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Dennis, durante la 'crono'
Rohan Dennis transforma su rabia en oro

Rohan Dennis transforma su rabia en oro

El australiano arrasa en la 'crono' del Mundial y bate a Dumoulin, Campenaerts y Castroviejo, sexto

Miércoles, 26 de septiembre 2018, 17:51

Rohan Dennis creció solucionando las cosas a golpes. A diario -lo confesó el propio corredor australiano- se daba de tortas con su hermano mayor. Aquella infancia peleada les enemistó durante años. Sus padres, para quitarles energía, les metieron enseguida en la piscina. Horas y horas de natación. Así se hicieron más fuertes. Pero ni ese esfuerzo calmó a Rohan, que ya de ciclista explotaba rabioso cada vez que algo no le salía bien. Hasta la selección australiana tuvo que amenazarle con no convocarle si no se calmaba. El tiempo, ahora tiene ya 28 años, le ha enseñado a encauzar ese mal genio. Además, esta temporada todo le sale bien. Ganó las dos contrarrelojs de la pasada Vuelta y acaba de proclamarse campeón del mundo de 'crono' en el duro circuito de Innsbruck. Sin rival. El segundo, el holandés Tom Dumoulin, entró a 1 minuto y 21 segundos, empatado con el tercero, el belga Víctor Campenaerts. Jonathan Castroviejo acabó sexto, a 2.17, y fue protagonista de la escena que más duele: la de ser doblado. Dennis, que había salido un minuto después, le pasó por encima en el kilómetro 32, a falta de 20 para el final.

El circuito de Innsbruck, decorado de postal tirolesa, escondía un puerto de verdad y dos repechos que servían de puntilla. Dennis no titubeó en ningún momento. Cada referencia corroboró su dominio. «Cuando me meten mucha presión se me puede ir la olla», declaró una vez, cuando era más joven. Ya se controla. Puso su rabia a pedalear. Sabe hacerlo: es producto de la escuela del velódromo australiano. En 2015 le ganó el prólogo del Tour a Dumoulin, pero nunca había subido al podio de un Mundial cronometrado. Es su primer reloj y es de oro. Compitió solo y destronó al hasta ahora campeón, Dumoulin, segundo en el Giro, el Tour y también en Innsbruck. El holandés, al llegar, se quedó pensativo. Metido en una burbuja llena de decepción.

Si Dennis iba para nadador, Dumoulin no se ocupó en serio del ciclismo hasta que fue rechazado en la facultad de medicina. Sacaba buenas notas, pero no tanto. Ese portazo coincidió con la puerta que le entreabría el ciclismo. Ni siquiera sabía qué tipo de corredor era. Alto, delgado, holandés, rodador... Fue convocado por la selección amateur para una carrera en Portugal, el Trofeo Ciudad de Guarda, que incluía una contrarreloj. Dumoulin nunca se había subido a una bicicleta de 'crono'. Pidió prestada una. Y con esa leve experiencia ganó aquella etapa por delante de Nelson Oliveira. «Ese día descubrí que aquello se me daba bien», dijo. Se puso manos a la obra. A través de una web china, adquirió un cuadro de bicicleta a su medida y confirmó su talento en la contrarreloj del Giro Baby de 2010.

Hay contrarrelojistas que parecen leñadores. Otros, como Dumoulin, descienden del ciclista de seda, Jacques Anquetil. Elegantes, afilados, silueta fluida. Bailarines de puntillas frente a fardos de músculo. Dumoulin está tallado en el molde del mito normando. Sigue su camino: es un especialista en la lucha contra el tiempo que cada vez escala mejor. Pudo ganar la Vuelta a España de 2015, ganó el Giro de 2017 y ha sido este año segundo en el Giro, tras Froome, y en el Tour, solo superado por Thomas. Entre esos leñadores que tiene por rivales está el belga Campenaerts, un bruto con piernas de culturista que estuvo a punto de quitarle la plata en Innsbruck. Por centésimas. Campenaerts, campeón de Europa de la especialidad, es un futuro dominador del tiempo.

Tortura solitaria

En ese campeonato europeo, el fornido belga pudo con Jonathan Castroviejo, que si no fuera por el ciclismo hoy sería un licenciado en Empresariales. Le gusta la economía, en la vida diaria y también en el ciclismo. Y no hay modalidad más económica que la contrarreloj. Cada metro cuesta un pedazo de dolor. Cuando como en Innsbruck la prueba dura una hora, hay que hacer ejercicios de cálculo. Administrar los ahorros energéticos para compensar el gasto muscular que se añade cada cuarto de hora de tortura solitaria.

Castroviejo, uno de los mejores gregarios del mundo, comenzó a guardar monedas para Innsbruck en la última semana de la pasada Vuelta a España. Su equipo, el Sky, ya no tenía opciones de ganar la carrera. Eso le liberó. Se ahorró un par de etapas de montaña en Andorra. De ese fondo tiró en el circuito austríaco. Y, claro, de su silueta, la más encogida, la mejor de todo el pelotón mundial para hacerse camino en el aire. Castroviejo es pura aerodinámica. Pero tuvo la desgracia de salir antes que Dennis, la escoba que barrió la 'crono'. Había logrado una prometedora primera referencia, pero verse doblado le hundió. De hecho, Dennis dobló a todos; a todos les sacó más de un minuto. De su rabia infantil ha extraído oro.

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