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«Terminé la temporada pasada por los suelos y nada más empezar este año volví a caerme». Como ese atleta que choca contra la primera valla y luego ya no puede evitar las siguientes, Mikel Landa tropezó con una alcantarilla en la etapa pavimenta ... del último Tour de Francia y allí inició un calvario de caídas, huesos rotos, dolor, fases intermitentes de rehabilitación y altibajos de moral. Cuando el 31 de enero, en Mallorca, en su primera carrera de esta campaña se partió una clavícula, lo vio todo negro. «Fue duro. Siempre arrancas el año con ilusión y, de repente, estaba igual, en una clínica. Viendo cómo corren los demás. Eso cuesta», confiesa. La luz se encenció hace unos días, con la victoria en la etapa 'reina' de la Settmana Coppi-Bartali. Un respiro. Con ese soplo a favor llega a la Itzulia, la carrera que el año pasado acabó segundo tras Primoz Roglic. «Estoy bien, pero sé que me falta ritmo de competición», asume.
«Ya he conseguido olvidar la lesión. Me ha costado volver a sentirme competitivo», asegura. Al miedo todos los ruidos le asustan. Landa está obligado a ser prudente. La soldura de sus huesos está fresca. Y, lo peor, tanto accidente deja un efecto secundario: el temor a otra caída. «Es lo que más cuesta. Aunque al final gané una etapa en la Coppi-Bartali, en todos los sitios veía peligro. Iba con mucha precaución. Sabía que si me caía había muchas opciones de volverme a romper. Ha sido difícil encontrar las ganas para hacerme hueco delante, para limar, para meterme por donde sé que casi no entro. Con los días, fui olvidándome un poco de la caída y del peligro», relata.
Por eso, mira de reojo a la etapa de mañana, con tramos de 'sterrato', (tierra prensada) y cemento camino de Sarriguren. Alojado antes de la Itzulia en un hotel pegado a esas rutas rurales, fue a visitarlas. No se sintió a gusto. «Es lo que más miedo me da. Me parece una barbaridad. Hay riesgo en muchos sitios. Y no ya por el 'sterrato' sino por las aproximaciones, las entradas a los tramos, el paso por pueblos. Es peligroso. Y yo, viniendo de una lesión, no sé ni cómo afrontarlo. El equipo me arropará. Lo único que quiero evitar es otra caída», insiste.
Antes, hoy, Landa se pone a prueba en la contrarreloj de Zumarraga, complicada, con un tramo llano, una subida de fuerza, el muro de La Antigua y un descenso de vértigo hasta la meta. La 'crono' es aún su asignatura pendiente. «La lesión me ha frenado la progresión con la 'cabra' (bicicleta de contrarreloj). Me da mucha rabia porque me había entrenado mucho este invierno sobre esa bici. Tenía ya una posición muy buena, bastante similar a cuando estaba en el Sky», lamenta.
Con todo, no pierde el humor. «Con tanto parón por las caídas no tengo castigado el cuerpo. Y un cuerpo descansado es capaz de mucho. Es mi consuelo». Landa está acostumbrado a las remontadas, a ponerse en forma rápido. Con tanto incidente, no le ha quedado más remedio. «Ya conocía la lesión de clavícula. No cogí peso. Yen cuanto pude ya estaba en la carretera», recuerda. A la Itzulia llega bien, pero sin esa chispa que da la competición. «Mi objetivo sería luchar por la vuelta, pero no sé dónde estoy ahora respecto a los máximos favoritos. Iré día a día y, si me veo para disputarla, lo haré», dice. Eso sí, tiene una etapa en el punto de mira, la de Arrate, la que el año pasado no pudo ganar porque iba en fuga Enric Mas. «Me gusta. Me atrae mucho. Va a ser uno de mis objetivos», señala.
La Itzulia es una estación de paso hacia el Giro, su primera gran misión del año. Y en cuando aparece en la conversación la ronda italiana se le anima la voz. «Para el Giro va todo perfecto. Se decide la última semana. La lesión no me ha perjudicado en la preparación pese a estar un par de semanas sin poder apretar. Con el rodillo recuperé todo el trabajo que había hecho en invierno. Cogeré el ritmo para llegar perfecto», avisa.
El plan del corredor alavés incluye el doblete Giro-Tour, como hace dos años, cuando fue el mejor en los Dolomitas y luego rozó el podio de París. Esta temporada la ronda italiana cita a buena parte de las estrellas del pelotón. Roglic, Dumoulin, Nibali, Bernal, Simon Yates, 'Supermán' López... y Mikel Landa, que vuelve a su carrera preferida. «Tiene un recorrido que me gusta mucho. Con tanta montaña al final». Esa meta le hace ahora ser más prudente. Viene de demasiados tropiezos. Uno más pondría en riesgo su segunda campaña en el equipo Movistar.
En una carrera tan apretada como suele ser la Itzulia, todos los segundos cuentan. Nunca hay grandes diferencias. Por eso, las bonificaciones pueden resulta clave en la resolución de la prueba. En cada etapa se premiará con 10 segundos al vencedor, con 6 al segundo clasificado y con 4, al tercero. También habrá reparto en los dos sprints especiales de cada día: 3,2 y 1 segundos. Las bonificaciones obligarán a los aspirantes al triunfo final a no desentenderse de la pelea por las etapas. En la pasada Volta, por ejemplo, los favoritos lucharon hasta el final por cada segundo extra. Siempre se pueden echar de menos cuando ya no hay remedio.
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