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Mikel Uriarte
Domingo, 28 de marzo 2021
Cuarenta y seis años después, el Tour de Francia volverá a pasar por Álava. Aún se desconoce la cuantía del kilometraje, pero la 'Gran Boucle' surcará algunas cunetas provinciales para satisfacción de los muchos irreductibles seguidores del pedal. El impacto mediático está asegurado y ... la posibilidad de ver de cerca una vez más a los mejores corredores del momento son argumentos para celebrar dicho momento. Será el 2 de julio de 2023.
Queda lejos, sí, pero ya hay quien tiene marcada la fecha en su calendario particular. Esta vez no habrá que desplazarse hasta los Pirineos para ver al pelotón. Los mejores vendrán a casa. «Todo es positivo, tanto si es una salida como si es una llegada. Se trata de un acontecimiento con un impacto brutal. El País Vasco tiene todos los alicientes para el deporte del ciclismo», corrobora Sebastián Pozo a EL CORREO. Lo sabe bien el excorredor del mítico Kas porque lo vivió en primera persona en la edición de la ronda gala de 1977, cuando su compañero, José Nazabal, se impuso en la tercera etapa con llegada a Vitoria. «Fue un día memorable para él y para todo el grupo. Desde Salvatierra hasta Vitoria estaba la carretera llena de pintadas», rememora el que fuera corredor vitoriano. En aquella edición, Pozo hizo segundo en la jornada que concluyó en Chamnonix y séptimo al día siguiente en Alpe d'Huez.
José nazabal
Aquel inolvidable 3 de julio, Nazabal se encargó de prender la mecha de una gran carrera con una hazaña heroica que culminó tras 115 kilómetros fugado. Obtuvo más de cinco minutos de renta sobre el pelotón para escribir una página inimaginable y sentir el aliento del inmenso gentío que se agolpaba en la meta, situada en la Avenida de Los Olmos, a la altura de la fábrica embotelladora de Kas. En plena subida de Ezkurra, camino de Leiza, dejó a sus compañeros de aventura para buscar la gloria en solitario. «Fue impresionante, todo en casa y encima era domingo. ¿Qué más se podía pedir?», describe el triunfador de aquella jornada.
Tres puertos, 260 kilómetros y algún que otro incidente aderezaron una etapa descomunal con salida en Oloron. «En la muga con Navarra pusieron un 'petardo' y hasta entonces casi íbamos parados por la amenaza que había», describe quien tras aparcar la bicicleta sería mecánico de Euskaltel. Agradecido con el trabajo de sus compañeros, pasó de la alegría a la tristeza al tener que abandonar días después la ronda gala. En un descenso camino de Ginebra se fue al suelo y su muñeca no aguantó el impacto. «En la etapa de la mañana. camino de Morzin, me vendaron. Por la tarde, tras hacerme una radiografía, vieron una fisura y me volví para casa», cuenta desde su caserío del Goierri.
Sebastián pozo
Nazabal celebra como buen aficionado al ciclismo la gran salida de ronda francesa en 2023 desde Bilbao. «Las estructuras de ahora no son como las de nuestra época. Ahora van con dos autobuses, algún camión y cuatro o cinco coches. La organización es tremenda y eso se va a notar en Bilbao durante varios días. Además, la caravana del Tour es gigantesca. Por eso es la mejor carrera del mundo», manifiesta desde su experiencia de haber vivido dicha prueba de dos modos diferentes.
Aquel Kas estaba dirigido por Eusebio Vélez de Mendizabal y Antón Barrutia. El aquella edición, el director vizcaíno aleccionó a un grupo de corredores capaces de codearse con estrellas como Ocaña, Merckx o Bahamontes. Y cerca estuvo con su buen hacer de que Paco Galdos se subiera al podium final de los Campos Elíseos. El vitoriano concluyó en cuarta posición, a casi ocho minutos de Bernard Thevenet.
Paco galdos
Galdos Fue ejemplo de fidelidad a unos colores. Defendió el maillot de la firma vitoriana durante toda su trayectoria profesional, a excepción de su último año en Kelme. «En el 69 yo era un chaval y recuerdo competir con Merckx. Parecía un león sacado de una jaula, qué forma de pedalear», describe del campeón belga. Galdos también recuerda con emoción lo acontecido aquel 3 de julio de 1977. «Teníamos 256 kilómetros, algo que hoy en día ya no se ve. Fue una jornada más bien tranquila para nosotros al tener a José por delante escapado. Era un gran ciclista y me acuerdo que ganó en Urkiola el Campeonato de España de montaña», apunta Galdos. Pero no sólo los kilometrajes son diferentes actualmente a los de aquellos tiempos. También la preparación y la equipación. «Había carreras en las que disputábamos tres etapas en un día, desde las seis de la mañana hasta las ocho de la tarde. Con aquellos culottes que tenían unas costuras que te dejaban unas marcas tremendas».
Sin casco, pero con la gorra del equipo calada se jugaban el pellejo en cada bajada. Con el paso de los años, Galdos se convirtió en una suerte de embajador del Kas en citas de relevancia. Un año antes de que la carrera llegara a Vitoria, tomó parte en París en la presentación del itinerario de aquella etapa con final en la capital alavesa. «Me dijeron desde el equipo que acompañara a Alcalde y Urraca. Estuve al lado de la hija de Félix Lévitan, entonces capo del Tour. Ella me habló ya aquel día del recorrido y de las alternativas que, por ejemplo, debían buscar a un puente por el que la caravana no podía transitar. Lo tenían todo planificado». Ahora, toca dibujar un nuevo trazado casi medio siglo después.
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