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Bajo el título 'Landismo', una docena de autores acaban de publicar un libro sobre Mikel Landa, que no ha conquistado ninguna gran vuelta, pero que ha desempolvado esa vieja tradición ciclista que adora a los que apenas triunfan. «¡Tranquilos, que no voy a ganar este ... Tour!», soltó antes de la salida en Bilbao de la pasada edición de la ronda gala. Era un mensaje claramente dirigido a sus seguidores, los 'landistas'. En el libro, Ander Izagirre rescata una frase del escultor Jorge Oteiza que cuadra con esa declaración del corredor alavés: «No voy a ensuciar mi currículo de fracasos con un éxito de mierda».
Camino de los 34 años y con una carrera profesional que comenzó en 2009 con el maillot del equipo Orbea, Landa enfila la parte final de su trayectoria deportiva. Ha visto cómo se jubilan la mayoría de sus viejos rivales. Y ha comprobado que los nuevos, jóvenes como Tadej Pogacar y Jonas Vingegaard, no están a su alcance. Al final de esta temporada concluye su contrato con el conjunto Bahrain, donde durante tres campañas ha tenido galones de líder y ha sido cuarto en el Tour 2020 y tercero en el Giro 2022. Ahora, su cotización en el mercado de fichajes ha cambiado. Le han llegado varias ofertas, aunque ya no le quieren como patrón, sino como gregario. Su futuro, a falta de la confirmación oficial, parece estar en el conjunto belga Soudal Quick-Step. Su misión allí sería la de ayudar en la montaña a uno de los nuevos reyes de la carretera, Remco Evenepoel.
El actual campeón del mundo, de sólo 23 años, es el único por ahora que aspira a alcanzar la talla de Pogacar y Vingegaard. Evenepoel, ganador de la Vuelta a España 2022 y de la última Clásica de San Sebastián, aún no ha pisado el Tour. Lo hará en 2024. Su equipo apenas tiene escaladores. Cuesta arriba es una escuadra menor frente al Jumbo de Vingegaard y el UAE de Pogacar. El compacto corredor belga necesita gregarios del nivel de Landa. Hay sintonía entre las dos partes. El alavés asume su nuevo papel y Patrick Lefevere, mánager del Soudal, logrará con la contratación de Landa un argumento para retener a su líder. A Evenepoel le ha tentado el multimillonario Ineos, buque insignia del ciclismo británico, pero esa vía parece cerrada. Seguirá en su actual escuadra, a la que con toda probabilidad se incorporará el escalador de Murgia.
Landa ya conoce el oficio que le espera. De hecho, le fue bien como gregario. Su primer destello profesional sacudió la Vuelta a Burgos de 2011. Era un recién llegado al Euskaltel-Euskadi. Le mandaron tirar del pelotón en favor de Samuel Sánchez camino de las Lagunas de Neila. Tiró tanto que Samuel no pudo seguirle. Se quedó a solas con 'Purito' Rodríguez y Juanjo Cobo. Ya puestos, los batió. Lo hizo como si nada. Éxito. El 'landismo' todavía no había nacido.
Esa 'corriente ciclista' empezó a fraguarse durante el Giro de 2015, cuando Landa se sintió, porque lo era, el más fuerte de la carrera. Se vio a la altura de Alberto Contador. Pero en su equipo, el Astana, la apuesta era el italiano Fabio Aru y frenaron al alavés. Su tercer cajón en el podio final de Milán fue amargo. Acabó entre lágrimas. Tiempo después, Giuseppe Martinelli, entonces director del Astana, reconoció que se había equivocado de líder. Era Mikel y no Fabio. Tarde.
Como gregario de Chris Froome en el Sky, Landa terminó cuarto el Tour de 2017, a apenas un segundo del tercer puesto que ocupó el francés Romain Bardet. En aquella edición, el alavés se metió en dos fugas que pudieron haber cambiado su destino. Pero su propio equipo las echó abajo. El 'landismo' florecía con un lema: 'Free Landa'. Libertad para Mikel. No la encontró del todo en el Movistar, donde compartió el trono con Alejandro Valverde y Nairo Quintana. Y sí la ha disfrutado en el equipo Bahrain. Lo malo es que el ciclismo ya corre a la velocidad inalcanzable de otra generación, la de Pogacar, Vingegaard y Evenepoel, el líder que ha elegido a Landa como guía montaña para la próxima batalla en el Tour.
En el libro 'Landismo' se define al 'landista' como el aficionado que se mueve entre la esperanza y la resignación, que aprecia el espectáculo por encima del resultado. Landa, cosas de la edad, da un paso atrás en su carrera. Vuelve a ser gregario, el oficio en el que estuvo más cerca del éxito. A ver si, como dijo Oteiza, todavía va a «ensuciar su currículo» con un gran triunfo.
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