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Corrió en el pelotón aficionado contra Pablo Castrillo, doble ganador de una etapa en la Vuelta, o los integrantes del Euskaltel-Euskadi Iker Mintegi y Xabier Isasa, pero en inferioridad de condiciones. Entonces Imanol Arriortua se colocaba el último en el grupo «a diez metros de distancia para no comerme ninguna caída». Cuando cruzaba la línea de meta lo hacía con dolores de espalda, no por haberse ido al suelo, «sino de la tensión por evitarlo».
La enfermedad de Stargardt que sufre –tiene una visión residual inferior al 10%– no le dejaba mostrar su potencial encima de una bicicleta a pesar de que los resultados de los test a los que le sometía su entrenador marcaban que podía estar arriba. Pero todo cambió para el de Derio el pasado mes de noviembre, cuando pasó las pruebas para entrar en el equipo Cofidis de Promesas Paralímpicas creado para impulsar y ayudar a los nuevos talentos del ciclismo a través de medios materiales y formativos y para que consigan incorporarse con éxito a la selección nacional. Antes tuvo que pasar a ser miembro de la ONCE, donde las pruebas que le realizaron dieron de inmediato que tenía «una ceguera legal». «Me ayudó a aceptar que no veía y que tenía un problema mayor del que creía».
Su DNI. Imanol Arriortua (Derio, 1998). Tiene 26 años y apenas lleva seis meses como integrante del equipo Cofidis de Promesas Paralímpicas. Es graduado en Fisioterapia por la UPV-EHU, y cursa un Máster en Osteopatía en Madrid.
Aunque se la detectaron con ocho años, entonces su índice de visión era superior y Arriortua jugó al fútbol en el Derio hasta senior «en la categoría más baja». También le gustaba el ciclismo, pero en casa le dijeron que eligiera y como muchos jóvenes escogió practicar deporte con sus amigos. Diez años más tarde lo dejó y comenzó a rodar en bicicleta por afición. Estuvo dos años por su cuenta hasta que decidió dar el paso y competir con los aficionados. «Al principio mi sensación era que tenía que demostrar que podía ganar, aunque luego me di cuenta que era imposible con mi discapacidad. Aún así me lo pasaba bien».
En abril de este año entró a formar parte del equipo Cofidis Promesas Paralímpicas. Nunca había montado en un tándem y conoció a Fran Rus, su 'piloto', unos días antes de participar en la primera de las dos citas de la Copa del Mundo que corrió en Ostende (Bélgica). «Llevaba tres años siendo guía e iba a dejarlo, pero le llamaron de la Federación Española y se animó». Sin prácticamente entrenar juntos fueron quintos al sprint en ruta y undécimos en la crono, «porque no habíamos trabajado la aerodinámica ni nada».
Palmarés. A finales de mayo fue campeón de España de ruta y contrarreloj junto a su 'piloto', el murciano Fran Rus, y en septiembre lograron la plata en línea y el bronce en la crono del Mundial disputado en Zúrich.
En Italia los resultados mejoraron, pero la mala suerte se cebó con ellos. En la prueba en línea se pusieron en cabeza a falta de un kilómetro tras atacar en el último repecho, pero la bajada discurría por una zona arbolada y las raíces habían levantado el asfalto, por lo que había baches. «Se nos salió la cadena a falta de 300 metros y nos pasaron, pero en la contrarreloj ya fuimos sextos a 16 segundos del podio», relata.
A finales de mayo Caravaca de la Cruz (Murcia) acogió el Campeonato de España. Arriortua y Rus lo afrontaron con un par de entrenamientos, aunque las sensaciones habían mejorado. «Un tándem es como un tráiler y muy diferente a correr solo en bicicleta. Además de la compenetración hay que acompañar en los pesos, la cadencia... El desarrollo es más grande», subraya. Ganaron en ambas modalidades.
No fue a las Paralimpiadas porque había siete plazas y se repartieron en otras modalidades, pero el hecho de ser campeón de España le abrió las puertas para el Mundial de Zúrich, «y lo preparamos a conciencia». Realizaron una concentración de veinte días en el Centro de Alto Rendimiento de Sierra Nevada, donde pudieron pulir detalles y conocerse bastante mejor. Y las cosas salieron. «El objetivo en ruta era tratar de alcanzar el podio, mientras que en la crono íbamos a lo que saliera», admite.
El 23 de septiembre corrieron la contrarreloj y se hicieron con el bronce, un metal que les dio mucha confianza de cara a la prueba en línea, dos días más tarde. «Tuvimos que cubrir un circuito complicado de 105 kilómetros con un par de repechos duros, un puerto y un circuito urbano. Terminamos muy satisfechos con la plata conseguida. Nos fuimos en el puerto, pero los holandeses, que llevan muchos años juntos, nos pillaron en la bajada y nos ganaron por medio tándem al sprint», relata.
Durante estas semanas ha aparcado la bicicleta para descansar, pero retomará el Máster en Osteopatía que realiza a distancia en la escuela de Madrid para completar el grado de Fisioterapia que se sacó en la UPV-EHU. Pero Imanol Arriortua ya piensa en el futuro. «Queremos entrar en la modalidad de pista para trabajar la aerodinámica y mejorar los tiempos en la crono. Todavía no sabemos el calendario del año que viene, pero nos gustaría cubrir las Copas del Mundo que se disputen y el Europeo, en el caso de que se celebre», señala. Ha constatado que en el tándem va «muy relajado, disfruto y puedo apretar más».
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