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El ciclismo es un inmejorable promotor turístico. Lanza a través de las pantallas imágenes de los escenarios donde se celebran las carreras. Es también un descubridor de retos. De montañas. Los aficionados ven retorcerse en esas curvas a su ídolos y luego salen a imitarles. ... El Tourmalet, el Galibier, el Stelvio, el Angliru, los Lagos de Covadonga... forman parte de la memoria geográfica de este deporte.
En 2020, año de la pandemia, los organizadores del Circuito de Getxo añadieron al trazado habitual de la clásica un paso por una cuesta nueva, Pike Bidea. Ubicada entre Sondika y Artxanda, de menos de dos kilómetros pero con rampas de hasta el 20%. Resultó un acierto y ese tramo vertical se ha quedado en la carrera. En la edición que se celebrará mañana habrá por primera vez doble ración: dos subida a Pike. Aún no se ha cumplido un mes desde que por esas rampa pasara el Tour y el ciclismo regresa a este desafío que el Circuito de Getxo sacó de su chistera hace tres temporadas.
Salida. En el Guggenheim, a las 12.00 horas para recorrer 193 kilómetros.
Meta. En el muro de Arkotxa (frente a los juzgados de Getxo), sobre las 16.40 horas.
Pasos por Pike. El primero sobre las 15.00 horas y el segundo sobre las 16.10 horas.
Pasos por Txomintxu. El primero sobre las 12.20 horas. Hay ocho pasos por esta subida, incluido el que va hacia la meta en Arkotxa.
Pasos por Akarlanda. El primero, sobre las 12.37. Hay siete pasos por esta ladera de la subida a Unbe desde Leioa.
Desde 1924, año de su nacimiento, esta clásica vizcaína ha mostrado las mejores postales de Getxo. Las villas del Muelle de Las Arenas, el embarcadero, Arriluze, la subida a Txomintxu desde la playa de Ereaga... Cada año, los aficionados tenían cita con esta carrera circular. Disfrutaban viendo pasar durante varias vueltas a los corredores. En 2020, además del estreno de Pike Bidea hubo otra novedad. La salida se trasladó al Puente Colgante. La clásica ampliaba tímidamente su frontera, aún sin sobrepasar el municipio. Era un avance de lo que venía.
En 2022, el banderazo se dio desde la explanada del Museo Guggenheim, en Bilbao. Ese guiño a la capital vizcaína reforzó su vocación de crecimiento. De internacionalización. En el calendario ciclista, tan competitivo y global, la mejor manera de sobrevivir es aumentar de tamaño. A partir de 2004, con la creación del UCI World Tour, las carreras modestas quedaron arrinconadas. Las estrellas del pelotón se reservaron para las cita de élite, a las que sus equipos estaban obligados a acudir. Y así, el otro calendario, el modesto, comenzó a secarse.
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Primero, en 2009, cerró la Subida a Urkiola. Diez años después cayó la Klasika de Primavera. La pandemia, que dejó en suspenso muchas pruebas, amenazó con causar más bajas, pero el Circuito de Getxo, la única clásica que resiste en Bizkaia, se mantuvo a flote. Más aún: salió fortalecida con el empeño de la Sociedad Ciclista Punta Galea y el apoyo del Ayuntamiento de Getxo y de patrocinadores como EL CORREO.
En su palmarés figuran muchas de las estrellas del pelotón español, como Cepeda, Cañardo, Ezquerra, Berrendero, Loroño, los hermanos Morales y los Barrutia, Marino Lejarreta, Fede Etxabe... El cambio de siglo y el UCI World Tour alejaron a los mejores corredores de las pruebas de segundo nivel. En esa pelea por sacar la cabeza del agua y mientras otras carreras cercanas se ahogaban, el Circuito de Getxo ha encontrado su lugar y aspira a subir de categoría, a instalarse en el nivel que tiene, por ejemplo, el Gran Premio Miguel Induráin, justo por debajo de citas como la Clásica de San Sebastián.
La inclusión de Pike en el recorrido fue un acierto. Y creó escuela. Los diseñadores de la etapa inicial del Tour de Francia 2023, con salida y meta en Bilbao, eligieron esta cuesta como punto clave. Las cunetas no dieron abasto. Una multitud de aficionados abarrotó los dos kilómetros de la ascensión. Los ciclistas subieron con la piel de gallina. Pasión ciclista. Mañana, el Circuito de Getxo volverá a Pike, con ración doble. Buena ocasión para recordar la inolvidables imágenes del paso de la Grande Boucle hace un mes por ese mismo pedazo de asfalto que ya está grabado en la historia del Tour y del ciclismo vasco.
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kilómetros de subida, el último con una pendiente media del 12,6% y rampas del 20%
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