El Giro se resiste a las modas

El Giro, carrera centenaria, levanta mil historias cada vez que pisa una baldosa de su territorio. La 'corsa rosa' de 2020 pegará el oído a la pared para escuchar la biografía de uno de sus preferidos, Marco Pantani. El trazado incluye una meta en Rímimi, la decadente ciudad costera donde el 'Pirata' falleció en 2003 víctima de la depresión y las adicciones. Eso será en el ecuador de la ronda. De Rímini era el director de cine Federico Fellini, a quien el Giro rendirá homenaje. Un día después, la decimosegunda etapa partirá y terminará en Cesenático, el paisaje vital de Pantani. Sus calles. Su infancia. Su vida, tan breve. Y la semana final, tan dura, le recordará con la llegada a Madonna di Campiglio, su cielo y su tumba. Allí logró en 1999 una de sus mejores victorias y allí, acto seguido, salió escoltado por la policía cuando se supo que había sido descalificado por tener la tasa de hematocrito demasiado elevada.

Al tocar esa baldosa, la de Madonna di Campiglio, aparece también Mikel Landa, vencedor en esa cumbre en 2015. Suya es también otra meta del próximo Giro, la de Piancavallo, donde triunfó dos años después. Desde enero correrá en el Bahrain-Merida y su gran meta de la temporada será el Tour, que no presenta ninguna contrarreloj llana, una ausencia que le beneficia. Pese a que el vídeo promocional del Giro incluye varias imágenes de Landa, el ciclista de Murgia piensa más en París y en Tokio, sede de los Juegos Olímpicos apenas unos diás después del final de la ronda gala.

En la presentación del recorrido estuvo Richard Carapaz, vencedor en 2019. Parece que será el líder del Ineos en la ronda italiana. Queda la duda de Egan Bernal, ganador del pasado Tour. ¿Irá el colombiano al Giro y dejará el protagonismo en el Tour a Chris Froome, que busca su quinto triunfo? Vincenzo Nibali y Fabio Aru sí tienen el Giro en sus planes. ¿Y Dumoulin? Con un Tour sin contrarreloj, la ronda italiana se ajusta mejor a sus medidas. Además, en su nuevo equipo, el Jumbo holandés, ya figura Primoz Roglic, tercero en el último Giro y ganador de la pasada Vuelta. El esloveno quiere volver a París, donde fue cuarto en 2018.

Quien sí estará en el Giro 2020, y estuvo este jueves en la presentación, es Peter Sagan, que ha disputado ocho veces el Tour y cuatro la Vuelta. El tricampeón del mundo descubrirá la ronda del país donde se hizo como ciclista: vivió en Treviso y debutó en aquel equipo Liquigas enel que figuraban Basso y Nibali.

La participación de más estrellas se aclarará con el paso de los meses. El recorrido, que tiene seis finales en alto, ya está. Arrancará desde el Danubio con un prólogo de 8,6 kilómetros en Budapest. Ninguna gran vuelta había ido tan al este. Con tres primeros días en Hungría, el Giro refuerza su internacionalización. Budapest, por cierto, está a sólo 250 kilómetros de Zilina, la ciudad de Sagan, que peleará por el color que le falta, el rosa del Giro.

De Hungría, la carrera volará sin descanso a Sicilia. Subirá en la quinta etapa al Etna por la ladera de Piano Provenzana (18 kilómetros al 6,8%). En la séptima jornada espera el Valico di Montescuro, que puede seleccionar a los candidatos. El final de la segunda semana subirá el volumen de la ronda con la quebrada contrarreloj de 33,7 kilómetros en Valdobbiadene, tierra de prosecco, y con el final un día después en la cumbre de Piancavallo tras partir de la base aérea militar de Rivolto. Ambiente bélico.

Tras el segundo descanso todo es pólvora. Y kilómetros. Cinco etapas seguidas por encima de 200 kilómetros. Tres de ellas, de alta montaña, sumarán cada una más de cinco mil metros de desnivel. El Giro de siempre. Hay metas en Madonna di Campiglio (17ª)y el Lago di Cancano (18ª) tras ascender el Stelvio (267 kilómetros al 7,2%). Tras una día llano de 251 kilómetros, llegará la etapa 'reina', con el Agnello, el Izoard, Montgenevre y Sestriere-Fraiteve . Para elegir al sucesor de Carapaz sólo quedará la contrarreloj final de 16,5 kilómetros en Milán. «Nunca pensé que iba a llegar tan alto», confiesa el ciclista ecuatoriano. Para eso, para tocar el techo del ciclismo, el Giro es una carrera ideal, la que mejor conserva la tradición.