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Con sólo 26 años, el corredor de la Fundación Euskadi Peio Goikoetxea se ve obligado a dejar el ciclismo. Una enfermedad renal le obligará a pasar por el quirófano para extirparle un riñón, deteriorado por la falta de riego sanguíneo. «Ahora mi único objetivo es ponerme bien para hacer vida normal y el resto vendrá como tenga que venir. No va a ser fácil, pero por suerte estoy seguro de que tengo un entorno que me ayudará y apoyará sin ninguna duda», ha publicado el corredor de Ermua en la carta abierta donde da a conocer su retirada del ciclismo.
Cuando en el verano de 2015 los dirigentes del equipo colombiano Postobón le llamaron para ficharle, Peio Goikoetxea vio cumplido su sueño infantil. Iba a ser ciclista profesional. Luis Fernando Saldarriaga, técnico del conjunto sudamericano, le llamó porque necesitaba un rodador, un buen contrarrelojista para escoltar a los productos de la cantera en la que antes se habían formado escaladores como Nairo Quintana, Henao y Chaves. Pero el sueño duró apenas unos meses. A mediados de 2016, Goikoetxea dio un paso atrás: regresó al campo amateur, al equipo Ampo. Buscaba una oportunidad más. La segunda.
En 2017 se proclamó campeón de Euskadi en las rampas del Santuario de Oro, en Murgia. De allí es Mikel Landa, que en agosto de esa misma temporada se hizo cargo de la Fundación Euskadi para evitar que desapareciera. Pese a su título autonómico, Goikoetxea no tenía ofertas para regresar al pelotón profesional. Pasaba el tiempo y nada. Hasta que Mikel Landa le llamó por teléfono. Quería un corredor con experiencia junto a los jóvenes de la Fundación Euskadi, que iba a competir en 2018 en la tercera división del ciclismo profesional. De nuevo, Peio se sentía en su sueño. «Desde niño he estado vinculado al ciclismo».
Esta segunda oportunidad tampoco ha durado. La ilusión no basta. Como cuenta en su carta, a mediados de abril comenzó a sentirse mal, en carreras como la Route de Finisterre y el Tro Bro Leon. Empezaron las visitas a los médicos y las esperas. Detuvo los entrenamientos y los retomó con las esperanza de recuperar su nivel. Pero su cuerpo no le permitía hacer esfuerzos. Algo dentro no iba bien. «El malestar era continuo y los pinchazos en el costado, cada vez más habituales», relata.
En el Hospital de Mendaro detectaron el mal: una estenosis (estrechamiento de una arteria) había obstruido el riñón izquierdo. Había obligado así al órgano a trabajar en exceso. «En los próximos días seré operado para quitar ese riñón, ya que en las condiciones en las que está es un foco de infecciones», explica el corredor, que quiere agradecer el apoyo que ha recibido de todos los miembros de la Fundación presidida por Mikel Landa.
Hola a todxs.
Arranqué esta temporada con todas las ganas del mundo y para quedarme en esto mucho tiempo pero no ha salido como lo había querido o previsto.
A mediados de Abríl me empecé a sentir bastante mal durante la disputa de Route de Finisterre y Tro Bro Leon en Bretagne. Desde entonces he pasado por distintos médicos y especialistas mientras veía como pasaba la temporada delante de mis ojos sin poder ni siquiera participar en esas carreras que había preparado con mimo.
Hice una nueva intentona de coger la forma para probar suerte y poder correr alguna carrera pero me di cuenta de que ya no correría más en este 2018, no podía ni siquiera entrenar. El malestar era continuo y los pinchazos en el costado cada vez más habituales.
Tras muchas pruebas, analíticas e historias dieron en el clavo. Resulta que el riñon izquierdo no funcionaba por culpa de una estenosis que lo había obstruido desde hace tiempo y debido a este problema las molestias eran continuas. En los siguientes días seré operado para quitar el riñón izquierdo ya que en las condiciones en las que está es un foco importante de infecciones. Gracias al médico Peio Arrosagaray Etchepare de Mendaro Ospitalea que acertó con las pruebas que necesitaba y eso ha agilizado mucho el tema.
Menos mal que desde el primer momento todo el equipo EUSKADI; desde Jorge Azanza, Jesus Ezkurdia, hasta el propio Mikel Landa me trasmitieron toda la confianza y apoyo. También mi preparador Alex Díaz. Gracias a ello he podido llevar este mal camino sin fantasmas en la cabeza del estilo de «qué dirán», solo centrándome en recuperar mi salud.
Ahora el único objetivo es ponerse bien para hacer vida normal y el resto vendrá como tenga que venir. No va a ser fácil pero por suerte estoy seguro de que tengo un entorno que me ayudará y apoyará sin ninguna duda. Y eso es lo que realmente importa.
Muchas gracias.
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