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El ciclismo español ha perdido a un escalador de leyenda. Julio Jiménez, el relojero de Ávila, uno de los grandes en la década de los 60 donde protagonizó duelos con Anquetil, Poulidor y sobre todo Bahamontes, ha fallecido esta madrugada a los 87 años como ... consecuencia del accidente de tráfico sufrido ayer en el centro de Avila. Según informó el Servicio de Emergencias 112 de Castilla y León, el personal sanitario desplazado hasta el lugar atendió a tres los heridos y ocupantes del vehículo que chocó, una mujer de 80 años y dos varones de 87 años, uno de los cuales era Julio Jiménez. El exciclista quedó ingresado en el Hospital Nuestra Señora de Sonsoles, donde ha fallecido dada la gravedad de sus lesiones.
La historia de Julio Jiménez es la de un corredor que logró aprovechar su oportunidad para desplegar, en especial en el Tour, toda su capacidad como escalador. El abulense se quedó a las puertas de ganar el Tour en 1967, cuando fue segundo de la carrera a 3:40 del francés Roger Pingeon. Fue tres veces rey de la montaña en la carrera francesa, así como en otras tres ocasiones en la Vuelta a España. En su palmarés también figuran un total de 23 victorias, entre las que destacan cinco etapas en el Tour, cuatro en el Giro y tres en la Vuelta a España, siendo el quinto ciclista español con más victorias de etapa en las tres grandes.
Y con todo eso, el ciclismo estuvo a punto de perderle, porque Jiménez tardó mucho en dar el salto a profesionales (1961) y más todavía en debutar en el Tour (1964). Las causas hay que encontrarlas en las circunstancias de una época complicada, donde al pequeño Julio le tocó trabajar antes que ser ciclista. Su padre, visto que no valía para estudiar, decidió que lo mejor era aprender un oficio. Así que Julio empezó a trabajar en el taller de relojería que tenía un primo, de ahí un apodo que quedó para la historia. Para ir al trabajo compró una bicicleta de paseo que la adaptó para convertirla en una de carreras y preparar sus inicios en el ciclismo. Cuando en 1952 se fundó el Club Ciclista Abulense, Julio se apuntó y ahí empezó a cosechar triunfos por toda España, buscando su espacio con destacadas actuaciones en Euskadi y en Cataluña.
«En 1961 gané la primera etapa de la Bicicleta Eibarresa, una cronoescalada. No me lo esperaba porque corrían Loroño y varios extranjeros. Logré el maillot azul, ni me lo creía. Me duró tres días. Me felicitó Dalmacio Langarica», recordaba Jiménez en una entrevista en 2018 al Diario Vasco. Ese éxito, unido a los de Colombia y Cataluña le dieron el billete al campo profesional. «Pero me equivoqué y firmé con el Faema. Perdí dos años sin ir al Tour. En cuanto pude, me fui al Kas». El Faema, un señor equipo, sólo quería rodadores al servicio de Van Looy, por lo que fue en 1964 cuando se le abrieron las puertas de la carrera francesa, ya con 30 años.
Esa edición forma parte de la historia por dos etapas. Una la del famoso duelo Poulidor-Anquetil en el Puy de Dome, donde ambos se jugaban el Tour. «La gente cree que se estaban peleando por la etapa, pero yo iba por delante. Aquel año Bahamontes no ganó el Tour por egoísta», recordaba Jiménez, en referencia a la segunda etapa inolvidable. «Fede y yo nos escapamos juntos nada más empezar la etapa. Nos marcábamos porque los dos buscábamos los puntos para el Premio de la Montaña, en el que marchábamos muy igualados».
Coronó en primera posición las míticas cumbres del Aspin, Tourmalet, Peyresurde aunque luego en el Aubisque fue superado por Bahamontes, que ganó la etapa y se proclamó por última vez Rey de la Montaña. «Si me llega a esperar y colaboramos los dos hubiera ganado el Tour, porque tenía seis minutos de ventaja, pero al ir solo perdió casi toda la ventaja camino de Pau».
Al año siguiente se cobró su venganza. Atacó en el Aubisque mientras Bahamontes sufría y mientras ganaba la etapa en solitario, Bahamontes llegó a 38:34 del Relojero de Ávila. Al día siguiente, el toledano abandonó para siempre la ronda francesa. Jiménez, por su parte, ganó tres años consecutivos la montaña y estuvo cerca de ganar el Tour de 1967. Pero el cambio de normativa, al disputarse por países y no por equipos, le privó de contar con todo el potencial del Kas y quedó segundo tras Pingeon. «Si ese Tour se hubiese disputado por equipos, tú hubieras sido ganador en un noventa y cinco por ciento de posibilidades», recordaba años después Raphael Geminiani.
Fue en Francia donde vivió sus mejores momentos, pero también brilló en las otras grandes vueltas. En 1966 vistió la maglia rosa del Giro de Italia durante 11 días, pero su esfuerzo por mantener el liderato le pasó factura y finalizó cuarto. «No hice caso a Anquetil», entonces su compañero de equipo, lamentaba. Aun así, le dio tiempo a ganar cuatro etapas en sus participaciones. Y en la Vuelta a España ganó tres, así como tres reinados de la montaña, aunque en la general su mejor resultado fue una quinta plaza.
En su trayectoria convivió con algunos de los mejores ciclistas de la historia. El se queda con Anquetil, «un caballero dentro y fuera de la carretera», y con Eddy Merckx, «hacía lo que quería. Tenía una fuerza y una potencia descomunales. Estoy orgulloso de haber corrido contra los mejores de la historia y haber podido ponerles las cosas difíciles en ocasiones».
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