El equipo Euskadi ha vuelto

La Catedral es un templo deportivo. Y hay algo de milagro en la gestación del conjunto naranja. Nació en una camilla a principios de los años noventa. Miguel Madariaga le daba allí masaje a Alberto Pradera, entonces diputado general de Bizkaia. Hablaban de todo, de ciclismo también. Y, en plena 'era Induráin', soñaron en voz alta con la posibilidad de crear un equipo vasco. De ahí salió en 1994 el primer Euskadi, tan ilusionante como frágil. Pero resistió y cogió talla hasta ganar etapas en la Vuelta, el Giro y el Tour, y hasta el oro olímpico. Luego vino el declive. En julio de 2017 la Fundación Euskadi agonizaba. Sólo otra porción de milagro podía salvarla. Y llegó. Mikel Landa, criado en esta cantera, no quiso ver cómo se hundía el buque insignia del ciclismo vasco. Asumió la presidencia de la Fundación y en 2018, de nuevo de naranja, el equipo renació.

Un proyecto así está obligado a crecer. El pasado verano, Landa, sus colaboradores y patrocinadores como Orbea y Etxeondo decidieron dar un salto más y ascender este año a la categoría UCI Pro Team, justo por debajo del UCI World Tour donde figura el Movistar. Eso le permitirá correr como invitado las grandes carreras, incluidas la Itzulia, la Volta, la Vuelta y, en el futuro, el Tour. «Han sido meses de mucho trabajo» apunta Ezkurdia. Entre la primera plantilla, el equipo femenino de Laboral Kutxa y el conjunto sub'23, hay casi cien personas. La infraestructura es enorme. Ya está listo el autobús fabricado por Irizar. «Cada vez notamos más interés de la empresas por estar con nosotros», subraya.

La desaparición en 2019 del Euskadi-Murias deja libre la carretera. Ya no hay 'dos Euskadis'. Ya no hay duda para los posibles patrocinadores. El maillot del equipo naranja es un buen escaparate al que se ha subido DBA Bilbao Port, que pertenece a un holding empresarial de hidrocarburos. «Nuestro objetivo es crecer -señala Ezkurdia- y para eso hay que elegir bien los socios en este camino». DBA es una compañía con músculo financiero para alumbrar el futuro. El nuevo Euskadi mantiene a la decena de jóvenes corredores que ha tenido en 2019 en tercera división y le suma otros diez dorsales con la experiencia de Rubén Férnández (Movistar), Juanjo Lobato (ex del Euskaltel) y los hasta ahora integrantes del Murias Mikel Iturria (ganador de una etapa en la pasada Vuelta a España), Mikel Bizkarra, Mikel Aristi, Julen Irizar y Gari Bravo.

«Queremos consolidarnos en esta categoría, que te da una repercusión bestial. Somos un proyecto a largo plazo y aspiramos a tener la entidad del Arkea, que ha fichado a Nairo Quintana y correrá el Tour», dice Ezkurdia. Para eso, para tener dorsales vascos del currículo de Pello Bilbao, Omar Fraile y, quizá, el propio Landa, el conjunto Euskadi tiene que ganar tamaño. En eso está. Dar la primera pedalada del año en San Mamés es un guiño. En septiembre, el equipo naranja estaba prácticamente descartado para participar en la próxima edición de la Vuelta a España, que sólo tendrá dos plazas para escuadras invitadas. El Burgos BH y el Cajar Rural eran los aspirantes más adelantados. Ahora hay pelea. El Euskadi puja. Su candidatura, como el equipo, coge fuerza.

La próxima edición de la ronda española pasará por Irún, Arrate, Eibar, Vitoria, Orduña, Valdegovía, Aralar, Lekumberri... Tres etapas rodarán por carreteras vascas y navarras. Las instituciones públicas apuestan por el ciclismo. Bilbao quiere acoger el Tour en 2023. Todo cuadra. Se dan las condiciones para el florecimiento de otra marea naranja. «Vamos a darle motivos a la Vuelta para que nos invite. Tenemos que hacerlo bien en la carretera», se propone Ezkurdia. «El sueño es recuperar lo que fue el Euskaltel-Euskadi», repite Mikel Landa. Y así, seguir escribiendo con tinta naranja más capítulos de la historia de este deporte. Desde San Mamés, los corredores parten hacia la Vuelta a San Juan, en Argentina. Comienza el partido para el equipo de la camiseta naranja en su vuelva al calendario de primera.