En el ciclismo caben todas las tallas. A mayor altura y peso más fuerza en el llano, pero más lastre cuesta arriba. La montaña se alía con los ciclistas menudos y finos. En este Giro, todos los corredores del equipo francés Groupama son altos, mucho: ... Ludvigsson alcanza los 1,94 metros, un centímetro más que Sinkeldam. Cerca, con 1,90, están Konovalovas y Guarnieri. Scotson llega a 1,89, por los 1,85 de Valter y 1,84 de Davy. Estos siete pívots trabajan de guardaespaldas y lanzadores para el más 'bajo' del lote (1,82), el fornido Arnaud Demare, el velocista, el encargado de machacar la canasta. Demare, de hecho, es el que más pesa: 80 kilos. Es un pegador. Pero en el ciclismo los pesos pesados también pueden medir 1,65 metros, como Caleb Ewan, o 1,75 como Mark Cavendish, el que tumbó a todos sobre la lona de Balatonfured en el espectacular sprint de la tercera etapa del Giro.
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Era la última jornada en Hungría. En la llanura turística que va de Kaposvar a Balatonfured, la ciudad balneario sobre el gran lago centroeuropeo. Playas y hoteles. Salió un día nublado, húmedo, triste, como si quisiera recordar que el lago Balatón era el lugar de encuentro entre las familias alemanas separadas por el sombrío Muro de Berlín. Hasta allí iban para darse un abrazo a refugio de las botas negras, las luces de los reflectores y el miedo. Unos días juntos y casi una vida separados. Tristes vacaciones a orillas del Balatón.
Otro reencuentro. Cavendish se había alejado del Giro en 2013, cuando ganó cinco etapas. Luego se centró en el Tour y, de repente, desapareció, perdido en el laberinto de una depresión. Regresó, se reencontró y logró igualar el récord de 34 victorias de Eddy Merckx en la Grande Boucle. No sabe si volverá a la ronda gala. Fabio Jakobsen le ha quitado el puesto en su equipo. De momento. En el primer sprint de este Giro se reivindicó ante rivales como Demare, Gaviria, Girmay, Mareczko y Ewan. Todos pesos pesados de la velocidad. Cavendish tiene ya 36 años. A ese número añade otro, abrumador: sus 160 triunfos, incluidos 16 en la 'corsa rosa'. En Balatón hubo reencuentro entre el rápido chico de la Isla de Man y el Giro. En 2020, cuando nadie le quería, estuvo a punto de retirarse. Volvió y vuelve a ser el mejor.
Con todos los velocistas intactos, la tercera etapa estaba condenada al sprint. Atada. Tres italianos, Bais y Tagliani -los dos que se fugaron el primer día- y Rivi se repartieron la escapada camino del lago húngaro. Sucumbieron, claro. El primer sprint es siempre el más incierto. Todos se creen los más rápidos. Van der Poel, el líder, quiso lanzar a Mareczko. Pero en ese trabajo hay gente con más oficio. El Groupama de los chicos altos le hizo el trampolín a Demare y el Quick Step le desbrozó el camino a Cavendish. Su tren fue el más puntual. «Ballerini me ha protegido toda la etapa y Morkov me ha colocado tras la última rotonda», agradeció el británico. A él le correspondió la recta final. «Interminable», describió. De pura potencia. La enfiló el primero y nadie le rebasó. Demoledor. Así fue su reencuentro con el Giro en la orilla del Balatón.
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La carrera italiana se va de Hungría tras cosechar un éxito de público. Los corredores vuelan de noche a Sicilia. El lunes es jornada de descanso. El martes aguarda el Etna. El primer examen. La criba. Del abanico de favoritos se caerá algún palo en esos casi 24 kilómetros de ascensión entre cunetas de ceniza volcánica. ¿Defenderá Van der Poel la maglia rosa? ¿Aprovechará Yates su gran estado de forma? ¿Resistirá Dumoulin? ¿A qué altura estarán, Carapaz, Nibali, López, Mikel Landa y Pello Bilbao?
El Giro, al colocar el Etna tan pronto, se va a dar prisa con las respuestas. Si el Balatón talló a los velocistas, el volcán siciliano medirá la altura de los aspirantes al podio. «Estoy muy contento con mi rendimiento en la contrarreloj», dijo Landa en Eurosport. «En el Etna todos analizaremos cómo están los demás. Hará calor», avisó. ¿Fuego en el volcán? «Se puede ganar algo pero también se puede perder», dijo cauteloso el alavés, que piensa más en las montañas de la tercera semana. El Etna, quizá, le viene mejor a su compañero Pello Bilbao, que como demostró en la primera etapa anda en este Giro con pegada de peso pesado.
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