

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
La costa de Molise, donde terminó la séptima etapa, no es real. Se quejan allí por ser la región de Italia más ignorada. Sus vecinos ... corean este lema como protesta: 'Molise no existe'. Algo así como la reivindicación en versión transalpina del 'Teruel existe'. La cuestión del olvido de Molise se ha convertido en una broma habitual en el resto del país. Hay hasta estudios científicos simulados que especulan sobre la existencia de esta zona, como si fuera un reino de fantasía.
Pero Molise existe. Lo demostró el Giro. Su ciudad de mayor talla, Térmoli, vio ganar al sprint al velocista más difícil de detectar. Con apenas 1,65 metros de altura, el australiano Caleb Ewan se da de tortas con rivales que le sacan más de un palmo. La pulga sabe hacerse visible entre colosos. En Molise, que existe, Ewan sumó su segundo triunfo en este Giro. De talla baja, su palmarés en la 'corsa rosa' no deja de crecer. Como para no verlo. Ya tiene cinco triunfos.
La séptima etapa salió de Notaresco con la escapada de Pellaud y Marengo, que no dejan de fugarse casi cada día. Esta vez se pegó Christian a su rueda. Tiraron hacia la costa de Molise. No llegaron. Para ellos no existió la meta. En una edición cargada de montañas, los velocistas reclamaron su territorio. Molise, si era real, sería para ellos. El Lotto, equipo de Ewan, agarró al pelotón del cuello en el repecho situado a kilómetro y medio de la meta en Térmoli, la ciudad del castillo sobre la playa. Albanese quiso rebelarse. Imposible. «La clave era estar bien situado en esa cuesta para no gastar luego fuerzas en remontar», contó Ewan. Los percherones del Lotto depositaron al menudo oceánico en el punto justo. Pero...
No se puede controlar todo. Y menos a un purasangre como Fernando Gaviria. Tiene en Colombia una hacienda con caballos. Son una de sus pasiones. Otra es ganar. Y hace tiempo que no puede con Ewan. Por eso, buscó la sorpresa. Inventó otro decorado en Térmoli. Descorchó el sprint desde muy lejos. Trastocó todos los esquemas. Obligó a los demás a improvisar. Sagan, cerrado, casi lame las vallas. Por obra de Gaviria iba a ser un sprint de medio kilómetro, el doble de lo habitual. Ewan no entró en pánico. No dudó. «Si es otro, no salto, pero a Gaviria no se le puede dejar un metro con la velocidad que tiene», señaló. A por él se fue con Cimolai y Merlier a rebufo.
A la velocidad pura se sumó la resistencia cuando ya no hay aire para alimentar los pulmones. Y ahí también tuvo más Ewan. El más bajito pasó por encima de Gaviria y se convirtió en un muro infranqueable para los que trataban de remontarle. Los vecinos de Térmoli, en la costa de Molise, aplaudieron a rabiar. El Giro y el menudo australiano que se golpeaba el pecho acababan de comprobar su existencia.
Además de confirmar que la costa de Molise es real, el Giro ha destapado el talento de Attila. Así se llama Valter, el primer húngaro que viste la maglia rosa. Son curiosos los nombres magiares. Es hijo de Tibor, un antiguo ciclista profesional en el casi inexistente pelotón húngaro. Hay otro compatriota en la élite, en el BikEchange australiano: Barnabas Peak. A los dos les afectó el año pasado un efecto colateral de la pandemia. Por culpa del coronavirus, el Giro no pudo partir desde Budapest, capital húngara. Aunque irá pronto, sobre todo si empiezan a brotar con fuerza estos ciclistas de nombres que parecen sacados de una novela histórica.
Atila fue el rey de los hunos que conquistó Europa. Attila Valter es el líder del Giro con apenas 22 años. Viene del mountain bike, ganó en el Tour del Porvenir de 2019 la etapa con final en la estación de esquí de Tignes y llamó la atención de Marc Madiot, mánager del equipo Groupama, cuando se metió en una fuga con Thibaut Pinot. Detectó el brillo de una perla. Y la cogió para su equipo. Sin Pinot en el Giro, Attila tiene vía libre para volar a su aire. Alto y delgado, está hecho para la escalada y su agente es Mattia Galli, el mismo de Primoz Roglic.
Le persiguen a apenas unos segundos en la general los dos grandes candidatos, Remco Evenepoel y Egan Bernal. «Attila puede resistir este fin de semana con la maglia rosa», confían en su equipo. No será fácil. Le esperan un final en repecho y otro en la cima de Campo Felice, que no es de asfalto, sino de tierra. ¿Pisará allí tierra firme?
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Favoritos de los suscriptores
Noticias recomendadas
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.