Un Giro vertical y de 'sterrato'

El Zoncolan es uno de los escenarios del Giro que arrancará mañana desde la Piazza del Castello de Turín con una contrarreloj de 8 kilómetros hecha para Filippo Ganna y Remy Cavagna. No habrá más 'crono' hasta el último día, ya en Milán (29,4 km.). Y en medio esperan ocho finales en alto y trampas a la italiana como los 35 kilómetros de tierra, de 'sterrato', que amenazan en el ecuador del recorrido. Después todo será cuesta arriba: los Alpes, las montañas rosas de los Dolomitas y el Zoncolan, que en la decimocuarta etapa encenderá la traca que alumbrará al ganador final.

«He subido el Zoncolan tres veces. La primera, cuando gané. En 2014 hice allí la selección para Quintana y dejé el grupo en sólo siete. Arriba subí al podio con Nairo, Gorka Izagirre y Castroviejo por haber sido el mejor equipo. Y volví en 2018, en el año de mi retirada. No andaba ni para atrás, pero ataqué y me fugué durante un kilómetro de la subida. Tengo un gran recuerdo de esa montaña», señala el corredor de Galdakao. «Arriba es como un anfiteatro, con todos los aficionados mirando desde las campas. En 2011, como no pudieron subir los camiones de las vallas, los policías se pusieron en fila para que nadie invadiera la carretera», añade. Tiene fresco el Zoncolan en la memoria.

Y también su desfallecimiento posterior. «Fue error mío. Bajé tarde del puerto, atendí a mucha gente. De noche me entrevistaron en la radio. Apenas dormí. Estaba alterado por el triunfo. Y me vine abajo en la etapa siguiente, la que ganó Mikel Nieve, la más dura que he disputado». Así es el Giro, la vieja y bella carrera que este año celebra el 700 aniversario de la muerte de Dante con la etapa de Verona. También festeja los 160 años de unificación italiana y los 90 de la 'maglia rosa' que el 10 de mayo de 1931 estrenó la 'locomotora humana', Learco Guerra, y que Eddy Merckx lució en 78 jornadas. El que más, como siempre. Y así, como siempre, el Giro irá aumentando su exigencia.

Tras la contrarreloj inicial, el menú ofrece varios días para las emboscadas, como la cuarta etapa con resolución en las rampas de Sestola. Luego vendrán el final en la cima de Ascoli Piceno (puerto de segunda en la sexta jornada) y dos días de tierra: la novena etapa, en los Apeninos, con meta en la montaña de Campo Felice que incluye 1,6 kilómetros de 'sterrato' y, sobre todo, el decimoprimer capítulo del recorrido, con final en Montalcino y cuatro tramos de caminos sin asfaltar que suman 35 de los últimos 70 kilómetros de ese día. «La vita è bella», dijo Evenepoel al pisar ese paisaje toscano.

De la tierra, a la montaña. El Giro empezará a subir colosos en la decimocuarta jornada, la del Zoncolan desde Sutrio (14 kilómetros al 8,5%, con rampas del 27%). Dos etapas después, la ronda italiana hará honor a su leyenda. La más dura. Serán 212 kilómetros con meta en Cortina d'Ampezzo y las subidas a la Crosetta, el Passo Fedaia, el Pordoi y el Giau. En total, 5.700 metros de desnivel. La 'corsa rosa' salvaje.

Y antes de la 'crono' final aún faltarán tres finales más en alto: Sega di Ala, Alpe di Mera y Alpe Motta. Los escaladores como Bernal y Landa se frotan las manos.

El vizcaíno Jonathan Lastra (Caja Rural) acabó tercero en el alto de Foia, final de la segunda etapa del Tour del Algarve, en la que se impuso Ethan Hayter (Ineos). Por su parte, la holandesa Annemiek van Vleuten (Movistar) ganó en el inicio de la Semana Valenciana.