Completa la vuelta a Bizkaia en 18 horas (15 horas y 14 minutos de pedaleo real), a 27,2 kilómetros por hora. Regresa a Portugalete, el punto de partida. Molido y feliz. Así terminan siempre los deportistas ganadores. «¿Cómo estoy? Como nuevo. Para repetir», dice ... en la meta mientras descorcha champán para compartir su alegría con la familia.
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Lo que de madrugada parecía una aventura privada de Igor Antón, casi anónima, ha acabado siendo una ola popular. A medida que el relato de la vuelta a Bizkaia en un día se ha difundido, los vecinos han ido ocupando las cunetas. En Lanestosa, la esquina oeste del territorio, «estaba el pueblo en la calle, con niños portando pancartas de apoyo a Igor», cuenta Josema Fuente, el conductor del coche que le sigue desde las cinco de la madrugada en este viaje.
El obstáculo final son las subidas a La Escrita y Ubal. Doble ración. Los dígitos ser acercan ya a los 400 kilómetros. Y hasta la meta en el Puente Colgante no hay un metro llano. «Pero a Igor se le ve un pedaleo ágil. Va bien. Entero», apunta Fuente, que tiene nombre y apellido ciclistas, los del 'Tarangu'. A Antón le acompañan ahora una decena de ciclistas, incluidos unos chavales del club de Sopuerta. Su viaje no deja de recibir alientos. Como decía de madrugada: «Me he atrevido con este reto porque antes no lo había hecho nadie». De regreso hacia el Puente Colgante, está cada vez más cerca de culminarlo.
En el último tramo tendrá que volver a encender las luces de su bicicleta. Llegará sobre las once de la noche. El día más largo del año se le ha quedado corto, pero ha sido suficiente para sellar una victoria que no figurará en su palmarés deportivo pero sí en el sentimental.
«Cruzar Orduña ha sido emocionante». Un grupo de niños de ocho, nueve y diez años subidos en sus bicicletas han rodeado a Igor Antón, que ya inicia el tramo final de su reto: recorrer en un día los 404 kilómetros del perímetro de Bizkaia. Y así, con jóvenes de Amurrio, Llodio y Enkarterri, ha entrado a media tarde en la Plaza San Severino de Balmaseda. Los chavales le pedían fotos. Encantado. «Son el futuro. Hay que sembrar la cantera», comenta el corredor de Galdakao.
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Entre foto y foto, pide una palmera de chocolate y un café con el leche. «Ya noto algo el mareo después de tantas horas». Acaba de superar la barrera de los 300 kilómetros. Nunca había hecho tantos. «Siento la fatiga sobre todo cuando arranco tras una parada», señala. Los vecinos le rodean. Estaban esperándole. El eco de su aventura ha ido creciendo con el paso de las horas. Es como el protagonista de la película 'Forrest Gump', que un día se puso a correr y, sin motivo aparente, fue seguido por una masa que le imitaba.
En este tramo se ha reunido con viejos colegas del equipo amateur Olarra: Iñigo Urretxua, Aketza Peña, Julen Urbano, y Jonathan González. Van a escoltarle en el itinerario final, el más difícil, el de la fatiga, el que incluye el doble paso por la Escrita y Ubal, dos puertos de Karratza. «La verdad es que me está sorprendiendo este apoyo. La gente me anima desde la cuneta. Parece que estoy en carrera», agradece Antón. En Balmaseda la velocidad media es de 27 kilómetros por hora, pero acumula veinte minutos de retraso por las paradas. Son las servidumbres del éxito. Su público le reclama. «Ahora viene lo más duro», se conjura. Y sigue pedaleando. Los cien kilómetros finales, los que acabarán con el día más largo orbitando sobre Bizkaia.
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Después de Urkiola y tras bajar por Barazar, la ruta de 404 kilómetros por Bizkaia que trata de completar Igor Antón desde la pasada madrugada se topa con un muro: Bikotzgane. Los cicloturistas le tiene respeto a esta cuesta que da sombra a Orozko. Dura. Implacable. Zarrabeitia y Uriarte siguen en cabeza del grupo, al que ha retornado tras su jornada laboral el ultramaratoniano Julián Sanz. A ellos se suma otro especialista en ciclismo de resistencia, Jon Lainz. Antón necesita su experiencia en pruebas de largo aliento. Entra en terreno desconocido. Lleva nueve horas de pedaleo.
«El peor momento ha sido después de Trabakua, en la quinta hora de la marcha. El cuerpo está hecho a un horario y las carreras duran eso, cinco horas. Por eso, el organismo te frena cuando pasas ese límite. Pero si sigues, el propio cuerpo da la vuelta y lo asume», explica Antón mientra devora un pincho de tortilla en la Plaza Zubiaur de Orozko, junto al frontón con techo de madera. «Ahora estoy mucho mejor. Voy a más», se anima. Ya se ha sacudido de los huesos las tres primeras horas bajo la lluvia. El sol ilumina el reto.
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«¿Qué queréis tomar?», ofrece el exprofesional vizcaíno a su séquito, al que se han unido varios chavales de la zona. Uno de ellos, tímido, le comenta que su bicicleta, una Orbea, es la que Antón llevaba hace quince años. El corredor de Galdakao sonríe. Y busca a su padre para que le dé una batería para el Garmin, el potenciómetro. Anda ya justo de energía. La pila dura unas quince horas. Menos que la ruta. «Además, la he gastado con la luz en los primeros kilómetros», recuerda. «A ver si llegamos antes de que anochezca del todo». Camino ya de Orduña, quedan unos 150 kilómetros, la mayoría en las Encartaciones y la Margen Izquierda. El regreso al Puente.
Anda el alto de Urkiola en obras. Camiones, máquinas y operarios se afanan en asfaltar el peor tramo, el de txakurzulo, el más vertical. La cima está en el kilómetro 186 del reto que Igor Antón ha iniciado de madrugada: recorrer en un día los 404 kilómetros del perímetro de Bizkaia. Sube a buen ritmo. «Joé, cómo anda Joserra Uriarte. Sabe marcar el paso», agradece a su rueda el escalador de Galdakao. Uriarte fue gregario de Induráin en el Banesto. Es experto es desbrozarle el camino a su líder. Y no está solo para darle cobertura a Antón. Con él pedalean Mikel Zarrabeitia, Unai Etxebarria y Mikel Ugarte, todos ciclistas profesionales.
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A la una y media en punto suena la campana del Santuario de Urkiola. Al fondo aparece el grupo. Le queda la última rampa. Hace fresco. Antón gira a la derecha en la cumbre. Pide ropa seca. «Y vamos a hacernos una foto». Todos posan. «Más que el ritmo, lo que voy notando es el peso de las horas», dice. Se cambia de maillot con prisa. «Es que en otras paradas hemos perdido demasiado tiempo», argumenta. La velocidad media ha aumentado por culpa, entre otros, de Pello Bilbao, que ya se ha ido a casa. .
Tampoco está Pedro Horrillo. «Ha roto una biela. En toda mi carrera como profesional no había visto algo así. En fin, debe de haber sido por la fuerza que nos ha hecho falta para seguir a Pello. Igual hemos ido un punto por encima. Bueno, nos ha venido bien. Espero no pagarlo al final», comenta Antón ya enfundado en ropa seca. «Vamos», ordena con la vista puesta en Otxandio, Barazar, Bikotzgane y Orozko. Que queda media Bizkaia por pedalear.
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Mientras se acerca al ecuador del reto de recorrer en un día los 404 kilómetros del perímetro de Bizkaia, Igor Antón sigue recibiendo la visita de amigos ciclistas. Todos acuden para echarle una mano y quitarle el viento. A Pello Bilbao le ha relevado Unai Etxebarria en Ondarroa. Casi ha sido un alivio, porque la velocidad que ha impuesto Pello ha obligado a Antón a un esfuerzo extra. «Pero estoy bien, aunque ya se empiezan a notar las horas de pedaleo», dice al ritmo acompasado del jadeo camino ya de Elgeta. «La lluvia del principio lo ha complicado todo», añade. Pero sigue fiel al horario que se ha fijado en la salida de madrugada desde el Puente Colgante.
En este segundo cuarto del desafío ha parado un momento en el parque de bomberos de Markina para hacerse una foto con la plantilla. Y luego ha afrontado las rampas de Trabakua. Coronar el puerto tenía premio. Arriba, en el restaurante Beheko, esperaba un descanso con sorpresa. El establecimiento es de Enrique Mugerza, que fue moto-enlace en la Vuelta a España durante los años sesenta y setenta. Vivió la era de Anquetil y Gabika y luego de Merckx y Ocaña. Y tiene un museo dedicado a la Lambretta, la moto con la que iba en carrera. Las paredes del local están llenas de fotos y placas de la Vuelta. Ecos de aquel ciclismo de pasión en las cunetas.
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Pero los corredores no se alimentan de recuerdos. A Antón y su séquito le aguardaba un buen almuerzo en el restaurante de Trabakua. «Chorizo a la sidra, tortilla y tarta de queso. Buenísimos», agradecía. El ejercicio agita el hambre. «Con tantas horas sobre la bici, Igor puede comer lo que quiera. No va a coger peso, pero nosotros a este paso...», comentaba Josema Fuente, conductor del coche que sigue al corredor de Galdakao en esta ruta que poco a poco va hacia Urkiola. El Santuario.
Igor Antón tiene tantos amigos que si se dan la mano pueden cubrir el perímetro de Bizkaia, que se estira durante 404 kilómetros. En el camino iniciado a las cinco de la mañana en el Puente Colgante para recorrer el territorio de norte a sur y de este a oeste, el exprofesional de Galdakao va recibía el apoyo de antiguos compañeros de pelotón, como Pello Bilbao, ganador de dos etapas en el pasado Giro, y Antton Luego, que se han unido a él al paso por Gernika. Cinco horas después de la salida, Antón se acercaba a Markina y a la subida a Trabakua. Tenía previsto hacer una velocidad media de 24 kilómetros por hora y, está cumpliendo el plan. Y ahora, pasado ya el primer cuarto del reto, la lluvia parece en retirada. Un alivio.
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El inicio, a oscuras desde Getxo, ha sido húmedo. Con un chaparrón en los primeros kilómetros que se ha alargado por la carretera de la costa. El consuelo ha sido ver amanecer en Armintza, en los repechos que van hacia Bakio y San Juan de Gaztelugatxe, una de las postales de Bizkaia. En el pueblo de nombre más breve, Ea, el día ya era «fantástico». El sol se ha sumado al pelotón. Como también se han incorporado dos excompañeros del Euskaltel-Euskadi, Antton Luengo y Pello Bilbao, que está en plena fase de preparación del Giro y ha animado el ritmo.
«Va todo según lo previsto. Un poco más mojados, eso sí», comentaba Antón en marcha. Tiene ropa seca de recambio si la necesita. En Laida, con el horizonte ocupado por la arena y el azul de Urdaibai, el escalador de Galdakao y sus 'gregarios' se han tomado un respiro. Han parado en el bar de la playa para comer algo y repartir pulseras de la campaña en favor de los enfermos por déficit de merosina. Y allí se ha producido el único incidente de la marcha. Pedro Horrillo, que pedalea junto a Antón desde la madrugada, ha perdido sus gafas. Las necesita, como el lobo feroz, para ver mejor la ruta, así que el coche que sigue al grupo ha ido en busca de otras de repuesto. Es el día más largo del año y Bizkaia despliega sus mejores imágenes. Mejor tener los ojos bien abiertos.
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El Puente Colgante no duerme nunca. Siempre en vela, incluso cuando el reloj se arrima a las cinco de la mañana. Un par de taxistas al ralentí en la orilla de Getxo son testigos. Pero esta madrugada había un movimiento inesperado. Aparecen, en goteo, unos cuantos ciclistas. Vienen a acompañar al exprofesional Igor Antón en su reto: recorrer las cuatro esquinas de Bizkaia en un día. Unos 400 kilómetros con 8.900 metros de desnivel, más que el Everest. «Parece que no, pero Bizkaia da para mucho», decía el corredor de Galdakao, al que esperan 17 horas de pedaleo. Eso calcula mientras echa un par de cucharadas de sales minerales al botellín. «Antes todo esto lo hacían los auxiliares del equipo», bromeaba. A las cinco en punto, de noche y con luces en la bicicleta, Antón parte hacia su desafío. Quiere reivindicar el uso de la bicicleta como transporte sostenible, la belleza de Bizkaia y también quiere ayudar a los niños con déficit de merosina, una enfermedad que atrofia los músculos. Es puntual, como la lluvia. «No queda nada...», decía antes de salir. «Eso, humor que no falte», le animaban.
«He dormido unas cinco horas. Y he desayunado como siempre, unas tostadas y eso», contaba. Hace menos de un año era ciclista profesional. Se despidió en la Vuelta a España, la carrera que más le ha dado, incluida aquella victoria en la meta de Bilbao, en 2011. En la salida también estaba Pedro Horrillo, otro exprofesional. Va a cubrir con Antón unos 200 kilómetros. «Luego tengo que hacer mis cosas, los críos, salgo de viaje». De Bizkaia entera se ocupará Antón, que nunca ha pasado de 280 kilómetros. «Hice ese entrenamiento hace unos días y me dejó tocado, con resaca en las piernas», confesaba minutos antes de partir bajo la lluvia, que arrecia, por las calles de Las Arenas hacia Plentzia y Armintza
Gernika 7.43
Laida (parada para desayuno) 8.25
Ispaster 9.03
Lekeitio 9.12
Ondarroa 9.45
Trabakua 10.50
Ermua 11.19
Elorrio 12.02
Abadiño 12.28
Urkiola 12.28
Artea 14.04
Orozko 14.55
Orduña 15.40
Sodupe 16.46
Balmaseda 17.50
Lanestosa 19.33
Sopuerta 21.06
Muskiz 21. 24
Puente Bizkaia 22.13
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