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A la vuelta de una carrera en 1965, Jacques Anquetil conducía taciturno. Ceño fruncido. «¿Qué te pasa?», le preguntó su esposa, Janine. Anquetil era entonces el dueño del ciclismo. Ya había ganado cinco veces el Tour. Era único. «He conocido a mi sucesor», contestó. ... Hablaba de un tal Eddy Merckx, un joven belga que acababa de debutar como profesional y que le había discutido el triunfo. El francés se llevó la victoria, pero ese día supo que su trono caducaba.
Merckx fue el segundo que sumó cinco ediciones del Tour. Eso y mucho más: cinco Giros, una Vuelta. Nadie tiene más mundiales, ni clásicas como Milán-San Remo y la Lieja-Bastogne-Lieja... En 1971 ganó 54 de las 120 carreras que disputó. De los triunfos se acuerda, pero menos que de las derrotas. Como escribió Blondin, uno de los míticos cronistas del Tour, «Merckx es de esos campeones que pierden cuando no ganan». A él, al 'Caníbal', está dedicado este Tour que arranca mañana desde su ciudad, Bruselas, con una etapa sinuosa que sube el Muro de Grammont, templo del Tour de Flandes.
Los camareros de la Grand Place llevan camisetas con su rostro. Con 75 años, Merckx es una estatua andante en su país. Hay una estación de metro con su nombre. Le admiran jóvenes que no le han visto correr. Da igual. Han crecido escuchando a sus padres que en julio de 1969 andaba el mundo pendiente del primer paso del hombre, del astronauta Neil Armstrong, sobre la Luna. Pero que en Bélgica nadie miraba al cielo, sino al sur, a los Pirineos del Tour donde un joven de Brabante, convertido en un meteorito con piernas, había conquistado su primer Tour. Y a lo bestia con apenas 24 años.
Merckx fue como unir a Coppi, Anquetil y Van Looy. Lo tuvo todo. Y le añadió su sello: la infinita ambición. En 1972, tras encadenar los triunfos en el Giro, el Tour, la Milán-San Remo, la Lieja-Bastogne-Lieja y el Tour de Lombardía, se atrevió con la tortura de récord de la hora. Lo batió. Insaciable. No le gusta que le llamen 'Caníbal'. Merece el apodo. La historia del deporte discute si ha sido el mejor ciclista, incluso el mejor deportista. Para abarcar la dimensión que tuvo Merckx es mejor lanzar una pregunta hacia el futuro: ¿Quién será mejor que él? Silencio.
Esta edición del Tour sale desde Bruselas por él, para inclinarse ante aquel monstruo que, justo hace 50 años, se tragó a toda una generación de rivales en aquella fuga en solitario de 130 kilómetros desde el Tourmalet hasta la meta de Mourenx. Allí nació el 'Merckxismo'. Era el 15 de julio. Merckx ya había asombrado un año antes en el Giro, en aquella subida a las Tres Cimas de Lavaredo que empezó con nueve minutos de desventaja para llegar primero a la cumbre. Allí había nieve.
En los Pirineos del Tour de 1969 el calor era cruel. El belga vestía de amarillo. Dominaba a su antojo. La noche anterior a la etapa del Tourmalet, uno de sus gregarios, Van den Bossche, le anunció que dejaba el equipo. Traición. Van den Bossche quiso pasar primero el Tourmalet. Merckx salió a por él; le aplastó. Arriba no paró. ¿Para qué iba a fugarse 130 kiómetros entre montañas y bochorno si ya tenía el Tour ganado? Para demostrar el mundo quién mandaba. Armstrong pisó la Luna y Merckx, la meta de Mourenx con 15 minutos sobre Poulidor y Gimondi. Primer paso. Primer Tour.
Aunque para perfilarle conviene también repasar su manera de perder. «Mi rival más duro en el Tour fue Luis Ocaña», repite. El conquense. En el Tour de 1971, Ocaña se atrevió a saltarle al cuello a Merckx. Fue en los Alpes, en la etapa que terminaba en Orcieres-Merlette. Le ejecutó. El belga cedió casi nueve minutos. Le enterraron. Merckx rumió su rabia durante la jornada de descanso. Planificó su revancha. La etapa siguiente partía en descenso hasta Marsella.
Mientras Ocaña festejaba su gesta y firmaba autógrafos, los gregarios del belga calentaban las piernas. Y salieron a matar. Cuesta abajo. Vértigo. En esos 251 kilómetros hasta Marsella cabe todo lo que fue el gran Eddy. Convirtió una etapa plana en historia. Ocaña cedió dos minutos y mantuvo el liderato. Pero quedó avisado. Días después, con Merckx desatado, el castellano se cayó en el barrizal el descenso del col de Mente. Gritó su derrota. Merckx, nuevo líder, no quiso ponerse el maillot amarillo en honor al caído.
La talla de su mito no deja de aumentar. Alain Courtois, uno de los políticos que han conseguido que este Tour parta desde Bruselas en homenaje al 'Caníbal', lo define así: «Eddy Merckx es un poco como Tintin, los 'Diablos Rojos', la cerveza y la mousse de chocolate al mismo tiempo. Merckx es Bélgica». El hombre que en 1969 pisó la Luna del ciclismo y se convirtió en el sol amarillo que más ha brillado en este deporte.
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