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El corredor de Murgia participó en un acto en la sede de Quick Step en Asua. Mireya López
«Los ciclistas somos muy débiles, muy frágiles», admite Mikel Landa

«Los ciclistas somos muy débiles, muy frágiles», admite Mikel Landa

Ciclismo ·

El corredor alavés confiesa que esta temporada ha vuelto a disfrutar «muchísimo» sobre la bicicleta tras dos años menos divertidos y que pasó un «momento duro» por la caída en la Itzulia

José Félix Cachorro

Bilbao

Martes, 29 de octubre 2024, 00:26

Sencillo y muy cercano, Mikel Landa (Murgia, 1989) tiene bien ganada su popularidad por su carácter, más allá de cuando arranca en una cuesta y promete pelea en las rampas más inclinadas. Cuenta anécdotas y pequeños secretos del pelotón de forma amena, como este lunes hizo en un encuentro con clientes en la sede de Asua de Quick Step, la firma que patrocina su equipo. Respondió a todas las preguntas y se descubrió como un ser humano, con sus pasiones y dudas.

El corredor de Murgia confesó que el peor momento de la temporada vino con la caída en la Itzulia, cuando se fracturó la clavícula y un par de costillas. «Estaba en un momento muy dulce y de repente, en un segundo, roto otra vez y una lesión que ya conocía. Sabes los plazos de recuperación y no contaba con ello... Estuve un mesecillo en casa dándole vueltas a todo. Luego recuperas la forma, vuelves a correr y se te olvida todo. Lo tengo olvidado, pero sí fue un momento duro», recordó.

Pero no ha sido un año negativo, sino todo lo contrario. Ha estrenado escuadra y rutinas para divertirse de nuevo. «He vuelto a disfrutar muchísimo. Llevaba un par de años disfrutando poco de la bici. Me hicieron muy fácil adaptarme al equipo, cambié por completo de preparador. Anteriormente había estado en distintos equipos, con el mismo preparador y estaba un poquito cansado del método de entrenamiento que teníamos. Encontré un chico holandés muy majo, con un sistema diferente, y me he divertido otra vez, he cambiado rutas de entrenamiento... En el grupo me he encontrado muy bien, me han dejado hacer un calendario bueno, así que, en general, he disfrutado mucho».

El alavés podría correr en 2025 el Giro y ha pedido a su equipo participar en «una carrera que no haya hecho nunca o que lleve tiempo sin correr, como Romandía o Suiza... También Strade Bianche, en tierra en Italia, para tener un aliciente nuevo». Aún no ha cerrado el calendario, pero lo primero será lo que su líder, Remco (Evenepoel), elija. Se descubre el escalador de Murgia al admitir que «en la Vuelta he terminado un poco cansado porque es una carrera que me cuesta. Son finales muy explosivos, siempre hay bonificaciones, calor... En puertos de veinte minutos hay corredores que me hacen sufrir».

La sinceridad de Landa también alcanza el lado negativo de su profesión. Lejos de considerarse un atleta superdotado, el ciclista del Quick Step emplea una anécdota para mostrar sus propias flaquezas. «Sales a hacer cuatro compras y llegas a casa con agujetas... porque valemos para andar en bici y poco más. Este año, en la Vuelta, vino mi familia a verme. Tenemos un crío de 2 años y le cogí media hora jugando. Al día siguiente me levanté con dolor de espalda (lleva la mano atrás con gesto de dolor). ¿Qué pasó ayer? Al día siguiente, al despedirnos, lo volví a coger y dije 'ya sé lo que me pasó en la espalda'. Los ciclistas somos muy débiles, muy frágiles, pero para andar en bici es lo que hace falta».

Desconexión completa

Cuando aparca la bici, Landa conoce otra vida. Entonces «desconecto por completo, me olvido de que soy ciclista. Hago de todo. Si me apetece, hago otro deporte, o no hago nada. Ir con los amigos, comer lo que quiera, saltarte la dieta. En ese tiempo retrocedo mucho, me veo muy lejos de mi mejor momento. Luego voy cogiendo la forma otra vez. Me gusta ese proceso de ir perdiendo peso, de ir entrenando un poco más».

A sus 34 años, cree que lo más importante en un equipo es no formar «grupitos». Ha aprendido «a saber cuál es mi sitio, mi pelea y mis aspiraciones, y a correr». En el Tour, por ejemplo, se sintió «cómodo» porque Evenepoel «se tenía que pegar» con Pogacar y Vingegaard, y él contaba con libertad para moverse en el pelotón.

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