La historia vasca de la gran carrera francesa

A Vitoria le tocó el Tour en 1977. Era la tercera etapa, con partida en Oloron-Sainte-Marie y 248 kilómetros de ruta. El equipo KAS, con sede en la capital alavesa, salió a por ella. El guipuzcoano Joxe Nazabal se atrevió con un fuga de 115 kilómetros y el viento de cara. Así lo recordó en 'urtekaria': «Me fui con dos corredores, Rossi y un belga, que se quedaron subiendo Ezkurra. Opté por seguir solo. Me imagino que el pelotón se confiaría, cogí bastantes minutos y tuve la suerte de llegar a la meta, que estaba en la puerta de KAS. Fue increíble. Lleno de gente».

La espera para volver a tocar el Tour duró quince años, hasta 1992. San Sebastián organizó la Gran Salida. Miguel Induráin había ganado la edición anterior y venía de imponerse en el Giro. Era el gran ídolo. El 4 de julio, la ciudad donostiarra asistió a una contrarreloj de 8 kilómetros por las calles del centro y del Antiguo. Todo salió bien y el navarro batió a Alex Zulle y Thierry Marie. Corrío de amarillo y así salió de aquel histórico día. Una placa en el Ayuntamiento lo recuerda.

La segunda etapa tuvo salida y meta en San Sebastián, con 194 kilómetros de recorrido. La victoria fue para Dominique Arnould y Zulle le quitó el liderato al navarro. San Sebastián se despidió del Tour en la salida de la tercera jornada, que iba a concluir en Pau después de 255 kilómetros con triunfo del alavés Javier Murgialday.

Todo aquello costó unos 300 millones de pesetas, el Ayuntamiento, la Diputación y el Gobierno vasco pusieron 150 (algo menos de un millón de euros) y el resto vino de la publicidad. La ciudad se volcó. Las estaciones del Topo y del Norte estuvieron colapsadas de aficionados que querían asistir al segundo Tour de Induráin. El navarro, por cierto, perdió luego la edición de 1996, la que llegó a Pamplona.