El Tour, cuando un deporte hace país

Porque es de justicia recordar que hubo ya una primera y gran apuesta de país por este deporte. La creación y apoyo público al equipo esponsorizado 'Euskadi' tuvo nombre y apellidos en sus promotores, y procede traerlos aquí y ahora. Políticos como Pradera y Bergara se volcaron porque tuviéramos una escuadra ciclista propia, una auténtica selección que llevara el nombre del País por las carreteras. Y lo consiguieron. Con la misma ambiciosa visión que la presente apuesta de acogimiento de la Grande Boucle, que ha pasado la prueba con nota, mostrando al exterior una imagen avanzada de país, con todos sus problemas, sí, pero con un evidente avance social respecto al pasado, como recordaba recientemente Bingen Zupiria, otro eficaz factótum. El Tour nos ha vuelto a poner en el mapa. Para bien. A la Euskadi de hoy, y a su pasión por el deporte de la bicicleta. La pregunta que hacemos, pasado el Tour: ¿qué le toca ahora al ciclismo vasco?

Pues le toca alcanzar su formal representación, merecida como en ninguna otra faceta, como país deportivo, más allá de lo político. Y existe una gran oportunidad, propiciada por la actual regulación deportiva, fruto, también, del trabajo en los ámbitos estatal e internacional.

Sabemos que la nueva ley española del deporte ha introducido una previsión (su destacado artículo 48.2) para que en deportes donde se acredita la existencia de un importante arraigo histórico y social pueda haber una representación internacional directa de la federación autonómica concernida, cuando así se manifieste la voluntad de ésta, y los estatutos de la federación internacional correspondiente lo permitan. Miremos al caso del ciclismo, comprobada ya, sin ningún género de dudas, la presencia de ese exigido arraigo como sustrato de origen.

La Unión Ciclista Internacional (UCI) contempla en su artículo 6 la figura de los Miembros Asociados, pensada para federaciones de territorios no estatales, previa la autorización de entrada por parte de la federación del estado en que se inserten, sujeta a un convenio entre las partes implicadas. Ello conlleva la participación con selecciones propias en las competiciones organizadas por la confederación continental que corresponda, en este caso la europea, lo que es diferente a la representación olímpica estatal, que no se alteraría. He ahí la oportunidad. Una puerta a la que tiene que llamar la Federación Vasca de Ciclismo si se constata la voluntad de las y los ciclistas vascos que legalmente representa.

Nada más acorde sería con lo que aún tenemos en la retina, con ese anhelo popular de una comunidad unida afectivamente a un deporte que ama. Al que quiere seguir aportando su identidad. Sigamos dando pedales.