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Ni los calambres pueden con Pogacar en su tercer triunfo consecutivo en Lombardía

El esloveno, que da una exhibición de táctica, fuerza y habilidad, juega con Roglic, ataca en descenso y llega solo a Bérgamo, donde Carlos Rodríguez acaba séptimo

Sábado, 7 de octubre 2023, 17:45

A la última gran carrera de la temporada, el Giro de Lombardía, los ciclistas llegan con la piel tostada por meses de sol. Es la clásica de las 'hojas muertas', de los músculos marchitos. Tadej Pogacar, ganador de las dos últimas ediciones de este monumento, ... nota que ya no tiene la chispa que tuvo en abril para destrozar a Van der Poel, a todos, en los adoquines del Tour de Flandes. Da igual. Lo intenta en la última subida, el Passo di Ganda, donde juega tácticamente con Roglic. Pero no se separa de esa sombra ni de Vlasov, Simon Yates, Bagioli y Carlos Rodríguez. Eso también le da igual. Su gen de campeón le ordena atacar bajando. Y se va columpiándose entre muros y barrancos. Ya no le ven más.

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El otoño aún sigue verde, pero las piernas amarillean. El negro culotte de Pogacar está tintado con el blanco de la sal, del sudor. Le atacan los calambres. Se asusta. Se golpea el muslo derecho. Bebe, urgente, un líquido con sales y sigue adelante hacia la cuesta empedrada de Bérgamo donde le espera su tercer triunfo consecutivo en esta clásica disputada sobre un suelo mullido de hojas caídas. Lo celebra. Disfruta. Tan joven aún: 25 años recién cumplidos. A 51 segundos aparecen Bagioli, Roglic, Simon Yates, Vlasov, Adam Yates y Carlos Rodríguez, séptimo al final, mientras Pogacar camina hacia el podio y la leyenda: sólo Coppi, el gran Fausto, logró más triunfos consecutivos, cuatro. El esloveno se ha colocado a la rueda del único que tiene en total cinco victorias aquí.

Era el favorito en la salida desde Como. El resplandor de lago y 238 kilómetros hasta Bérgamo. Las caídas segaron el pelotón. Primero se lastimaron Evenepoel, Hindley y Enric Mas, segundo en 2022, que tuvo que abandonar. Luego, ya tras subir la Croceetta, se fueron al suelo Carapaz, Chaves, Fuglsang y Mikel Landa, tercero el año pasado. El alavés permaneció inmóvil un rato sobre el piso. Levantó un pulgar. Buena señal. Le ayudaron a incorporarse. A cámara lenta. Se tocaba la cadera derecha. Siguió adelante, pero ya sin opciones. Era su última carrera con el Bahrain. Le espera el Soudal-Quick Step.

Era día de despedidas. La del francés Thibaut Pinot. Ciclista impar, melancólico, alérgico al triunfo. «Me alegra no haber ganado el Tour», asegura. «He sido feliz en este deporte, pero es un alivio dejarlo», añade. El escritor Pierre Adrian le define así: «El hombre que nos hizo creer en los milagros». Pero los milagros no son frecuentes en el ciclismo. Suele ganar el mejor. Pogacar. En la subida al Passo Di Ganda, dejó que su compañero Yates y otros cogieran unos metros y se quedó vigilando a Roglic. Luego le atacó y atrapó a los fugados. Obligó a desgastarse a Roglic. Cuando le vio llegar, trató de rematarle cuesta arriba y, hábil y valiente, lo ejecutó después cuesta abajo. Magistral. Ni Roglic ni los calambres le frenaron hasta Bérgamo.

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