Roglic le quita a Alaphilippe la Lieja-Bastogne-Lieja en el último palmo

Hubo silencio. Tras las voces que lanzó Hirschi, indignado con la maniobra de Alaphilippe, todos callaron. ¿Quién ha ganado? A Alaphilippe se le cortó la celebración antes de salir de la garganta. No lo esperaba. No pensó nunca en Roglic, ni en Pogacar, ni en Mohoric, los tres eslovenos que venían con ellos. Su ojos eran solo para Hirschi, el que le había respondido en la cuesta de La Redoute. Y el que incluso había tratado de dejarle luego en un repecho. Era el peligroso. Se obsesionó con él , hasta el punto de echarse encima. Error. Fue como ponerle una zancadilla. Cuando ya se sintió vencedor, Alaphilippe notó que Roglic, el inesperado, le había adelantado por la derecha. ¿A tiempo para quitarle la clásica? Sí. Por unos centímetros.

La victoria de Roglic facilitó el trabajo de los jueces de la carrera. Quizá les hubiera costado más sancionar a Alaphilippe si hubiera ganado. Así tomaron la decisión enseguida. Sancionaron al campeón del mundo por maniobra irregular y le colocaron quinto en la tabla, el último de los que habían disputado ese sprint entre elegidos. Tras Roglic se clasificaron Hirschi, que pudo haber ganado, Pogacar y Mohoric. La Decana ya tiene otra buena historia que contar.

Íñigo Elosegui ha crecido escuchando historias así en las sobremesas. Su abuelo, José Antonio Momeñe, acabó cuarto el Tour de 1966 y disputó clásicas como el Giro de Lombardía y la Milán-San Remo. El joven ciclista vizcaíno transita este año por su primera temporada profesional. Le ha coincidido el debut con la pandemia, que ha tachado buena parte del calendario. Así que es mejor no perder el tiempo. Cuando esta edición de la Lieja-Bastogne-Lieja apenas había comenzado, Elosegui se metió en la fuga que iba a durar 200 kilómetros. En ese grupo estaban Schar, Gooessen, Molly, Goldteiin, Ferron, Ourselin, Mader y, según anunció 'Radio Vuelta', 'The Lion of Zierzena'. El León de Zierbena. La decana de las grandes clásicas ya le conoce por su nombre y su apodo.

En el pelotón, las caídas apartaban candidatos como Van Avermaet y Adam Yates. En otro tropiezo, doloroso, Caruso y Barguil quedaron sentados sobre el quitamiedos. Resignados. También patinó Alaphilippe, que hasta tuvo que cambiar de zapatilla derecha en marcha. El francés sí logró enlazar y entrar en la pelea que se avecinaba . La montó él en La Redoute, donde Landa ya estaba descartado, y donde emergieron los mejores, los esperados.

Alaphilippe, que estrenaba su maillot arcoíris, quería mandar sobre el mundo ciclista. Aceleró. Hirschi no se arrugó. La escena se repitió en la Roche aux Faucons, la última cota. Ahí les aguantaron Pogacar y Roglic, a quien había protegido Dumoulin. Desde la cima faltaban 13 kilómetros hasta Lieja. Mohoric, rey del vértigo en el descenso, dejó atrás al grupo de Van der Poel, Woods y Kwiatkowski, y les atrapó a 300 metros del final, A tiempo para lanzar el sprint que sanciona a Alaphilippe, amarga a Hirschi y rescata a Roglic. «Me han pasado muchas cosas estas últimas semanas. Ganar aquí es increíble», dijo el esloveno, que sale de la tumba que le cavó el Tour.