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Retirado hace dos años, Alberto Contador se está reinventando con éxito. Trabaja en su fundación, que aparte de una importante obra social este año va a aportar cuatro ciclistas a equipos del World Tour, y en la cadena Eurosport, donde se ha convertido en un ... comentarista con gancho, locuaz y pasional. Como a otras grandes leyendas del deporte, también se lo disputan las empresas. Quieren oírle hablar de los valores que le llevaron al triunfo. Sobre ello disertó el miércoles en el auditorio del Guggenheim, invitado por Randstad, la firma líder en el sector de los Recursos Humanos en España. Lo cierto es que Contador se desenvuelve como pez en el agua delante del público. Y de los periodistas que le siguen pidiendo unos minutos para charlar.
- Se le nota en su salsa en este tipo de actos, con mucho control de la situación.
- Hombre, he acabado teniendo mucha experiencia delante de los medios y del público. Tengo callo, vaya. En el ciclismo te acostumbras a dar explicaciones incluso en momentos muy duros. Llegas a la meta después de una caída o de una pájara, con las pulsaciones a mil por hora, y sabes que tienes que intentar ser correcto.
- Como comentarista llama la atención el entusiasmo con el que describe las carreras. Las vive con la emoción de un principiante.
- Ja, ja. La verdad es que me gusta involucrarme al 100% en las cosas, demostrar pasión en todo lo que hago. Siempre.
- Efectivamente, usted fue un ciclista pasional, con espíritu de aventura, imprevisible muchas veces...
-Pues sí. Y comentando el ciclismo quiero mantener esa misma línea. Al principio, cometía bastantes errores. Este año, en cambio, estoy mucho más cómodo. Y más acertado, sobre todo en las grandes vueltas, que son las carreras que mejor interpreto. Mucho mejor que las clásicas, lógicamente. A veces ves cosas mucho antes de que sucedan y eso es una gran satisfacción. ¡Joder, voy a tener que dedicarme a las apuestas!, me digo. Ja, ja.
- En este congreso va a hablar usted de valores. Hablemos de los suyos, de los que le inspiraron, de los que le transmitieron. He leído que su primera bicicleta, una Orbea de 15 kilos, la heredó de su hermano mayor. Sus padres le compraron a él otra por aprobar la selectividad y usted se quedó con la suya vieja. Veo que en su casa había que ganarse las cosas.
- Normal. Mis padres eran unos trabajadores con cuatro hijos. Tenían que echar muchas cuentas. Nosotros enseguida aprendimos lo que cuestan las cosas, el deber de ganárnoslas.
- Sus padres llegaron a Pinto desde Barcarrota, Badajoz. ¿Qué recuerdos tiene de su infancia?
- Bueno, yo ya nací en Pinto, pero todos los veranos los pasaba en el pueblo. Allí era el más feliz del mundo. La familia de mi padre tenía mucho campo, cerdos, vacas... No paraba en todo el día. Me levantaba a las cinco y media para ir a ordeñar las vacas...
- ¿Sigue volviendo por allí?
- Ya sabes lo que pasa. Cuando faltan los abuelos ya te cuesta más ir. Aunque sigo teniendo familia, la mayoría de mis primos se han tenido que ir a Madrid, a Barcelona o al extranjero. La situación en esos pueblos es muy complicada.
La reflexión
- Sigamos con los valores. ¿Cuáles fueron los principales que le trasmitieron sus padres?
- El sacrificio, la capacidad de superación, la honestidad, el respeto y la educación. Cosas básicas. Me siento realmente afortunado de la educación que me han dado mis padres y muy orgulloso de ellos.
- Ahora es usted padre de un niño de año y medio. En fin, que le ha llegado la hora de ser el educador.
- Sin duda. Luca me ha cambiado la vida.
- ¿Dónde ha notado más el cambio de la paternidad?
-En que ya no eres tu. En que hay alguien más. Te sientes más vulnerable. Si le pasa cualquier cosa la sientes más que si te pasara a tí. Pero es supergratificante. Le quiero con locura. Ahora mi ilusión es ser el ídolo de mi hijo.
- Cambiemos de tema. Hablemos del afán de superación, otro de los valores de los que va a referirse hoy. En 2004, un año después de su debut, sufrió aquel ictus tan grave del que tanto se ha hablado. Han pasado quince años desde entonces. ¿Siguen pensando en ello?
- Mucho. Ha sido algo fundamental en mi vida, algo que me hace tener siempre los pies en el suelo e intentar disfrutar de cada día, de cada momento. Eres consciente de tu fragilidad. Mira, hubo un momento en el que no sabían sin iba a poder mover la mitad del cuerpo. Y tuve suerte. Afortunadamente, tenía el derrame en el lóbulo frontal derecho y me pudieron intervenir.
- Esa experiencia le cambió la vida.
- Absolutamente. Si no me hubiera sucedido lo del ictus no hubiese conseguido lo que he conseguido en mi carrera deportiva. Estoy seguro. Me ha ayudado mucho psicológicamente porque lo relativizas todo. Lo que para otra persona puede ser un problemón a tí te resulta algo insignificante.
- Hablando de problemones, usted tuvo uno con la sanción de dos años por su positivo en el Tour. Esa fortaleza de la que habla le ayudaría también entonces.
- Sin la experiencia del ictus, yo no hubiese podido superar solo lo de la sanción. Hubiese necesitado ayuda profesional y me temo que por mucho tiempo. De hecho, en 2012, pese a ganar la Vuelta España, me dio un bajón en el cuerpo. Hizo boom. Noté que me pesaba la carga de esos dos años.
- ¿Y cuál era el sentimiento? ¿Injusticia? ¿Ingratitud? ¿Se culpaba a sí mismo?
- No, no tenía nada de lo que culparme, siempre lo dicho. Sentía injusticia, impotencia, incomprensión. Me parecía imposible que eso me estuviera sucediendo. Era una pesadilla. Me levantaba cada mañana pensando que era mentira, hasta que descubría que no, que era verdad. No se lo deseo a nadie. Sabes que eres un ejemplo para los niños, que te idolatran, para la sociedad... Sabes cuál es tu responsabilidad. Y verte envuelto en eso, bufff. Tener que ir a contárselo a tus padres, que te han enseñado justo a los valores contrarios de los que te están acusando. Eso es muy duro, joder.
- También tiene que ser duro, supongo, la falta de solidaridad que se ve en el pelotón. Lo digo porque cada vez que sancionan a un ciclista por un caso de dopaje todos los demás parecen mirar hacia otro lado. Que cada palo aguante su vela, vaya.
- En cierto modo, es verdad, pero yo creo que depende de cada caso particular. Hay gente que ha cometido prácticas ilegales muy claras y otra, como es mi caso, que ha sufrido un error como los que a veces cometen los tribunales.
La paternidad
- A este tipo de conferencias como la que va a dar aquí acuden muchos directivos, gente con responsabilidad sobre otras personas. La jefaturas son muy importantes en el ciclismo. ¿Fue usted un buen jefe?
-Bueno, yo creo que sí, pero eso te lo tendrían que contestar mis compañeros. Yo, desde luego, lo he intentado a todos los niveles, incluso en el económico, compensando a compañeros con mi propio contrato. Pero siempre he buscado el lado humano. No es lo mismo trabajar para alguien por motivos económicos que por amistad.
- ¿Nunca se metió a la cama con la sensación de haber sido un poco tiránico o injusto con uno de sus gregarios?
- No. Para nada. Nunca. Siempre he sido consciente que con esa esa actitud no vas a ningún sitio. Sólo provocas resentimiento. Odios. Es un error absoluto actuar de esa manera.
- ¿Cuál han sido sus mejores gregarios?
- Te diría tres. Jesús Hernández, que estuvo conmigo muchos años y se retiró en 2012. Benjamín Noval, que ha sido importantísimo para mí. Y Pablo Tiralongo.
- ¿Qué es lo que más valora de ellos?
- Su lealtad. Y el sacrificio, por supuesto.
- Pocos deportes más sacrificados que el ciclismo. En ese sentido, una buena escuela de vida.
- De las mejores, sin duda. Estamos en una sociedad demasiado conformista. Ahora la gente deja de luchar demasiado pronto. Falta capacidad de aguante, de sacrificio, de superación, que es lo que el ciclismo te exige. Pocos deportes hay más ricos en valores.
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