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La ausencia de casos positivos en los controles de urgencia realizados en este Giro supuso un alivio. El coronavirus dio un día de tregua. Vía libre para la decimotercera etapa. Y para otro duelo entre Sagan y Demare que al final ganó el italiano Diego ... Ulissi en la meta de Monselice, donde Joao Almeida, el líder, acabó segundo y arañó seis segundos de bonificación. El portugués ahorra tiempo para la contrarreloj que viene frente a sus rivales más cercanos, Wilco Kelderman y Pello Bilbao. Llega la hora del vizcaíno, situado a 40 segundos de la maglia rosa.
Dicen que a Sagan la organización del Giro le ha abonado un millón de euros por participar. A Alfredo Binda, ganador de cinco Giros hace un siglo, le pagaron por no correr y dar así la oportunidad de vencer a otros. Cambian los tiempos. Sagan, en cualquier caso, vale su peso en oro. Es un ciclista imponente. De cara. Puso a su equipo, el Bora, a manejar la etapa. No dio opciones a la fuga de Bouchard, Pellaud, Ravanelli, Contreras, Tonelli, Vanhoucke y Rota. El recorrido por el Véneto tenía dos cotas al final. Eran perfectas para que Sagan quitara de en medio a Demare, imbatible en el sprint.
En la cuesta de Roccolo, el Bora alejó a Demare, pero el francés, a hombros de su equipo, enlazó. Quedaba el muro de Calaone, dos kilómetros al 9,8%. Carretera vieja llena de público como si no hubiera pandemia. Sagan quiso hacer lo mismo. Pero alguien más tenía un plan. Diego Ulissi. Si Sagan quería enterrar a Demare, Ulissi buscaba eliminar a Sagan. Su fiel Conti destrozó la cuesta. Demare sucumbió enseguida... Y también cedió Sagan.
Ahí se sumó a la fiesta el líder, Almeida. Sin los grandes velocistas, aumentaban sus opciones de ganar la etapa. Mandó al Deceuninck echar tierra sobre los que se habían quedado mientras se acercaba el sprint de Monselice. Allí, Almeida no pudo por media rueda con Ulissi, que entró vencedor y manos arriba. Ocho dedos. Octavo triunfo en sus participaciones en el Giro. Ya es un gran ciclista. El líder, segundo, rascó media docena de segundos de bonificación ante sus rivales. Piensa en la etapa que viene, la contrarreloj que ordenará de verdad este Giro.
Cuando tras correr el Tour Pello Bilbao decidió afrontar este Giro lo hizo con una meta: vestir la maglia rosa. Confiaba en la inercia que traían sus piernas de Francia para brillar en la contrarreloj inicial, la de Palermo, y en subida al Etna. Acarició su meta rosada. Pero le apartó el portugués Joao Almeida. Durante días fue segundo en la clasificación y ahora es tercero, a 40 segundos del líder luso y a 9 de Kelderman. Por detrás tiene a Pozzovivo (a 14 segundos), Nibali (a 18), Konrad (a 28) y, más lejos, a Fuglsang (a 1.37). Bilbao sabe que es su turno. Los tres cuartos de hora que durará la contrarreloj (34 kilómetros) de este sábado en las colinas de Conegliano marcan su momento.
Tiene oposición. Almeida es un corredor multiusos. En progresión. Convencido. Ser tan joven le quita peso psicológico. Ya ha sido protagonista. No tiene nada que perder. Kelderman, campeón holandés de 'crono' en 2017 y séptimo en el mundial de ese año, está también ante su día. Pozzovivo, que fue tercero en una 'crono' de la Vuelta tras Cancellara y Martin, parece el más fuerte entre los escaladores. Nibali siempre responde. Fuglsang está obligado a hacerlo bien. No deja de tropezar con su mala suerte. Otro fallo le dejaría fuera de juego.
Frente a todos, Pello Bilbao enseña su título de campeón de España de contrarreloj. El ciclista vizcaíno sigue explorando sus límites. «Pello tiene una capacidad de trabajo brutal», dijo en RNE su preparador, el alavés Aritz Arberas. No deja de pulirse. «No sabemos si en la tercera semana le fallarán las piernas por la fatiga del Tour. Es un reto. Le encanta esta carrera y por eso ha venido, en busca de su oportunidad», añadió. «La contrarreloj -apuntó Arberas- tiene cambios de ritmo, pica para arriba, tiene alguna rampa muy dura (20%)... Le va bien a Pello».
El corredor de Gernika asiente. «Soy capaz de marcar algo de diferencia con los escaladores», avisa. «Esta edición tiene un recorrido que se ajusta bastante bien a mis características». Y ahí está, tercero en la general a las puertas de la 'crono' larga y del final en alto del domingo en Piancavallo. Luego, la próxima semana si el virus lo permite, llegarán el frío, la nieve, el Stelvio y el Agnello. La esencia del Giro de siempre. Bilbao, piel, músculo y huesos, apenas tiene grasa. Eso puede penalizarle si, como dicen, los grandes puertos se coronarán con temperaturas bajo cero. Ya se verá. De momento, este sábado a aspira a agarrar el color mágico, el rosa.
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