Mohoric entra ganador en la meta de Libourne. ep
Tour de Francia

Mohoric reivindica al Bahrain tras la redada y Pogacar ejerce de patrón

El esloveno culmina la última fuga del Tour en Libourne y el líder ordena ralentizar la etapa tras una caída masiva

Viernes, 16 de julio 2021, 17:36

Eddy Merckx pisaba las calles de Mourenx 52 años después de su victoria allí, la más abrumadora. Era entonces el líder destacado en aquel Tour de 1969. Aun así, se fugó en el Tourmalet e inició una escapada loca de 145 kilómetros hasta Mourenx. ... El ciclismo supo ese día que tendría que enfrentarse a un fenómeno desconocido. Ni Coppi, ni Anquetil, ni ningún otro campeón anterior habían hecho algo igual. Merckx no sólo ganaba; asustaba incluso cuando no le hacía falta. Nadie ha dominado nunca este deporte como él. Y ahí estaba, con 76 años, saludando en la salida a los corredores del Tour actual.

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Se abrazó con Cavendish, el único que como él ha ganado 34 etapas. El británico quería dejarle atrás y batir el récord en la meta de Libourne, 206 kilómetros más allá. No pudo. No hubo sprint porque llegó la fuga. Y la victoria fue para el más fuerte de ese grupo, el esloveno Matej Mohoric, que ya había vencido en Tignes y que, con dos dedos cerrándose la boca, reivindicó a su equipo, el Bahrain, tras la redada policial antidopaje del miércoles.

A Cavendish le queda la bala del domingo en París. «Puedo batir el récord de Eddy pero nadie se puede comparar con él», repetía. Cierto. El viejo 'Caníbal' belga se cruzó también en Mourenx con Tadej Pogacar, el líder de la Grande Boucle. A Merckx le gustan los ciclistas así, ambiciosos. De su escuela. Y Pogacar, como motivado por la presencia del mito, ejerció de patrón ya en carrera. A su manera, intimidó.

La etapa llevaba sólo unos kilómetros. Era el último día para las fugas, para los que no han ganado aún nada. La salida fue veloz. Van Moer pisó mal la cuneta y se fue al suelo. Provocó una montonera que relegó, entre otros, a Laengen y Majka, dos gregarios del líder esloveno. Ajenos a ese tropiezo, por delante aceleraron Skujins y Kwiatkowski. De inmediato, Pogacar salió a por ellos. Negando con la cabeza. No le gustó que atacaran mientras los caídos trataban de reintegrarse al pelotón. Le afeó la conducta a Kwiatkowski y el polaco, cabeza baja, pareció decirle que sólo estaba ahí para controlar a Skujins. La actitud del líder impuso la calma. Nadie más se movió hasta que sus gregarios volvieron al grupo.

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Merckx acababa de cumplir 24 años cuando inició en Mourenx su era de dominio en el Tour. Pogacar cumplirá 23 en septiembre ya con dos ediciones de la Grande Boucle en su palmarés. El 'Caníbal' belga seguía la etapa desde uno de los coches de la dirección de la carrera. Seguro que lo pasó bien. Se reconoce en un ciclista como Pogacar, que ha ganado tres etapas de montaña y que lleva tres maillot, el amarillo, el blanco de mejor joven y el de lunares de mejor escalador. Merckx ganaba, simplemente, porque podía hacerlo. Sin concesiones. Como si cada carrera fuera la primera y la última a la vez. Así ha corrido Pogacar este Tour.

Cavendish renuncia al sprint

La satisfacción de Merckx creció al comprobar que la fuga iba a impedir que Cavendish le apartara del récord de victorias de etapa. El belga, ya abuelo, sigue siendo competitivo. Tiene intacto ese gen. Así que lo pasó bomba viendo cómo se jugaban la etapa los veinte escapados mientras Cavendish renunciaba.

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Pero no era una fuga fácil. Nunca lo es coger el último vagón. La escapada se formó por turnos. En el primero se metieron casi de salida Mohoric, Clarke, Rustch, Bonnamour y Zimmermann, que es alemán y corre en un equipo belga. Por eso, por las inundaciones que han llenado de luto esos dos países, lucía un brazalete negro. Detrás, al paso por Mont de Marsan, se formó otro grupo. En esa localidad taurina vivió Luis Ocaña, uno de los pocos que se rebeló ante la dictadura de Merckx. Como si hubieran respirado ese aliento indomable, saltaron una veintena de corredores, entre ellos, Omar Fraile y tres del Movistar, Valverde, Arcas y Cortina, un candidato al triunfo.

Ese grupo se partió en dos: los que insistieron y los que claudicaron ante la persecución del pelotón. Omar y el trío del Movistar se dejaron coger. «No tenía mi día», alegó Cortina. Perdieron el último tren del Tour. En cambio, Pedersen, Ion Izagirre, Ballerini, Politt, Laporte, Van Avermaet, Walscheid, Valgrem, Bernard, Dillier, Van Moer, Stuyven ,Theuns y Theunissen alcanzaron a los cinco de la escapada inicial. Ya eran veinte. Muchos. El pelotón se rindió. Cavendish no iba poder dejar atrás a Merckx, que saludaba al público desde el coche.

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La victoria estaba en un repecho a 25 kilómetros de Libourne. «Era un terreno de esos que se pega, de repechones», describió Izagirre, que no tuvo fuerzas. Los veinte de la fuga se dieron de tortas. Y cuando ya nadie podía más, Mohoric sí pudo. Con todo el desarrollo metido. Pedalada profunda. A cámara lenta. Potencia. El excampeón del mundo juvenil y sub'23 enfiló solo hacia la meta. La alcanzó. Tuvo tiempo para enseñar el maillot de su equipo, el Bahrain, y con la mano enviar un mensaje para los que dudan de esta escuadra. Dos noches atrás, el Bharain había sido objeto de una redada policial en busca de algún indicio de dopaje. Eso destapó mil sospechas, dudas y comentarios. Mohoric les mandó callar. «Me hicieron sentir como un criminal y no tenemos nada que esconder», dijo.

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