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Entre las características que definen a un campeón está el saber aprovechar las oportunidades. Primoz Roglic se presentó en la Tirreno-Adriático sin estar en plena forma y tres meses después de pasar por el quirófano para curarse el hombro derecho de una mala caída. ... Sin depilar su piernas siquiera. Suponía que iba a perder tiempo el viernes en la dura subida a Sassotetto ante escaladores como Mikel Landa y Enric Mas. Pero el temporal de viento obligó a poner la meta más abajo y frenó la carrera. El esloveno, que no pudo responder a los ataques, al final remontó, ganó la etapa y se vistió de líder. El viento le trajo esa oportunidad. Y no la ha desaprovechado en la jornada siguiente, la del tortuoso y duro circuito final en Osimo, un pueblo silencioso, de arcos y calles verticales y adoquinadas. Bello escenario para la tortura.
El Bahrain de Landa movió a Arntz y Buitrago en el tramo final de la sexta etapa. El Jumbo de Roglic, bien escoltado por Van Aert, Kelderman y Benoot, no les concedió nada. Ni al Bahrain, ni al Movistar de Enric Mas. El balear ordenó a dos de los suyos, Verona y Aranburu, moverse. Acataron. Y atacaron en compañía del peligroso Vlasov, situado a sólo 21 segundos de Roglic. Ahí pasó un apuro el líder, que había perdido a Kelderman por caída. Se lo solucionó otro equipo, el UAE, que defendía la plaza en el podio de Almeida.
En la última vuelta, en pleno muro adoquinado, Landa se soltó. A tope. El alavés es protagonista en cada carrera que disputa este inicio de temporada. Esquivando bolardos, subió la cuesta. Los puso a todos al límite. Almeida, Carthy y Roglic resistieron. Luego llegaron Hart, Ciccone y Enric Mas. El alavés fue el seleccionador. Redactó la convocatoria para el examen final en el kilómetro y medio en cuesta que precedía a la meta en Osimo. Llegada explosiva. No es el hábitat de Landa. Y cada vez lo es más de Enric Mas. El corredor del Movistar le arrancó a Roglic en sus narices. Hart se unió al duelo, aunque se quedó encerrado. Landa y Almeida estaban allí, pero ya sin reprís. Todos tenían la ocasión de vencer y la aprovechó -por tercera vez en esta edición- el que suele hacerlo, Roglic, al que le queda una etapa de paseo para ganar otra vez la Tirreno-Adriático.
Hay otro esloveno que se mide menos. También Tadej Pogacar está a un día de imponerse en otra carrera, la París-Niza. En la séptima etapa, con final en el largo, áspero y duro puerto de Couillole, dejó hacer al equipo Jumbo, el de Jonas Vingegaard. Cuando el danés, a 6 kilómetros del final, quiso dejarle atrás, respondió a su manera: con un contraataque. Se les sumó a la pelea el francés David Gaudu. De ahí hasta el final, el galo y Pogacar parecieron mejores que Vingegaard, que perdía metros y los recuperaba. La resolución fue al sprint. Pogacar no tuvo rival. Le queda la nerviosa y explosiva etapa de Niza para poner su nombre en la 'carrera del sol'. Lo que ya ha conseguido es dar un golpe psicológico a Vingegaard, su verdugo en el pasado Tour y su gran adversario en la próxima edición de la ronda gala.
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