Arnaud Démare, vencedor en la meta de Módena. Afp

Démare se lleva otro sprint con caída en el Giro

Los velocistas apuran sus últimas etapas a la espera de que el jueve comience la montaña y se vea la resistencia de Roglic

Martes, 21 de mayo 2019, 18:33

En Módena todo suena bien. Es la ciudad de Luciano Pavarotti y también la de Enzo Ferrari. En los alrededores se fabrican sus bólidos y los de Lamborghini y Maserati. Y las bellas motos de Ducati. Sinfonía de motores. Por eso, ya en el último ... kilómetro de la décima etapa, en el centro de Módena, sonó extraño el chirrido que devastó el sprint. El pelotón acababa de atrapar al cántabro Ventoso. Los velocistas mordían por un lugar en la primera fila de esa recta. Por la derecha, dos bicicletas se tocaron y Ackermann salió despedido. La ola expansiva del impacto, del sonido que más aterra a los ciclistas, corrió hasta la otra banda. Latigazo. Y allí una ristra de corredores se incrustó contra las vallas. El joven Moschetti, debutante, no se sostenía en pie. Blando. KO. Conmocionado y ajeno a lo que sucedía al final de la calle, al sprint que por la derecha dipustaban, espolones fuera, Viviani y Ewan, y que por la izquierda ganaba el francés Démare. Su primera victoria en el primer Giro de Moschetti. Cara y cruz en el mismo arcén zurdo de Módena.

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Existe la Italia plana. Pero en los 147 kilómetros horizontales que unieron Rávena y Módena todos pensaban en la Italia vertical, la que asomará desde el jueves hasta el final del Giro. El sol de un tarde plácida no ocultaba la nieve que espera. «Todo se decidirá en la montaña», asume Primoz Roblic, el mejor situado de los candidatos, para quien todo hasta ahora «va redondo», salvo por la baja de De Plus, su mejor escudo cuesta arriba. Pello Bilbao le persigue a 42 segundos, pero es gregario de 'Supermán' López en el Astana. «Espero que en el equipo me dejen ver hasta dónde puedo llegar», confía el vizcaíno. Nibali, a 44 segundos de Roglic, promete lo que siempre cumple. «Atacar». Aunque tratará de aprovecharse de los que andan con más urgencias que él, los derrotados en la contrarreloj de San Marino, Simon Yates, 'Supermán' López y Mikel Landa.

Yates (cede 3.46) es de los que no dudan. De hecho, perdió el pasado Giro por impulsivo. Esta vez no le quedará más remedio que jugar a todo a nada. «La única estrategia será ir a tope en la montaña». En esa guerra kamikaze puede encontrar como aliado a Landa (a 4.52), que ha fallado en las dos 'cronos', pero que no se inclina. «No pensaba haber perdido tanto tiempo a estas alturas», reconoce. Casi cinco minutos le debe a Roglic. Sabe que su dorsal ha pasado «a un segundo plano». Pero mantiene «intacta» su manera de ver el ciclismo. Si, como cree, su condición física va a ir a más, saldrá como en el Giro 2017 a reventar cada etapa cuesta arriba. Los éxitos del alavés han llegado casi siempre cuando ocupaba un hueco en la segunda fila.

Este Giro, confían en el Movistar, está por escribir, pese al dominio actual de Roglic. Nibali ya ha comenzado a recordar las «lagunas» del esloveno en los puertos. El siciliano maneja como nadie el Giro psicológico. Y esta edición que aún no ha comenzado para los escaladores, se les está acabando a los velocistas. La décima etapa era una de sus últimas ocasiones. La más asequible. Ni un repecho. Plana por completo. Los equipos de los galgos no tuvieron ni que preocuparse por la fuga del italiano Covili y el japonés Hatsuyama. La inercia se los tragó.

Iba a ser todo un día resumido en el sprint. Módena recibió al Giro en una avenida sin trampas. Recta. Hecha para fardar con el acelerador de un Ferrari. Ciudad veloz. De alto volumen. De Pavarotti. Pero al volante no hay tramo sin peligro. Ni sprint sin riesgo. Ventoso tomó en cabeza una de las pocas curvas. Se giró. Vio que le habían regalado unos metros y no volvió a mirar atrás. En su palmarés tiene dos etapas del Giro. A por la tercera. Entró primero en el último kilómetro. A tope. Ni así. También buscaba su tercera etapa el alemán Ackermann, que se colocaba por la derecha y que patinó. De su maillot ciclamino y de su culotte quedaron las raspas. Sin él en liza, Módena se abrió para los demás. Y ganó el que le disputa ese maglia de la regularidad, Démare. Sal sobre la herida de Ackermann. A los velocistas les queda otro sprint antes de que comience el otro Giro, el de Roglic frente a los escaladores.

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