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Tras una siesta de varias horas, el Giro circuló por la Riviera de los Cedros. Playas, acantilados, aguas cristalinas del mar Tirreno... El sprint es como surfear una ola en plena tormenta. La carretera es movediza. Los velocistas pedalean de oídas, atentos a los gritos ... de sus lanzadores y pendientes de la rueda que les precede. Prohibido mirar atrás. Hay que tratar de flotar sobre esa ola de manera fluida con el mar azotando sobre las rocas. Algo así. Y ahí es clave que te abran el camino. El francés Arnaud Demare tiene un buen grupo de desbrozadores. Uno de ellos, Guarnieri, le coge de la mano en el último kilómetro. Demare puede ir a ciegas, concentrado en esos 150 metros finales. Los únicos que ve. Abre los ojos y tiene delante a dos rivales, a Cavendish, al que frena el viento, y a Ewan. Demare coge la ola buena, remonta y bate a Ewan por un dedo, por un golpe de riñón. Con eso basta. «He tenido calma. He sabido esperar», apunta. Cada ola tiene su momento.
Tan justo fue el espectacular sprint en Scalea de la sexta etapa del Giro que ni Demare ni Ewan se atrevieron a celebrarlo. Se dieron la mano y esperaron noticias. Al fin, la radio se decantó por el francés. Es su segunda victoria en este Giro, la séptima en la 'corsa rosa'. Más que Bernard Hinault. Ya es el récord del ciclismo francés. En cuanto supo que había ganado buscó a sus gregarios. Abrazos. Cerca, el colombiano Gaviria maldecía. El miércoles perdió sus opciones por una avería mecánica. Esta vez por verse emparedado por dos corredores del DSM. Evitó de milagro la caída, pero no otra derrota que vuelve a desesperarle en este Giro feliz para 'Juanpe' López, líder y maglia rosa por tercer día.
Al sevillano, todo esto le parece «algo irreal». Se le acercan Landa y Valverde y le felicitan. Eso le emociona. También le da una palmada Nibali, el mito italiano ganador de las tres grandes vueltas que se retirará el final de esta temporada. Nibali siente el calor del público. 'Amore infinito' es el lema del Giro. También nota ese cariño 'Juanpe', tan reclamado por los micrófonos. Se le arrima José Joaquín Rojas, que acaba de ser padre y no verá a su hijo hasta dentro de dos semanas. Los dos se dan la enhorabuena. La sexta etapa, tan plana y tranquila, es perfecta para todo esto. Al fin y el cabo, todos saben que en la meta de Scalea, en la bella costa calabresa, la victoria se va a jugar al sprint.
De hecho, sólo un corredor se atrevió a alterar la calma. Un veterano, Diego Rosa. Se hizo ciclista por los senderos del Piamonte botando sobre una mountain bike. Por una lesión probó con el ciclismo de carretera. Y, vaya, era lo suyo. Buen escalador, se enfrentó durante años a Alberto Contador. «Alberto era mi pesadilla», confesó en 'bicipro'. Cuando estaba en el Astana defendió a Landa y Aru de los ataques del madrileño en el Giro de 2015. Y luego, ya en el Sky, protegió a Froome de los latigazos del corredor de Pinto. Ahora, con 33 años y en el final de su carrera, Rosa compite con el maillot del Eolo, el equipo que impulsa Contador. Carambolas de la vida. En la Itzulia de 2016, el italiano ganó a lo bestia la etapa de Arrate. Esa victoria y la Milán-Turín son su cima. En Scalea, estaba claro, no iba a aumentar su breve palmarés.
A 28 kilómetros de la meta, su fuga cayó de madura. Rosa recibió al pelotón con una sonrisa. Dice que en el Eolo, rodeado de jóvenes, ha vuelto a disfrutar de la bicicleta. Como al principio. En marzo, tras completar los 300 kilómetros de la Milán-San Remo se fue a casa pedaleando: más de 40 kilómetros hasta Montecarlo. Con la ilusión de un chaval. Atrapado Rosa, arrancaba otra etapa tras horas de duermevela, la de sprint junto a los acantilados de Calabria. El pelotón se dividió en trenes. El del Quick Step lo dirigía Morkov con Cavendish a rueda por el carril derecho. Por la izquierda volaba el vagón del Groupama con Guarnieri y Demare. Por libre remontaban Ewan y Girmay, el eritreo que se atreve con todo. Surf en mitad de la tormenta. De esa ola salieron primero Ewan y Demare. Los dos dieron la última brazada con los riñones. Demare, de 1,82 metros, le saca un palmo al menudo Ewan y le sacó un centímetro en Scalea. Lo que mide su segunda victoria en este Giro que va hacia la montaña.
La séptima etapa amenaza con 4.500 metros de desnivel y las subidas al Monte Sirino, donde venció Lale Cubino en 1995, el Monte Grande di Viggiano y la Sellata antes de llegar a la meta de Potenza.
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