El Giro más incierto se mete en la nieve

Quedan tres etapas brutales, dignas de la historia del Giro. Y hay dos corredores, Joao Almeida y Wilco Kelderman, con tres minutos de ventaja sobre Hindley (gregario de Kelderman aunque sube más que él), Tao Geoghegan Hart, Pello Bilbao, Rafal Majka, Vincenzo Nibali y Domenico Pozzovivo. A cuatro minutos está Konrad y a cinco, Fuglsang, que inició esta edición como uno de los grandes favoritos. Nada es seguro en este Giro. Por eso, el novato Almeida y el irregular Kelderman no son del todo una apuesta segura.

«Aquí puede pasar de todo», repite Tao Geoghegan Hart, el líder del Ineos revalorizado tras su victoria en Piancavallo el domingo. Esa frase la han pronunciado antes Nibali, que no se encuentra, y Pello Bilbao, que no falla pero que tampoco se destaca. El vizcaíno, quinto en la general, prefiere ver siempre el lado optimista de las cosas. «Si al empezar el Giro me hubieran dicho si firmaba una quinta posición al finalizar la segunda semana, lo habría hecho. Esperaba verme delante más tiempo, pero no he perdido demasiado y todavía estoy en la pelea», se anima el corredor de Gernika. En 2018 terminó sexto del Giro. No es de los que se doblan.

A esta edición le queda lo peor. Lo mejor. Tras la etapa con formato de clásica que hoy llega a San Daniele del Friuli (229 kilómetros), mañana la jornada terminará en Madonna di Campiglio, el tercero de los puertos de primera del trazado. Al día siguiente esperan el Stelvio y su cima a 2.758 metros. Entre paredes heladas. La meta está en el Lago de Cancano, de primera categoría. Y el sábado, víspera de la contrarreloj final en Milán, es el turno para el Agnello (2.744 metros), el Izoard y la meta en la estación de esquí de Sestriere. «Espero seguir yendo bien esta semana y acabar el Giro en la mejor posición», confía Pello Bilbao. No sabe cómo responderá su organismo, que carga con el esfuerzo acumulado del Tour.

Nadie lo sabe. Almeida, el líder, reconoce que llegó a la cima de Piancavallo «a punto de explotar». Nibali confiesa que, simplemente, no pudo seguir a los mejores. El siciliano, que ha ganado dos veces el Giro, un Tour y una Vuelta, es de los que remontan. Conquistó la corsa rosa de 2016 cuando ya parecía perdida. Acosó primero a Kruiswijk, que acabó incrustado contra un muro de nieve en el Agnello. Y luego, en la última etapa de montaña, machacó a Chaves. A punto de cumplir 36 años, Nibali ya no es el que fue, pero si el frío y la nieve ponen a prueba la resistencia del pelotón, buscará su oportunidad. Ese instinto no se pierde. «El favorito es Kelderman -dice-, pero esto no ha acabado».

Y quedan más incógnitas. El australiano Jai Hindley (tercero en la general) está, en teoría, al servicio de Kelderman. Pero pareció más que su líder en Piancavallo. Es un escalador de manual. Esta semana entra en su hábitat, que es el de Tao Geoghegan Hart, londinense alto y flaco. En el equipo de Hart, el Ineos, es casi imposible ser el líder. Sobra el talento. La formación británica tenía previsto venir al Giro con Carapaz, pero tuvo que llevar al ecuatoriano al Tour. Su lugar en Italia lo ocupó Thomas, que se cayó sin salir de Sicilia. Ese dominó ha colocado a Hart en la parrilla de favoritos en este Giro sin un dueño claro y con la pandemia y la nieve dispuestas a cambiarlo todo.