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Jesús Andrade

Tercera edición de la Orbea Gravel Rioja Alavesa: fiesta ciclista con vino y 'chocolate'

Más de 1.500 ciclistas disfrutan del marco incomparable de la Rioja Alavesa pese a la mañana desapacible

Sábado, 26 de octubre 2024, 22:49

Las gotas de agua forman surcos entre el barro de las piernas de los ciclistas. Las prendas de ropa, la mayoría de largo y de tacto polar, parecen desteñidas por un color propio del fango. La serpiente multicolor de más de 1.500 participantes que ... partía desde Laguardia vuelve coloreada unánime hasta el abdomen de un marrón que luego desaparece rápido en la lavadora. Y la sonrisa de los corredores, exultantes por completar una marcha única. «Una experiencia fenomenal», repiten en la llegada. La Orbea Gravel Rioja Alavesa, patrocinada por EL CORREO, ya está entre las mejores pruebas que aúnan las sensaciones del ciclismo de carretera y el mountain bike. En su tercera edición, además del elemento distintivo del vino, le añadió 'chocolate'.

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Así es como los ciclistas, con esa jerga tan propia en la que la bici es la burra, el bueno es el gallo y el novato es un globero, llaman al barro. Una manera de quitarle hierro al asunto. De allanar, en un deporte tan psicológico, los recorridos de 54 y 102 kilómetros entre viñedos de la Rioja Alavesa. Los espléndidos paisajes ayudan a pedalear. La niebla afincada en la Sierra de Cantabria, imponente, mezclada con el color rojizo del otoño y el paso por el interior de tres bodegas de alto copete. Luis Cañas, Marqués de Riscal y Torre de Oña.

Buen drenaje de los caminos

En tiempo de vendimia, huelen a fruta. En esta edición, olían a miedo. El parte meteorológico garantizaba lluvia y frío sobre los viñedos. El agua tan deseada en la zona; tan rechazada por los ciclistas. Quedaban restos en forma de charcos en la salida, pero el cielo no mojaba a las 10.00 horas. «Menos mal, porque eso te rompe todo el día», celebró Juan Carlos Nájera, cabeza visible de la organización. Todos con los dedos cruzados en las manetas. Era mejor no mirar para arriba.

Empezó a llover a los pocos kilómetros. Ya daba igual. Los ciclistas bajaban hacia Elciego comprobando el buen drenaje de los caminos. «No es como en Los Monegros, por ejemplo, que organizamos otra prueba y allí cuando se embarra cuesta mucho pedalear», agrega el promotor de Orbea. Los participantes únicamente tuvieron que poner el pie en tierra en el repecho del Dolmen La Hechicera, uno de los puntos claves del trazado. Los ciclistas con los gemelos menos entrenados disfrutaron más del avituallamiento de Leza. Era la novedad del recorrido, escuchando las peticiones de los participantes. La clave del éxito.

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Hubo un dato esclarecedor. Pese al barro y las condiciones climatológicas adversas, los primeros en acabar firmaron una velocidad media de 28 kilómetros por hora. El año pasado, con tiempo seco, fueron 27 km/h. Subió el nivel fruto del aumento de la participación. Miguel Induráin volvió a ser uno de los principales reclamos. Los vinos buenos ganan con el tiempo como él, no se agrian. El cinco veces ganador del Tour es un gran reserva. También los había crianzas como Iban Mayo, Iñaki Isasi, Haimar Zubeldia, duchos en la disciplina. Koldo Fernández de Larrea e Iker Camaño, también de generosa trayectoria, trataron de ir en el grupo cabecero, pero no les quedó otra que ceder ante los que más andan. Los más tempranillos fueron los profesionales. Omar Fraile (Ineos) e Iván García Cortina (Movistar), de los que se atreven a competir sobre barro en invierno, o el joven belga Maxim Van Gils (Lotto), de los pocos que podrá contar a sus nietos que le arruinó una victoria a Pogacar en su histórica temporada de 2024 (Gran Premio de Quebec). Al trío se le sumaron los más preparados, Julen Zubero, todo un ganador de la Titan Desert, e Ibon Zugasti, 'el gallo'. En tres horas largas completaron los 102 kilómetros, con 1.850 metros de desnivel.

El resto fueron llegando a cuentagotas hasta bien entrada la tarde. Daba igual el estado y el tiempo invertido, el objetivo era cruzar la meta, no competir. El 80% de la participación llegaba de fuera de Álava. La mayoría con la promesa de volver en 2025, diga lo que diga el parte meteorológico. «Nos queda valorar y decidir si apostamos por que siga creciendo la participación, mantenerla o bajarla un poco. Tomaremos la decisión en los próximos días», expresó Juan Carlos Nájera. Las visitas a las bodegas y otras actividades culturales ponen hoy el broche a la excepcional cosecha de la Orbea Gravel Rioja Alavesa.

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