Dax, 23 años después

Hoy la carrera sale de Dax, exactamente igual que lo hizo el 10 de julio de 2000. Para mí fue un día muy especial ya que me enfrentaba a mi primera etapa de montaña en mi primer Tour. Novena etapa que nos llevó de Dax a Hautacam previo paso por Marie Blanque y Aubisque. Seguro que muchos la recordaréis por la victoria del difunto Javier Otxoa.

Una etapa dantesca de salida, frío, lluvia, ritmo trepidante desde el banderazo, el clásico día que nunca te imaginas en un mes de julio. Recuerdo cómo sufrí muchísimo a cola del pelotón durante gran parte de los primeros kilómetros, no había manera de abandonar el látigo. Cuántas veces se me pasó por la cabeza el tan recurrente '¡Qué hago yo aquí!'.

Le Tour c'est le Tour y por eso estoy aquí. Cuántos kilos de sueños engullidos, cuántas noches de insomnio junto a mis ídolos de alcoba personificados, no podía fallar. Se hizo la fuga, iba tan desconectado y fuera de juego que no sabía quiénes eran los integrantes, suficiente tenía con perseguir. Marie Blanc me dio vida, pese a su dureza el cuerpo entró en calor y pude coronar en una posición muy digna. Tras el descenso llegaba el plato grande de la jornada, Aubisque. Si Marie Blanque había sido ya especial Aubisque apuntaba aún mucho más alto. Comenzaron las hostilidades y un reguero de corredores con perfil escalador se fueron hacia adelante. En ese momento recibí una de las órdenes más importantes de mi carrera profesional.

- Joseba, si vas bien, anímate y métete en ese corte.

Eso es lo que me dijo mi director, Juan Fernández. Yo tenía dos líderes, Moreau y Casero, y sabía que con ese movimiento no perjudicaba al equipo. Dicho y hecho. Embriagado por la emoción me metí en el corte. Cada metro era una experiencia nueva, un mundo nuevo para mí que solo había imaginado en mis momentos de máximo interiorismo. A no muchos kilómetros de la cima crucé al paraíso.

Mi Peña Beloki, mis amigos, mi familia, mis aitas, todo mi entorno era parte de esa marea de aficionados que nos abría paso a golpe de ánimo y admiración. Hasta hace un año yo era parte de esa masa social que animaba desde la cuneta a los corredores y ahora soy yo el protagonista. No crean ustedes que es fácil de digerir cuando no eres más que un ciclista novel lleno de ilusión.

Abducido por la situación llegué hasta el pie de Hautacam. La etapa seguía rápida y al fuerte ritmo se le acumuló la bajada de temperatura del descenso de Aubisque. De la euforia a la desesperación. Las piernas no iban y por la emisora nos comunicaban que por la parte trasera la carrera se movía. Para mí no era tan malo ya que no era yo la persona que tenía que rendir cuentas de cara a la general. Se pasó del «ataca Pantani» al «Joseba, te va Armstrong».

Lo que en el 99 había sido una sorpresa hoy se volvía a confirmar. Literal, esa fue la primera vez que Armstrong me quitó las pegatinas. Con una cadencia de más de 110, hablando por la emisora y a más de 6 km/h, no voy a decir que me sentí humillado pero sí calado por una baño de realidad. Pese a todo conseguí salvar la etapa. En la cima me enteré que Javier había conseguido la victoria, no sabía ni que el getxotarra iba en fuga. Así es como se gestó parte de la primera base de mi romance con el Tour. No crean en absoluto que esto es un ejercicio de egocentrismo, simplemente les quería contar el porqué Dax tiene un lugar de honor en mi carrera deportiva.

Hoy la etapa se prevé tranquila y sin complicaciones, aunque en el Tour nunca se sabe.