La octava etapa del Giro fue para el británico Alex Dowsett, que ya había ganado aquí una contrarreloj en 2013, que tuvo el récord de la hora, que le da al equipo Israel su primera victoria en una gran vuelta y que sufre una ... enfermedad genética, la hemofilia. No le coagula bien la sangre y tiene que tratarse para evitar hemorragias. Pero eran otro ciclista británico y otra enfermedad los protagonistas del día: Simon Yates y su positivo por coronavirus.
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Resultó una de esas etapas que tienen más historia antes y después que durante el recorrido. Antes, porque el positivo por Covid-19 de Simon Yates ha puesto en vilo al Giro. El contagio del corredor británico, que no tomó la salida y ya está en cuarentena, es el primero que se registra en una gran vuelta. No hubo ninguno en el Tour. El Giro cruza los dedos ante los test masivos que se realizarán el lunes, durante la jornada de descanso. ¿Habrá más víctimas del virus en el pelotón? La organización traga saliva porque el índice de infección se ha disparado en Italia. El viernes hubo 5.400 casos, algo no visto desde marzo. Eso pasó antes de la victoria de Dowsett, el mejor de los fugados, en la meta de Vieste, donde se hablaba ya de lo que viene después, la novena etapa, la que terminará en la cima de Roccaraso, donde Pello Bilbao, situado a sólo 43 segundos del líder, Joao Almeida, aspira a vestirse la maglia rosa.
La atractiva costa de Puglia, la región que perfila el tacón de la bota italiana, no mitigó la preocupación. Desde marzo, desde que la pandemia lo cambió todo, el ciclismo ha vivido pendiente del Tour. La misión era llegar a París. El triunfo de todos. Y se logró. La organización de la ronda gala montó tres burbujas en la caravana de la carrera. Aisló a los corredores del virus. Ahora, con el Tour ya culminado, todo parece haberse relajado, al menos, en el Giro. Muchos aficionados no llevan mascarillas. En los hoteles, ciclistas y personal ajeno a la carrera comparten a veces espacios... Y en ese ambiente llega el caso de Yates. El primero. Terror ante un efecto dominó.
El ganador de la Vuelta 2018 y uno de los favoritos en la salida de este Giro, se sintió mal el viernes tras la etapa. De inmediato, su equipo, el Mitchelton, avisó a la organización de la carrera. El corredor pasó una primer test rápido, que resultó positivo. Y, a continuación, otro test, esta vez un PCR, que confirmó el diagnóstico. Saltó la alarma. Los otros ciclistas y el personal del conjunto australiano pasaron la prueba rápida y dieron negativo. Por ahora, a falta de más test, pueden seguir en carrera.
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«La salud de Simon sigue siendo nuestra principal preocupación y, afortunadamente, sus síntomas siguen siendo muy leves . Por lo demás, goza de buena salud. Queremos agradecer al Giro su apoyo en la organización de las pruebas rápidas y su transporte», señalaron en el Mitchelton. Yates, ganador antes del Giro de la Tirreno-Adriático, era con Geraint Thomas el gran favorito para llegar de rosa a Milán. Thomas se cayó y ahora Yates se baja por enfermedad. Perdió muchas de sus opciones en el primer final en alto, en el Etna. Estaba situado en el puesto 21 a casi cuatro minutos del líder, Joao Almeida.
En aquella subida al volcán su mal rendimiento sorprendió. ¿Tenía ya el coronavirus? ¿Ha estado varios días enfermo y asintomático compartiendo el aire del pelotón? Hay sudor frío en Giro ante los controles de detección del Covid-19 que contestarán a esas cuestiones el lunes. El ciclismo, como todo, aprende a convivir con el virus. En la Gante-Wevelgem de este domingo no participará el belga Jan Bakelands, también positivo. Es un goteo.
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Mientras el Giro hablaba del miedo a la pandemia, seis corredores se quedaron con la octava etapa. Brandle y Dowsett (dúo de poseedores del récord de la hora del equipo Israel), más Roskoff, Ravanelli, Holmes y Puccio. Su temprana fuga recogió el premio por el que no peleó el pelotón. Ni Demare, ganador de tres etapas, quiso exprimir a su equipo, ni Sagan pugnó por el triunfo. El eslovaco parece harto de perder: acumula 31segundos puestos en las grandes vueltas, donde ha logrado 16 triunfos. Lleva 460 días sin ganar. Insólito en él, que acumula 113 victorias. Sin su empeño, la escapada se jugó la meta de Vieste, un pueblo pesquero de paredes encaladas que se recorta sobre el Adriático.
El pelotón, a un cuarto de hora de distancia, había renunciado a discutir con los fugados. Dowsett y Brandle, dos rodadores del Israel, temían al repecho del circuito final. Con una rampa del 17%. Demasiado para ellos. Así que quisieron prevenir. Atacaron por turnos. En la ruleta, acertó Dowsett. Cogió 40 segundos, perdió la mitad en esa breve subida, pero tuvo renta de sobra para emocionarse en la meta por su segundo triunfo en la historia del Giro. Esquivó en la recta final de Vieste a un perro cojo. Sólo hubiera faltado que esta etapa tan liada con la medicina hubiera terminado en el veterinario.
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