¿Cómo se hace el recorrido de una Itzulia?

Tras ese contacto con las instituciones, Laiseka empieza el proceso. Hay que amoldarse a una serie de criterios, como son la seguridad y la distancia. «Hoy en día tienes que andar sobre 160-170 kilómetros, en Leitza nos salieron casi 200. pero el ciclismo se ha reducido y tienes que amoldarte a esas distancias para hacer etapas más atractivas».

Después los organizadores tienen muy en cuenta los consejos y criterios de ciclistas y exciclistas de la zona, que les ponen sobre la pista de determinadas subidas o zonas por donde pasar para hacer una etapa más interesante. «Este año en la etapa de Santurtzi pedimos consejo a Omar, el pasado año en Amurrio nos ayudó César Solaun...». En Leitza hablaron con Mikel Nieve, «aunque era una etapa que estaba hecha de hace un par de años, y nos puso sobre la pista de una subida de hormigón que se ascendió hace bastante tiempo en una Vuelta a Navarra de aficionados. Queríamos terminar arriba, pero se demoró demasiado el tema del asfaltado y tuvimos que cambiar de planes», explica.

Entre los consejos de ciclistas, los conocimientos propios y el «Google Maps, que ayuda mucho», Laiseka va componiendo las seis rutas de la Itzulia, con un elemento importante estos años que es «el intentar pasar al menos una vez por la localidad de llegada para que los aficionados vean pasar a los corredores». Una vez con todos los elementos, Laiseka y sus colaboradores hacen el recorrido en coche donde van analizando todos los aspectos relacionados con la seguridad. «Bolardos, rotondas, pasos elevados, si es mejor entrar por un lado o por otro... Lo miramos todo y tardamos siete u ocho horas en hacer el kilometraje, porque vamos apuntando todo». Además, es fundamental ese análisis porque a veces, lo visto en los mapas no se corresponde con la realidad y no da pie a que un pelotón pueda pasar por esas carreteras con garantías, «lo que nos obliga a tener trazados alternativos».

Laiseka reconoce que recibe muchas llamadas de posibles escenarios de la Itzulia, aunque no todos son válidos. Sin embargo, en el caso del muro de Hika, la gran novedad de este año, admite que fue «el ayuntamiento de Villabona el que dijo de terminar allí arriba. Faltaba un tramo por asfaltar, pero ellos se encargaron de todo para que los corredores pudieran llegar».

Una vez que está todo atado, queda por recibir el visto bueno de la UCI y de las asociaciones de ciclistas. Laiseka reconoce que «ahora hacer una llegada es muy complicada, las ciudades están hechas para andar, no para coches. Por ejemplo Amorebieta no tiene un semáforo, todo son rotondas y pasos elevados y cada día es más complicado. Hay que salir a las afueras y eso hay que hacerle entender a los ayuntamientos. Pasó en Leitza con esa rotonda cerca de meta, pero no había otra opción».

En este sentido, entiende las críticas por el recorrido porque «siempre hay que aprender de todo. Ya dije que esa etapa de Leitza era complicada... Entiendo a los corredores porque yo también lo he sido, pero te tienes que poner en el lado del organizador y entender que es muy complicado encontrar pueblos que inviertan en ciclismo. Por eso creo que tenemos que llevarlo lo mejor posible entre todos».