Hay flores que alegran el invierno, como el cyclamen, que le pone color morado al frío. El italiano es una lengua florida. Suena bien, seductora. La maglia del Simon Yates, el líder, es rosa. Y la del ciclista más regular pinta morada, esto es, ' ... ciclamino'. Bautizada así por esa flor gélida. El nombre de ese maillot cuadra a la perfección con su dueño en este Giro, Elia Viviani, que se está poniendo morado. Ganó su tercer sprint, abrumador, en la meta de Nervesa de la Battaglia. A este pueblo del Véneto le pusieron ese apellido bélico por su comportamiento heroico en la I Guerra Mundial. Al Giro le viene bien esa denominación porque en la siguiente etapa toca cita con la primera gran batalla entre los aspirantes al podio. Llega el Zoncolan, el Angliru italiano, la cima donde Igor Antón logró en 2005 su triunfo de mayor altura, y la montaña donde Yates, que no es un escalador puro, medirá la solidez de su candidatura ante rivales como Pinot y Dumoulin. El Zoncolan, también, dirá en alto si Froome aún es Froome. Es una subida tan bruta que habrá flores de fiesta para el vencedor y de luto para alguno de los que llegaron a este Giro como aspirantes.
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La etapa previa al Zoncolan salió desde la ciudad amurallada de Ferrara, donde estudió Copérnico: la Tierra gira en torno al Sol y no al revés. Una idea revolucionaria. En la decimotercera etapa, que era llana, todo giraba en función de la siguiente, la del Zoncolan. Aun así, no hubo tregua. Casi de salida saltaron el de siempre, el albanés Zhupa, más el guipuzcoano Markel Irizar, Vendrame, Tonelli y Marcato. Se fugaron en el kilómetro 6 y les cogieron a 6 de la meta. Pero pusieron precio alto a su captura: el día voló a 46 kilómetros por hora. Como si hubiera prisa por pisar el infierno vertical del Zoncolan.
El sprint fue una alfombra para Viviani. Eligió la mejor rueda, la de Modolo. Supo esquivar a los lentos y demostró que es el dorsal más rápido del Giro. Con diferencia. Bennett, el que le discute la maglia ciclamino, fue segundo a tres bicicletas de distancia. Un abismo. Cuando cruzó la raya, Viviani no festejó su tercer triunfo de inmediato. Pidió calma. Se bajó de la bicicleta y se puso, mentón arriba, frente a las cámaras. Aquí estoy. Soy el mejor. Eso parecía expresar. Lo es en el Giro de la velocidad. En el otro, el que llega con el Zoncolan, la maglia ciclamino pasa el turno a la lucha por la maglia rosa. El color que vale un Giro.
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