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gaizka lasa
Martes, 9 de abril 2019, 08:07
Siempre transmitió calma y serenidad. También lo hace hoy, el día más tenso de la Itzulia. Llega el 'sterrato' del Valle de Egüés, y con él un punto de inquietud y zozobra en los corredores. El pelotón se adentra en zona de labradores, ... como Miguel Induráin padre. Él es el culpable de la cosecha de éxitos de su hijo, al comprarle una bici después de que, con 11 años, le robaran la que tenía cuando le ayudaba en tareas del campo. Ahora, después de una carrera plagada de grandes victorias, Miguel Induráin hijo sigue disfrutando del ciclismo, pero a un ritmo mucho más pausado, y es la persona ideal para analizar la segunda etapa de la Itzulia, la de los caminos de tierra que pasan muy cerca de su casa.
Lo primero que dice al recorrer las pistas campestres que atravesarán hoy los ciclistas es que «esto antes no estaba así, sino bastante más regular en algunos tramos». Miguel nunca habla mal, en negativo. Prefiere los eufemismos. Escuela Reynolds y Banesto. «Yo no ando mucho con bici de monte, pero sé que estos caminos antes no estaban así. Ya decía yo. Cuando me dijeron por dónde pasarían, me extrañó mucho. Pero bueno, si los han acondicionado... Ni tan mal».
Una vez hecho el recorrido, con su compostura de roble, apaga la alarma de quien más puede temer un infierno por el Valle de Egüés. «Hay un repecho bastante duro, pero no muy largo, a la salida de un polígono donde la carretera se va a estrechar -el muro de Badostain, de un kilómetro al 7% de desnivel medio- que estirará bastante el pelotón, pero luego ya se entra en un terreno de sube y baja, sin grandes pendientes, con algunos tramos de tierra por caminos rurales donde lo fundamental será rodar bien colocado y evitar cualquier tipo de percance».
En este sentido, asegura el anfitrión que «lo más difícil será entrar adelante en esos primeros tramos de tierra. Entre la guerra que se desate por las posiciones y el calentón del repecho, será complicado. A partir de ahí, no creo que los líderes tengan mayores problemas para defender su posición delantera».
Y no le parece que el aspecto técnico vaya a ser decisivo. «Ahora los chavales del pelotón ProTour hacen de todo, pasan este tipo de tramos cada vez en más carreras y saben adaptarse bien a todo tipo de terrenos. Además, también hay muy buen material en los equipos y pueden solventar determinadas dificultades. Es difícil que alguien sorprenda en este nivel», analiza el pentacampeón del Tour.
Ahora bien, Miguel Induráin advierte. «Por este tipo de terreno siempre tienes que ir con cuidado porque no agarra como la carretera convencional. Hay curvas en bajada, en cuestas no muy pronunciadas, pero donde se irá a mucha velocidad. Y si llueve, todavía es más difícil porque la tierra no agarra igual. Pero hoy en día, en el ciclismo moderno, esto está a la orden del día. En la Strade Bianche y en otras carreras te meten este tipo de terrenos. La mayoría del pelotón ya conoce lo que es».
Si bien ni la dureza de la orografía, ni la cuestión técnica arrojan demasiada complicación a los 4.800 metros de 'sterrato' de la etapa de hoy, lo que sí entrañará más dificultad, según Induráin, será «la tensión que se generará en el grupo para entrar en cabeza al repecho de Badostain. Todos los favoritos querrán rodar adelante y ahí se desatará la guerra. Para mí éste será el punto clave de la jornada», dice a su paso por el muro que da paso a los tramos de 'sterrato'.
Según el de Villaba, lo más difícil no estará en los tramos de tierra y cemento sino antes de llegar a ellos. «A partir de pasar el repecho, ya será ir colocado, seguir el ritmo alto que se imprima y tratar de evitar percances por caídas o averías para no quedarte cortado. Al final, son bastante metros, no es como el kilómetro escaso que se hizo el año pasado por aquí en la Vuelta a Navarra de aficionados. Si se producen cortes, se puede hacer daño, así que los favoritos están obligados a ir muy atentos y en cabeza».
Sigue de cerca el ciclismo contemporáneo y comparte con la cátedra que «ahora los equipos llevan a los jefes de filas muy en cabeza de pelotón y eso genera mayor tensión. Antes no era para tanto. Marino Lejarreta se pasaba el día en cola, y cuando llegaba la hora de la verdad pasaba para adelante. Claro que hacía falta motor para eso, y él lo tenía».
Desde el primer tramo de tierra hasta el último van 37 kilómetros, que se harán incómodos a los ciclistas por la concatenación de carreteras estrechas de hormigón y tierra, aunque desde el último tramo complicado -el 'sterrato' de Egüés-Ibiriku, de 900 metros, entre dos muros cortos pero duros- hasta meta queda un terreno de unos 12 kilómetros donde la carrera se podrá recomponer. Lo conoce a la perfección Miguel, ya que pasa por su pueblo, Villaba.
El pentacampeón del Tour explica que «la aproximación a la meta se hará por una buena carretera y en un terreno muy rápido donde los equipos tendrán oportunidad para pasar a sus hombres rápidos adelante y prepararles la llegada». Y es que, pese a que la etapa termina en un repecho de unos 800 metros, en Gorraiz, Induráin considera que «puede ser asequible para los esprinters. Es una subida fácil, de un poco de fuerza y de saber colocarte. Aquí han llegado otras carreras de máster y de aficionados y ha solido haber sprint de un grupo bastante numeroso».
Conclusión. Induráin describe la jornada de su tierra como «una etapa complicada, de no perder, donde el que vaya con idea de disputar la victoria irá a cuchillo, pero donde los de la general desearán que no pase nada».
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