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Siete horas y 195 kilómetros después de la salida en la explanada en San Mamés, Samuel Sánchez cruza la meta de 'L'Étape By Tour de France' instalada en el Parque de Etxebarria. En las piernas tiene las pecas del barrillo que le han marcado ... los aguaceros que han caído sobre el mismo trazado que tendrá el 1 de julio la primera etapa del Tour. En esta marcha le han acompañado casi dos mil cicloturistas. Por un día, todos se han sentido dentro del Tour. Parte de él. Para el banderazo de salida oficial aún quedan más de dos semanas, pero la Grande Boucle ya está aquí. Sus apóstoles, vestidos de amarillo, lo anunciaron este domingo en una peregrinación a pedales por las carreteras de Bizkaia.
«Nos ha caído la del pulpo», comenta Samuel, campeón olímpico y embajador de esta prueba cicloturista. La pantalla del potenciómetro le marca una velocidad media de 30 kilómetros por hora (hubo varios parones para compactar la enorme hilera de participantes). «Los ciclistas del Tour irán a 42 kilómetros por hora. Los que han estado en esta marcha van a alucinar cuando vean pasar a toda velocidad a los profesionales por las mismas cuestas», apunta el corredor asturiano formado en la Fundación Euskadi de Miguel Madariaga, su padre deportivo.
Le gusta el recorrido, sin un metro llano. «Aquí es imposible diseñar una etapa llana», subraya. Cierto. «Me han salido casi 3.400 metros de desnivel acumulado», recuenta. Sin grandes puertos, el trazado que abrirá el Tour 2023 es un tobogán que lima las piernas. Dice Christian Prudhomme, director del Tour, que la ronda gala es un «monumento nacional» que Francia comparte con el mundo. A Euskadi, tras un larga espera -San Sebastián fue la Gran Salida en 1992- le toca ahora, del 1 al 3 de julio con tres etapas: Bilbao-Bilbao, Vitoria-San Sebastián y Amorebieta-Baiona. La capital vizcaína será el inicio de la ronda gala y fue este domingo la salida de la prueba cicloturista del Tour. Una fiesta.
A las 8.00 de la mañana, una marea amarilla de dos mil bicicletas parte desde San Mamés mientras, al lado, se manifiesta y pita un grupo de ertzainas. Durante seis minutos cruzan ciclistas bajo la pancarta tras el corte de cinta a cargo del alcalde de la ciudad, Juan María Aburto, acompañado por los concejales Amaia Arregi y Xabier Ochandiano.
'L'Étape By Tour de France' es un premio para todos los inscritos, procedentes de once países. Por un día los cicloturistas se pueden sentir corredores del Tour. Surcan el tramo neutralizado por las calles de la ciudad. En la Alameda Rekalde la calzada está empapada. «Han regado el campo, bien», bromea un participante. Las bicicletas comienzan a mancharse. Es el anuncio de lo que viene. La caravana enfila la subida a Enekuri. Bilbao a la vista. Es como si las casas hubieran rodado ladera abajo hasta juntarse a orillas de la ría. De una de esas calles era Juanto Uribarri, creador de 'altimetrias.net', la guía de tantos cicloturistas. Permanece ese eco. Falleció hace unos días disfrutando de su pasión: la bicicleta. La Etapa le echa de menos.
El ritmo crece. «Esta bici tiene algo, me frena en la subida», comenta un ciclista mientras guiña un ojo. «Suave, suave, que ya hay terreno para correr», aconseja otro. Cierto. A ritmo contenido se sube hacia Lauro y luego Unbe desde Laukiniz. El coche que abre la prueba ralentiza la marcha para que se produzca el reagrupamiento. La Etapa del Tour baja a la dársena de Lamiako, cruza junto al Puente Colgante y se dirige a la inquieta costa. Sube y baja.
El tiempo no coopera. Avisa con unas gotas lo que luego, ya en la postal de San Juan de Gaztelugatxe y en Bermeo, se convierte en un diluvio repentino. Alivio para el bochorno y peligro para la estabilidad de los ciclistas. Hay varios resbalones. Heridas. La Etapa del Tour es un oleaje de montañas enmarcado en las mejores estampas vizcaínas, Urdaibai, Laga, Laida... De vuelta a Bilbao, los grupos se reducen. Cada uno con sus fuerzas por Morga y el Vivero. La puntilla espera en Pike Bidea, dos kilómetros violentos donde alguno pone pie a tierra. Un cicloturista inglés pregunta en su lengua cómo es Pike. Los ciclistas que le rodean se miran. Nadie sabe cómo decir 'muy empinado' en inglés. El de mente más ágil usa la mano y la pone en posición vertical. Entendido.
La meta aguarda tras saltar la última valla, la subida desde el Ayuntamiento de Bilbao hasta el Parque de Etxebarria. Muchos entran de la mano. Otros hacen el gesto de la victoria. Todos ganan. ¿Quién vencerá el 1 de julio? «Van Aert», coinciden la mayoría. «Nosotros iremos a Pike a ver el paso del Tour», anuncia un grupo de Sopela que ha subido al podio amarillo para sacarse una fotografía. Quieren un recuerdo de cuando por un día fueron parte del Tour de Francia.
Ander Bustos, Juan Ivorra, Teo González y Aritz Zarandona. Son de Barakaldo, Getxo y Meñaka y conocían el recorrido a la perfección, a excepción de la subida de Pike Bidea. «Nos ha matado, es lo más duro que hemos hecho», reconocían. Por lo tanto, no tienen dudas de que «los del Tour van a sufrir mucho en Pike, en el Vivero, Morga y San Pelayo, pero se van a enamorar de las vistas».
Rubén Gaudes, natural de Teruel, no se pierde ninguna de las carreras que se celebran por este entorno, ya que su pareja reside en Bilbao. «Esta la tenía fichada desde hace mucho tiempo, es una oportunidad única hacer la misma etapa que hacen los profesionales. A pesar del sufrimiento, he disfrutado mucho, todo estaba perfecto», comentó.
Alonso Decia, Lucía Alfonso, Carlos García, Claudio Frecha y Juan Urrego proceden de Colombia, Argentina y Venezuela, y viven en Bizkaia. ¿Cómo se conocieron? Gracias al ciclismo. «La pasión y la carretera nos juntó», comentan. Por lo tanto, no podían faltar en esta prueba. «Teníamos que hacerla. Hay unos paisajes espectaculares y el ambiente ha sido muy bueno».
En L'Etape participó gente de todo el mundo. Un buen ejemplo de ello es Dmitri Soptsenko, estonio que disfrutaba de sus vacaciones en Málaga y no dudó en viajar a Bilbao. «Era una gran oportunidad para conocer la ciudad y sus alrededores con la bici. Me ha encantado porque está todo rodeado de naturaleza: montes, mar…», declaró satisfecho.
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