Elosegui vuelve al foco de la pandemia

Un año después. Ayer. También finales de febrero. El ciclista de Zierbena vuelve a estar en los Emiratos, en el hotel, y se prepara para dormir antes de que arranque hoy la primera etapa de la ronda árabe. «Aquí empezó todo», rebobina. El ciclismo mundial inició el apagón en esta carrera. En aquel primer viaje en 2020, Elosegui iba lleno de ilusión. Eso se mantiene, pero todo lo demás ha cambiado. «Es diferente. Entonces apenas sabíamos nada del virus. Nos movíamos con normalidad. Ahora hemos viajado con muchas medidas de seguridad. Me hice una PCR en casa, otra al llegar aquí y me esperan tres más durante la carrera», compara.

El hotel es sólo para los equipos ciclistas. Cada escuadra tiene su comedor. El bar y la recepción están cerrados. «Nos hemos acostumbrado a vivir así. No es cómodo, pero así tiene que ser», asume. La pasada temporada, la de su estreno, la pasó casi en barbecho. «Con poca competición. Cuando debutas, necesitas carreras para adaptarte al ritmo, a la distancia... Ha sido como haber perdido medio año. El cuerpo necesita correr», lamenta.

Aunque enseguida pasa página. «Creo que va a ser un año bastante más normal. Ha habido momentos difíciles en los que todo esto me afectó mentalmente, pero le di la vuelta. Pensar en negativo no ayuda a cambiar las cosas», aconseja. Elosegui prefiere saltar de la trinchera del coronavirus y avanzar campo a través. «Pienso en lo que tengo por delante. Y estoy con muchas ganas de sentirme ciclista profesional de verdad. Con público en las cunetas cuando se pueda», desea.

Aún queda para palpar esa 'normalidad'. El virus sigue ahí, al acecho. Por eso, los corredores del Movistar viajan con un táper para no tener que parar a comer durante los desplazamientos. «Y nos han recomendado no firmar autógrafos con los bolígrafos que nos ofrecen los aficionados». Le duele ese alejamiento. «Te aíslas del mundo. Es una pena». Pero es también la manera de afrontar con garantías una carrera como el Tour de UAE.

Elosegui confía en que en esta edición no suenen portazos de madrugada que anuncien otro brote. Ya conocen a su enemigo invisible. Tiene 22 años y tantas carreras por delante. Pertenece a una generación de ciclistas jóvenes y sin complejos. Algunos, como Pogacar y Evenepoel, ya mandan en el pelotón internacional. «La edad es lo de menos. Lo que cuenta es el nivel», señala el corredor vizcaíno, nieto de José Antonio Momeñe, cuarto en el Tour de Francia de 1966.

Pese a la irrupción de nuevos y precoces talentos, Elosegui pide calma. En Europa, los corredores amateurs compiten a un nivel más alto que en España. Alcanzan antes su plenitud. «Cada uno tiene su propio paso. Lo que no se puede es difundir la idea de que si con veinte años no eres ya una estrella, no vas a valer para nada. Escámez (su masajista y el de Alejandro Valverde) me dice que no significa nada si el primer hijo empieza a andar con un año y el segundo con año y dos meses. Los dos pueden llegar a la cima. Con tiempo. Hay que tener humildad y paciencia. Y trabajar», subraya. Es su método. «Confío en que llegue mi momento de explotar como ciclista».

Ese viaje se reanuda hoy con la primera etapa del Tour de UAE, una carrera de siete días entre ciudades de lujo y desiertos. Cuatro jornadas para los velocistas, una contrarreloj y dos finales en alto. Hace un año, la prueba no pudo llegar hasta el final por la irrupción de la pandemia. Desde hoy, buena parte de las estrellas del pelotón luchan por un triunfo lo más 'normal' posible. Ahí están, en un hotel sin portazos, Pogacar, Froome, Valverde, Yates, Van der Poel, Nibali, Ackermann, Gaviria, Bennett, Ewan... Falta el colombiano Urán, que ha regresado a casa porque su esposa va a dar a luz. Una nueva vida. El Tour de UAE, primera cita del calendario UCI World Tour, alumbra la temporada que quiere dejar atrás al virus que lleva pegado a su rueda desde la pasada edición.