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Amorebieta, un escenario histórico
Tradición. ·
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El ciclismo de élite vuelve al municipio tres años después de que la Klasica dijera adiós tras 66 edicionesEn abril de 1965, José Pérez Francés, el rebelde ciclista cántabro afincado en Barcelona, dominó al sprint el Gran Premio Primavera en la meta situada junto al Ayuntamiento de Amorebieta-Etxano, en una recta de reciente inauguración después del derribo de tres casas en el ... centro del pueblo que permitieron anchar la calzada. El ciclista del Ferrys ganaría, dos meses después, la etapa del Tour que finalizó en la Ciudad Condal. Entró escapado, pero detrás del pelotón, que tuvo que dar una vuelta más al circuito de Montjuic.
«Un enorme gentío presenció las incidencias de la carrera», apostillaba Andracas en relación a la carrera zornotzarra en su crónica de EL CORREO. Era la undécima vez que se corría, y seguía floreciendo un palmarés que inauguró, en una prueba todavía no oficial, un triunfo de Dalmacio Langarica y al año siguiente, el de otro ilustre: Miguel Poblet. Pero esas dos ediciones no cuentan en el listado de ganadores. Se corrieron en agosto, así que la primavera quedaba un poco lejana. Sin embargo, ya eran una muestra del interés de la localidad vizcaína por el ciclismo.
La carrera que organizaba la Sociedad Ciclista Amorebieta se convirtió en una de las citas habituales de los corredores profesionales españoles. Se adecuó en su recorrido a las exigencias de los ciclistas, que se lamentaban de que después de la Vuelta al País Vasco había pocas citas en las que probarse hasta que llegaba la Vuelta a España, que entonces se disputaba entre abril y mayo. Floreció como la mismísima primavera y en los años setenta volvió a demostrar que se sabía adaptar a todo. Se redujo el recorrido, con más de 200 kilómetros, porque los corredores llegaban de disputar la ronda vasca y las fuerzas andaban justas. Entonces se ideó la ascensión en tres ocasiones a Montecalvo.
La carrera se mantuvo, cogía impulso a veces, y se desinflaba en otras ocasiones, pero mantenía una buena participación y ganadores de relumbrón. En 1992 recibió un golpe moral importante cuando la meta se preparaba para homenajear a Marino Lejarreta, porque el ciclista de Berriz se cayó en el descenso de Autzagane y se rompió una vértebra y ocho costillas. No subió al podio, sino que se fue al hospital.
A Marino le había apadrinado quien ya era el santo y seña del ciclismo en Amorebieta, Marcos Guerediaga, que en 1948 se convirtió en uno de los fundadores de la Sociedad Ciclista Amorebieta. La entidad fue durante décadas uno de los grandes pilares del ciclismo vizcaíno, la tercera que se creaba en la provincia, y que en 1955 inauguró el recorrido de la Clásica, llamada entonces Gran Premio de Primavera. Lo ganó Hortensio Vidaurreta, por delante de Jesús Loroño, aunque casi no se celebra, porque nevó con ganas y los ciclistas tuvieron que subir Sollube por la rodada de un camión.
Guerediaga impulsó el ciclismo en su pueblo, consiguió llevar allí el campeonato del Mundo de Ciclocross, en 1978, y creó la Bizkaiko Bira. Guerediaga había sido ciclista, fue descubridor de talentos como Marino, Zarrabeitia, los hermanos Sillóniz, Mikel Artetxe o Beñat Intxausti, y hasta su fallecimiento, en 2013, siguió subiendo cada año al podio de la Klasica, que ya había cambiado su nombre, y por el que pasaron ciclistas tan relevantes como Perurena, Lasa, Etxabe, Gorospe, Jalabert, Heras, Astarloa, Sastre, Valverde, Purito Rodríguez, Samu Sánchez, Pello Bilbao o Rui Costa.
La Klasica dejó de disputarse en 2020, después de 66 ediciones consecutivas, por la crisis institucional de la Sociedad Ciclista Amorebieta. «No se ha producido el relevo generacional dentro de la entidad, y no hay un equipo humano suficiente para llevar a cabo el proyecto», anunciaron. Pero el ciclismo sigue vivo en Amorebieta, y la tercera etapa del Tour, que en principio los impulsores del Grand Départ habían planeado en Lekeitio, una ubicación que se descartó finalmente por las dificultades logísticas que acarreaba, comenzará en la localidad vizcaína, que también, por primera vez este año, fue escenario del final de una etapa de la Itzulia. Sirvió, como si se tratara de una reproducción a escala, como ensayo para un acontecimiento de dimensiones gigantescas; el mayor reto organizativo que ha afrontado el pueblo en toda su historia, que por unos días ha dejado de lado el ascenso a Segunda División del Amorebieta.
El último paseo del Tour 2023 por el País Vasco recorrerá otra vez paisajes de ensueño, desde la salida en Amorebieta-Etxano, el paso por Durango, el alto de Trabakua, la visita a Markina-Xemein, la ascesión a Milloi antes de circular por Lekeitio, Ondarroa, Deba, Zumaia y Zarautz, esa costa salpicada de flysch, la formación rocosa que sobresale del Cantábrico, y que en muchas zonas de Bizkaia se denomina singuera. Después la etapa volverá a San Sebastián, aunque solo de paso, antes de ascender Gaintxurizketa, y por Irún, entrar en Francia, de donde no volverá a salir durante las siguientes tres semanas.
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