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A Marco Ganna le apodan 'el alemán'. Es un antiguo remero olímpico que representó a Italia en los Juegos de Los Ángeles'84. Le llaman así porque vivía y se entrenaba al estilo de la Alemania democrática. Bajo un régimen casi carcelario. Es de los ... que creen que al éxito se llega a través de un plan estricto, sin saltarse ni una regla. Así le enseñó a ser ciclista a su hijo Filippo, primer líder de este Giro que acaba de arrancar desde la bella y caótica ciudad de Palermo. En vísperas de esta contrarreloj inicial, Philippo Ganna y Marco charlaban de la medalla de oro que hace poco más de una semana había logrado el chaval en el Mundial de Imola. Ahí, la disciplina familiar le hizo hueco al humor. «Mi padre y yo bromeamos sobre que si voy a toda pastilla en el coche me multan; en cambio, cuando lo hago en bicicleta me dan premios», contó el corredor del Ineos y primer líder del Giro en 'Il Corriere della Sera'.
Sicilia es imprevisible. Como su viento. El aire benefició a los que tomaron la salida antes. Para eso está la previsión meteorológica. Ganna estuvo entre ellos. También el segundo clasificado, el prometedor portugués Joao Almeida. Quedó, eso sí, lejos del italiano, a 22 segundos. Un abismo. El mejor de los candidatos al podio fue Geraint Thomas, a 23 segundos de su compañero Ganna. Thomas es la referencia. Aventajó en 8 segundos a una joya, Tobias Foss (ganador del Tour del Porvenir), en 26 segundos a Simon Yates y en 59 a Pello Bibao. Y alejó a todos los que arrancaron cuando el viento dejó de soplar a favor. El botín fue jugoso para Thomas. Vlasov le cedió 57 segundos, por 1.06 de Nibali, 1.21 de Kruijswijk, 1.24 de Fuglsang y 1.37 de Majka. Mucho para apenas 15 kilómetros de este Giro que disfruta con la sonrisa multicolor de Ganna
Con 24 años, tiene desde hace unos días el arcoíris de campeón mundial de contrarreloj y ya luce la maglia rosa. No le caben los colores en el pecho pese a medir 1,95 metros. Los ciclistas, como todos, tienen 32 dientes. Con eso masticamos. Ganna, casi el doble. Utilizó un plato grande de 60 dientes y un piñón de 11. Un desarrollo rompepiernas. La contrarreloj tenía 15 kilómetros, casi todos en descenso, pero con un inicio cuesta arriba, hacia la catedral normanda de Monreale y sus mosaicos dorados. Buena inspiración. Con una bicicleta de color oro, a Ganna le costó subir su peso en ese comienzo. Luego, en el descenso con el puerto de Palermo a la vista, aprovechó esos kilos de más. Y su tremenda fuerza.
Tardó 15 minutos y 24 segundos. A 58,831 kilómetros por hora. Al borde de batir el récord de Rik Verbrugghe en el prólogo del Giro 2001, en Pescara, con 58,872. A velocidades así, es verdad, te multan en cualquier ciudad. Incluso en Sicilia, que recibió al Giro con calor y viento. Ganna llegó a alcanzar picos de 106 kilómetros por hora. Fue un cuarto de hora de vértigo, con ráfagas laterales que zarandeaban las ruedas lenticulares. Entre eso y las curvas cuesta abajo, algunos favoritos se asustaron. «No era fácil acoplarse a la bicicleta», lamentó Rohan Dennis, que era favorito y no estuvo a la altura.
Peor le fue a Miguel Ángel López, 'Supermán', que soltó una mano del acople del manillar justo sobre un bache, perdió el control de la bicicleta y se incrustó contra las vallas, que no estaban atadas. Así había empezado el Tour, con un patinazo en Niza que le dio de lleno con una señal de tráfico y así comenzaba el Giro. En Francia se salvó. Esta vez, no. Tras sólo ocho kilómetros el Giro se le acabó. Un ambulancia le trasladó al hospital. Se alistó en el Giro para ayudar a Fuglsang, que ahora se queda sin uno de sus bastones en la montaña. Hubo críticas por el peligro del recorrido. «No creo que nadie le guste este trazado», se quejó el belga Campenaerts, otro de los caídos. A Ganna sí le agradó. Le vistió de rosa. «Lo pondré al lado del arcoíris. Estoy haciendo una buena colección», dijo.
Ese color es mágico en Italia. Llena los meses de mayo y, esta vez, se adueña de octubre por culpa de la pandemia. De los primeros brotes de la primavera a las hojas caídas y ocres que tapizaban el irregular asfalto siciliano. La maglia rosa lo es todo en el Giro. Ganna lo sabe desde crío. «Salía de clase corriendo para llegar a casa y ver el final de las etapas», recuerda. Llegaba puntual, como en esta contrarreloj cuesta abajo de Palermo.
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