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Desde hace algo más de un siglo, el Giro es una manera de contar Italia. La edición de este año empezará el sábado en Bolonia y verá en la contrarreloj inicial la lucha entre Dumoulin, Landa, Roglic, Yates, Nibali y López. Esa tarde, en la ... cuesta que sube hasta la meta en la basílica de Luca, uno de los participantes quedará el último. Será la 'maglia nera'. Así, maillot negro, se denominaba al ciclista que cerraba la clasificación general entre 1946 y 1951. La prenda se estrenó en el Giro en homenaje a Giuseppe Ticozzelli, futbolista internacional con Italia, héroe de guerra y uno más en el pelotón del Giro de 1926. Lo disputó vestido de negro. Con ese color, la carrera quiso recordar su voluntad de hierro. ¿Quién mejor que el último clasificado para reflejar a la clase popular que salía de la derrota en la II Guerra Mundial? El orgullo de los vencidos. Pero ese espíritu no duró. Italia es Italia. Y como el dueño de la 'maglia nera' se embolsaba un gran premio en metálico, comenzó la picaresca. Había tanta pelea por ser el primero como trampas para ser el último.
En 1946, mientras el país se despedía de la vieja Italia, la de Gino Bartali, y miraba a la nueva, la de Fausto Coppi, el Giro rescató la figura de Ticozzelli, un héroe a la italiana, excesivo. Veinte años antes había participado en la ronda nada más acabar con su equipo de fútbol, el Casale, el campeonato de primera división. Ticozzelli, un portento de 1,90 metros y 90 kilos, valía para defensa y para todo. Cuentan que anotó un gol con un disparo desde 75 metros. Un misil. Puede ser. Había sido teniente de artillería durante la I Guerra Mundial. Y condecorado.
El Giro de 1926 reunió a más de 200 participantes, la mayoría independientes. Tenían que buscarse la vida tras las etapas. Dormían en fondas. Comían lo que pillaban. Ticozzelli, futbolista y con dinero, acudía a las salidas en taxi. Dio el nivel en las tres primeras etapas y en la cuarta, atropellado por una motocicleta, tuvo que retirarse. Su imagen, vestido con la camiseta negra de Casale, quedó grabada en la historia del Giro pese a tan breve paso. Regresó al fútbol y a la guerra, la de Abisinia, donde perdió la vista. En 1946, el Giro, en su recuerdo, instauró la 'maglia nera' para destacar el tesón del último.
La Italia humilde se volcó con ese color. Hubo colectas para juntar un buen premio. Y ahí, al olor del botín, se hizo hueco la picaresca. Ya no sólo se miraba a Bartali y Coppi. El foco también se dirigió al fondo de la clasificación, donde peleaban a muerte Sante Carollo y Luigi Malabrocca. A dentelladas por la suculenta 'maglia nera'. Malabrocca era un buen ciclista, compañero de entrenamiento de Coppi. En 1947 lo vio claro: la 'maglia nera' le daba más dinero y fama que terminar el octavo o el noveno. El público le ovacionaba tanto como al vencedor. Así que hasta se escondió en un pozo para perder tiempo y llegar de noche a la meta.
Pero en 1949 le salió un duro competidor, Sante Carollo, un albañil sin fuerza en las piernas. La pelea de tortugas fue encarnizada. Si uno paraba en un bar, el otro se pinchaba una rueda. Verles en una contrarreloj, los dos a cámara lenta, era un espectáculo más del Giro. En la etapa final, Malabrocca se lo jugó todo a una carta. Oculto en un hostal, comió, charló de pesca con el dueño y, luego, partió hacia la meta, a la que llegó dos horas después de Carollo. Lo malo para él es que ya no quedaba nadie de la organización y le habían dado 'la maglia nera' a su rival. En 1952, hartos de tanto teatro, los ciclistas exigieron que se eliminara ese maillot. Ya no existe, pero así, 'maglia nera', se sigue llamando al último del Giro, la carrera que cuenta Italia.
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