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Cuando llegó a la meta de San Marino el último, Valerio Conti, que sigue siendo el líder del Giro, la contrarreloj parecía disputarse de noche. Una nube infinita, pesada, se tragó la luz. Pero había habido tiempo de sobra para alumbrar la situación ... actual de la carrera. La 'crono' se alió con su mejor discípulo, Primoz Roglic, vencedor por aplastamiento. Los rivales ya saben la tasa para remontarle. Nibali, el que más cerca estuvo, le debe ya en la general 1 minuto y 44 segundos. Mollema, casi dos. Carapaz, más de tres. Yates, que se hundió en el tramo final, se acerca a los cuatro minutos de distancia. 'Supermán' López, a los cuatro y medio. Y Landa, a los cinco. Parece un abismo. Pero cuidado. No hay carrera más impredecible que el Giro. Ninguna tiene su montaña. Hace un año, a estas alturas, Yates parecía el dueño y Froome, un alma errante. Al final, gracias a la épica y a la tierra de la La Finestre, venció el británico.
El reloj de San Marino pasó revista al Giro. Lo portaba Roglic en la muñeca. Él es el señor del tiempo. La referencia. El goteo de segundos castigó a escaladores como 'Supermán' López, Simon Yates y Mikel Landa, que cedieron más de tres minutos. Roglic alejó casi dos minutos a Carapaz y Pello Bilbao (1.41), y algo más a Víctor de la Parte. El esloveno volador sólo torció el gesto al ver el registro de Vincenzo Nibali, apenas a un minuto, menos de lo previsto. El siciliano, un dorsal que no sabe rendirse, le preocupa. Es indomable, como esta carrera.
Nibali forma parte de la historia del Giro. Lo ha conquistado dos veces. Contra la nieve, como en aquel triunfo en Las Tres Cimas de Lavaredo en 2013. Y contra un compañero de Roglic, el holandés Kruijswijk, en la cumbre del Agnello durante el Giro de 2016. Nibali le acosó tanto que el pelirrojo neerlandés acabó incrustado contra una pared de hielo. El Giro se calienta ahora que se dirige hacia el frío de los Alpes. Roglic lo conoce bien. Fue esquiador. Pero Nibali, aunque es del sur, ama la nieve, el escenario que arruga a tantos y que a él le alimenta. El Yeti de Messina.
La cima del Gavia, por la que –si puede– pasará el Giro el 28 de mayo, está hoy tapada por cuatro metros de nieve. Lejos, en la Serenísima República de San Marino, la ronda rosa se inundó de lluvia. Sólo los primeros en afrontar la contrarreloj pisaron en seco. Era una etapa con dos caras, 22,3 kilómetros llanos y 12,5 de subida. El belga Campenaerts, recordman mundial de la hora (55 kilómetros y 89 metros), salió a ganarla. Era su día. Luce mostacho. El 'bigote volador', le apodan. Era triatleta, pero con 1,73 metros de altura estaba en desventaja en la prueba de natación. Y tan musculoso como es, tampoco la carrera a pie parecía lo suyo. Le quedó la bicicleta. Y en eso está. Ya tiene una marca mítica, la de la hora. De la que presumieron, por ejemplo, Coppi, Anquetil y Merckx.
Campenaerts fijó el mejor tiempo en el segmento llano, justo cuando empezaba a chispear. En ese punto, kilómetro 22, hizo 26 minutos y 50 segundos, por 27.41 de Roglic –ya bajo el chaparrón–, 28.19 de Nibali, 28.29 de Yates, 28.36 de Pello Bilbao, 29.12 de Carapaz, 29.33 de Landa (a 2.43) y 29.53 de López. Campenaerts había tenido suerte con el tiempo, pero no la tuvo con la mecánica. Mediada la subida a San Marino se vio obligado a cambiar de bicicleta. Concedió el puñado de segundos que quizá le apartaron de la victoria de etapa. Roglic, sobre el espejo de la carretera mojada, le recortó casi un minuto en la cuesta y le batió por 10 segundos (51.52). Había ganado la etapa y acababa de aclararles a sus rivales el tiempo que tendrá que restarle en la montaña antes de la 'crono' final en Verona.
Sentado, seco y sin rastro del esfuerzo, el esloveno rebajó la euforia. Es frío. También creyó de adolescente que iba a ser el mejor saltador de esquí del mundo. Y se estrelló. Aprendió. «Es mejor tener a todos los rivales por detrás, pero esto es largo. Quedan dos semanas y toda la montaña», se advirtió a sí mismo. El que más le acecha, Nibali, piensa lo mismo. «A partir del jueves entramos en el corazón del Giro. Los que han perdido mucho en la contrarreloj, como Yates, López y Landa, tendrán que atacar», auguró el siciliano. Y él tratará de aprovecharlo para ejecutar a Roglic, que tiene un equipo frágil para tanto Giro, la carrera más difícil de domesticar.
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