Como la carrera empezaba temprano, a las ocho y media de una mañana de abril y era domingo, la organización del Campeonato de España de Montaña acordó con el cura la celebración de una misa en la iglesia de Mañuas, a dos pasos de la ... cima de Sollube. Así nadie dejaría de cumplir sus obligaciones con el cielo por ver sobre la tierra la victoria de Federico Martín Bahamontes. Entre los cinco pasos por la cuesta daba tiempo para acudir al servicio religioso. «Esto es tan duro como una etapa del Tour», comparó el toledano, que ya era un ídolo y que se acercaba –ese mismo mes de julio– a su gran victoria en la Grande Boucle de 1959. Unas 80.000 personas se arrimaron al circuito entre Bakio, San Pelaio, Bermeo y Sollube para asistir a la prueba. Bahamonte conservaba «un grato recuerdo» de aquella mañana «por la dureza del recorrido». «Y por la cantidad de público que vibró con mi victoria».
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«El de Bermeo –comparó el 'Águila'– fue uno de mis mayores logros en montaña». Lo dice el mejor escalador de la historia, según una encuesta realizada por la revista 'Velo Magazine', la biblia del Tour. Y lo decía, claro, el propio Federico: «¿Hubiera usted votado a otro?». El palmarés se pone de su lado: posee el récord de puertos coronados en cabeza durante el Tour, 53, y solo Virenque, con siete, le supera en reinados de la montaña. «¿Virenque? Ese no me llega ni a la suela de los zapatos». «Don Federico», que así le llaman en Francia, ya pedaleaba antes de nacer. Su madre, Victoria, subía embarazada y en bicicleta las empinadas calles de Toledo para hacer el reparto en aquella España del estraperlo. 'Fede' encendió la luz de un país a oscuras en 1959, el año de su histórico triunfo en el Tour y de su exhibición en Sollube.
Antón Barrutia, fallecido en 2021, también estuvo en aquella mañana dominical en Sollube. En su memoria estaba el mejor archivo del ciclismo vasco. Entonces era corredor y luego fue director de equipo, del KAS. Sus ojos grabaron medio siglo sobre ruedas. Sollube es hoy un puerto menor. De hecho, la Itzulia ha optado por la ladera de Almike para endurecerlo con rampas que rondan el 20%. Pero en 1959 Sollube era un mito, un coloso. Y subirlo en cinco ocasiones en apenas 135 kilómetros suponía un desafío. «Y con los desarrollos que nosotros llevábamos... Yo hacía todo el Tour con el 46x23», apuntaba Barrutia. Ahora, en las etapas de alta montaña se recurre al plato pequeño de 36 dientes y al piñón de 32. Nada que ver con aquel brutal 46x23 que obligaba a los corredores a trepar a chepazos. Forzados de la ruta.
Bahamontes se alojó en casa de los Arrien, en Gernika. La víspera se dio una vuelta por el circuito. Algo no le gustó: «Lamento que hayan reparado los baches con gravilla». Y aprovechó las páginas de EL CORREO para alertar sobre los «empujasillines». No quería que los aficionados ayudaran a los corredores en las peores rampas. Sabía el toledano que la cuneta iba a estar copada, pese a que se cobraba entrada: 5 pesetas por persona, cinco para las motos y 25 para los automóviles. En ausencia de Loroño, todos querían ver a Bahamontes, que no defraudó. El campeonato salía desde Bermeo cuesta arriba. Por Sollube. «El lechuga» castellano se largó desde el inicio en compañía de Emilio Cruz. A dúo casi las cinco vueltas.
Detrás les perseguían Barrutia, Berrendero Herrero, Aspuru, Suárez, Karmany, Julio Jiménez, San Emeterio... Nombres con eco en esta montaña. Pero fue al final Campillo el que encareció el triunfo de Bahamontes. Al toledano le atormentaron los calambres en la última vuelta. E hizo lo que entonces se hacía. Se arrancó uno de los imperdibles del dorsal y se picó con él la pierna mala. Pinchazos contra los calambres. Los viejos ciclistas saben que el remedio funciona. El cuerpo reacciona al castigo. Eso sí, por la piel de bronce del toledano bajaba un hilo de sangre. Era la tasa para, ya en la ascensión decisiva a Sollube, soltar a Campillo y saldar su cuenta: «Tenía una deuda pendiente con esta carrera». Entró solo en la meta, con el dorsal, medio suelto, del revés y la pierna roja. Luego aparecieron Campillo, Cruz, Suárez e Iturat.
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