios, no tenía un 'no' para nadie. «En Mallorca hay mucho cabrón», le dijo una vez a Paco Galdos. No salió en una challange porque no le pagaron lo prometido. Sus únicos enemigos. «Un día en el Giro de Italia le dije que era Dios. Y me contestó: 'No Paco, yo me muero encima de la bicicleta'». En un homenaje al 'Tarangu' Fuentes en Oviedo, le preguntó al vitoriano por la pizzería. «Yo me las como de dos en dos», le reveló le belga. Un 'Caníbal' perpetuo.
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