![Cavendish alcanza el récord de victorias de Merckx en el Tour](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202107/09/media/cortadas/acabendi-R0QYbBXG87Yhbc66oiYAPZL-1248x770@El%20Correo.jpg)
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Ni después de tantos años retirado es fácil alcanzar a Eddy Merckx. Mark Cavendish acaba de conseguirlo cuatro décadas después en Carcasona al remontar en el sprint a García Cortina y lograr su victoria en el Tour número 34, las mismas que el mito ... belga. Ya comparten récord. Codo con codo.
En la pantalla gigante instalada en la salida de Nimes, apareció Federico Martín Bahamontes. Con Charly Gaul. Con el Tourmalet al fondo. La Grande Boucle cuida su memoria y su patrimonio. Y no olvidó que era el cumpleaños del 'Águila de Toledo', ganador de la edición de 1959. Ya tiene 93 años y sólo le molestan un poco las rodillas. El vencedor del Tour de mayor edad que sigue vivo mantiene su genio, el bueno y el malo. La decimotercera etapa arrancó con ese guiño a la historia y, claro, terminó con otro cuando Cavendish se puso a la par de Merckx.
Hubo fugas, como la de Latour, Goldstein y Bennett, y también caídas, como la que obligó a retirarse a Yates, Hamilton y Kluge. Y apareció el viento de costado, que puso de los nervios a todos y no eliminó ni a Pogacar ni a los que le discuten el liderato. Ahí, en ese amago de abanico, se desgastó Cortina. Lo había pasado mal al inicio. Arrastra un catarro desde el diluvio de Tignes. No pensaba en el sprint, sino en taparle el viento a Enric Mas. Lo hizo. Y luego, casi de rebote, se vio en la calle que mira de frente a las cincuenta torres y la muralla medieval de Carcasona. Escenario de dragones y mazmorras. De película. El asturiano buscó un final feliz y descorchó sus poderosas piernas para iniciar el sprint. La meta aguardaba tras una curva veloz.
Vio el primero la pancarta. Pero detrás, Morkov, siempre Morkov, traía de la mano a Cavendish. El británico inició la remontada. Pasó a Cortina, que quizá echo de menos las fuerzas gastadas contra el viento. Cavendish rebasó a su fiel e impagable Morkov casi sobre la raya y ahí se puso a la par de Eddy Merckx. Juntos. Los dos ciclistas con 34 etapas en el Tour. Las cámaras le rodearon. Por lo del récord. Cavendish no hablaba de esa plusmarca. Prefería saborear este triunfo como si fuera el primero. «Crecí soñando con estar aquí, con ganar algún día. Espero ser una inspiración para los niños que lo hayan visto», dijo. No quiso compararse con Merckx. Respeta la historia de su deporte.
Sabe que la huella del 'Caníbal' belga es la más profunda. Ganó cinco de las siete ediciones que corrió, vistió 96 días de amarillo, se llevó tres premios de la regularidad y dos de la montaña. De sus 34 victorias de etapa, diez fueron cuesta arriba y nueve contra el cronómetro. Dominaba todos los terrenos y todas las maneras de triunfar. A mucha distancia, Cavendish ha necesitado trece ediciones de la ronda gala para igualar al número de triunfos de etapa. No vencerá nunca en una cima ni en una 'crono'. Pero se ha puesto en algo a la altura del mejor ciclista de la historia. Solo eso vale de sobra para elevar su figura.
En el Tour de 2012, Cavendish se acercó a su compañero Bradley Wiggins, que acabó ganando esa edición, y le pidió un favor. «Venga. Déjame una etapa. Prepárame un sprint». Eran colegas, juntos habían sido en 2008 campeones de mundo de pista en la 'americana', esa prueba en la que los ciclistas se dan relevo con las manos. Lazo. «Mark es como mi hermano pequeño», repetía Wiggins. «Es un payaso, siempre con chistes y travesuras».
Ese día se convirtió en el mejor velocista de la historia del Tour. Venció en la meta de Brive. Era su victoria número 22, las mismas que un misil como Darrigade. A Cavendish siempre le ha gustado repasar viejos pasajes del Tour. «Hay tantas aventuras y leyendas, tantos campeones increíbles... Cuando leo todo eso quiero meterme en ese pasado, vivirlo», dijo entonces. Ahora, con 36 años y tras una depresión, ha alcanzado a Merckx.
Pero sólo en número de etapas. En lo demás, el belga es inalcanzable. A finales de 1969, tras arrodillar a todos sus rivales en su primer Tour, una broma corrió en el mundillo ciclista, como recuerda el libro 'Merckx, mitad hombre mitada máquina': «Han multado a Gimondi y Poulidor con 50 francos por agarrarse a un camión mientras subían el Tourmalet. ¿Y qué ha dicho Merckx? Él era quien remolcaba el camión».
Al campeón belga le atormentaba el miedo a perder. Dormía mal antes de las grandes citas. El ciclismo es un deporte de resistentes. Hay que saber economizar las fuerzas. Merckx no era así. Debutó en el Tour en 1969, se vistió de líder, a seis etapas del final distanciaba en más de ocho minutos al segundo cuando atacó en el Tourmalet e hizo solo 145 kilómetros hasta vencer en Mourenx. No lo necesitaba. Fue un acto gratuito. Lo hizo, simplemente, porque podía hacerlo. Por dominar como nadie antes había hecho y nadie ha podido hacer después. Eso define a Merckx.
Y por eso ningún corredor aguanta las comparaciones con él. Otra cosa es la marca de Cavendish, extraordinaria, sin necesidad de ponerla ante el espejo inigualable de Merckx.
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