«El mejor equipo de la historia»

Ahora que el ciclismo español ocupa un segundo plano en el ciclismo internacional, la memoria engrandece aún más el tamaño de aquella selección olímpica. «El equipo funcionó a la perfección tanto en la carrera como fuera», recuerda Samuel. «Fuimos una piña». Por eso supieron intercambiarse los galones.

Freire, el gran candidato, llegó con una catarro mal curado. Correr en un circuito que parecía una sauna le ahogó. A Valverde, la segunda baza, no dejaba de vigilarle el italiano Paolo Bettini. Así llegó la prueba a las vueltas del exterminio. Contador se vistió de gregario. Y emergió la figura de Sastre, el capitán. «Vamos a jugar al despiste», ordenó. Valverde se quedó al lado de Bettini. Entonces apareció Samuel, el tapado. Salió a los ataques de Andy Schleck. Se fue con el luxemburgués y con Rebellin. Luego, a rueda de Cancellara se les juntaron Rogers y Kolobnev. Seis ciclistas para tres medallas.

El trabajo de todo equipo quedaba en manos de Samuel. «He bajado piñones, he cerrado los ojos y he dicho: 'A tope'», contó ya cruzada en la meta y con el oro al cuello. «La medalla es de todos», de las cinco piezas del «mejor equipo de la historia».