Awet Andemeskel posa con un niño en una etapa del Giro de Italia E.C.

Awet Andemeskel, el ciclista etíope que vivió en Gipuzkoa y ahora está desaparecido en su país

Un vecino de Idiazabal busca a Awet Andemeskel, un deportista que se albergó en la localidad guipuzcoana de Idiazabal entre el 2016 y 2017

JAVIER GUILLENEA

Martes, 8 de diciembre 2020, 10:29

Se llama Awet Andemeskel, tiene 28 años, entre 2016 y 2017 vivió en Idiazabal y no se sabe nada de él desde hace poco más de un mes. Está, o quizá ya no, en algún lugar de Etiopía, enredado en el torbellino de una ... guerra de la que pocos han oído hablar por aquí. Es el mismo conflicto en el que se ha visto envuelto la cooperante alegiarra Maider Arostegi, cuyo paradero también se desconoce.

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Etiopía es en la actualidad un agujero negro del que apenas sale información. El país se halla al borde de una guerra civil que enfrenta al gobierno con las fuerzas del Frente de Liberación Popular de la región semiautónoma de Tigray. Todas las comunicaciones están cortadas, las carreteras están cerradas, se ha prohibido el acceso a periodistas y las agencias internacionales no pueden entrar para llevar ayuda humanitaria. Decenas de miles de personas tratan de llegar a Sudán para huir de los combates, que han dejado cientos de muertos.

En este caos se halla atrapado Awet, un ciclista profesional de Eritrea que llegó hace cuatro años a Gipuzkoa como refugiado dentro del un proyecto de ciclismo solidario para crear un calendario amateur de carreras en el País Vasco. Durante su estancia en Euskadi residió en Idiazabal, en un piso municipal, y en la casa de Aratz Imaz, un idiazabaldarra que se convirtió en su valedor y que ahora trata de mover todos los resortes que tiene a su alcance para tratar de localizar al deportista. Tras su estancia en Gipuzkoa, Awet ha militado en el equipo Israel Cycling Academy, con el que compitió el año pasado en el Giro de Italia. He estado ayudándole estos últimos meses a encontrar equipo porque le han rescindido el contrato», explica Aratz, cuya única relación con el ciclismo es su amistad con Awet. «Cuando vino aquí me cayó en gracia, era un tío aplicado. Ha vivido en mi casa y en las navidades ha estado cenando con mis padres. Para nosotros es uno más de la familia».

Contactó con él por última vez el 2 de noviembre. El ciclista había viajado a Etiopía para pasar un mes con su esposa y su hijo. «Hablé con él para que me mandara unos papeles y desde entonces no he sabido nada», recuerda Aratz. «Esperamos que esté escondido. Lo que más temo es que le haya caído una bomba en un bombardeo». No es la única esperanza que tiene. También piensa que es posible «que se haya escapado a Sudán» y esté con la marea de refugiados que han cruzado la frontera.

Aratz ha contactado con los familiares de Maider, la cooperante de Alegia, y con el misionero vasco Ángel Olaran, que coordina la ONG Etiopía Utopía. «Dice que la confrontación en la zona donde están no ha sido grave, pero ha habido bombardeos», afirma. Toca esperar a que se restablezcan las comunicaciones en un país en el que toda la población está desaparecida para el resto del mundo.

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En 2013, Awed aprovechó el Mundial sub 23 de Verona para no regresar a Eritrea. «Se fugó para no hacer el servicio militar, que es de diez años», explica Aratz, que tiene otro miedo. «Temo que le hayan reclutado como soldado para combatir».

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