![La Bilbao-Bilbao entra en tu casa](https://s3.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/201903/03/media/cortadas/bilbao-bilbao03-kwMD-U708025229038gF-624x300@El%20Correo.jpg)
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«¿No has traído pan?». Andoni Madariaga, de la Fundación Euskadi, se lo pregunta a uno de los corredores de la formación naranja, Gotzon Martín, que es de Orozko, pueblo de canteras y buen pan. En lugar de una hogaza, Gotzon carga con una bicicleta ' ... Orbea' de carbono. Peso pluma. Tiene cita en una sala del Hotel Meliá de la capital vizcaína con la clásica cicloturista Bilbao-Bilbao, que llenará de bicis las carreteras el ya cercano 24 de marzo. ¿Cita con una marcha ciclista en una sala? Sí, es posible. La tecnología corre a favor de la fantasía. Con un rodillo de la fima Bkool, una pantalla y un programa informático, en apenas unos metros cuadrados caben miles de ciclistas y los más de cien kilómetros de la Bilbao-Bilbao con todas sus cuestas. Aunque en la estancia sólo está Gotzon, hay otros corredores conectados desde sus casas, incluso en Dinamarca, Bélgica y Estados Unidos. Han quedado para medir fuerzas en uno de los tramos de la clásica, la subida a Morga.
Xabi Goikoetxea, mecánico de la Fundación Euskadi, quita la rueda trasera de la bicicleta de Gotzon. Encadena el cuadro al rodillo. Listo. El ciclista se sube. «Hace calor aquí», resopla. Y más que va a hacer. Es lo que tiene el ciclismo bajo techo. Ración extra de sudor. El rodillo Bkool Smart Air tiene forma circular. Casa a la perfección con la bicicleta. Y se apoya en dos brazos que permiten al corredor inclinarse a los lados. Tiene un sensor de infrarrojos que capta la potencia exacta del ciclista. Simula tan bien que no echa de menos la realidad. Gotzon Martín lo nota con las primeras pedaladas, las de calentamiento. Mientras pone los músculos al baño maría, el director de marketing de Bkool, Javier Cepedano, destripa las ventajas del invento, que cuesta 1.200 euros.
«El rodillo recibe información de un simulador. Le dice la pendiente del tramo a cubrir, si la carretera sube o baja, si pega el viento. Puede recrear rampas del 25%... Hasta contempla el hecho de que un usuario vaya a rueda de otro. Le costará menos pedalear. Y si queremos, se pueden añadir condiciones meteorológicas adversas, que llueva por ejemplo», comenta el directivo de esta empresa madrileña que en diez años ha convertido un sueño en realidad virtual. Ciclismo de ciencia ficción.
De hecho, con el software de Bkool –compatible con otros rodillos– se pueden establecer planes de entrenamiento y se tiene acceso a cuatro millones de rutas repartidas por todo el planeta. «A los daneses les vuelve locos este rodillo. Montan marchas y luego lo comentan por las redes sociales», apunta Cepedano. No hay límites. En Copenhague nieva y vive el frío, pero se puede pedalear a resguardo. En casa. Y no hace falta ir a los Alpes para enfrentarse al Galibier. Basta con poner los ojos en la pantalla:ahí está ese mito de piedra. Calcado. Como el alto de Morga, siempre presente en la Bilbao-Bilbao. De eso se trata hoy. Ahí, en la televisión frente a Gotzon Martín, está la carretera de la subida a esta montaña vizcaína, con todas sus curvas.
Para ingresar en el universo paralelo de Bkool hay que suscribirse. Diez euros al mes. «Te puedes apuntar, si quieres, un par de meses al año, cuando llueve, para no perder entrenamientos», comenta Cepedano. Cada vez hay más usuarios que eligen este ciclismo entre paredes. Crea adicción. Es infinito. El programa permite hacer convocatorias, 'quedadas'. Cepedano difundió entre los suscriptores que hoy iba a estar con un ciclista de la Fundación Euskadi para rodar 29 kilómetros: subir Gerekiz y Morga y bajar por Larrabetzu hacia la carretera de Galdakao. Un pedazo de la Bilbao-Bilbao. La cita es a las doce. Cuatro minutos antes del mediodía, en la pantalla aparece la cuenta atrás. El avatar de Gotzon ocupa su lugar en la parrilla de la televisión junto a varias decenas de ciclistas que están en otros lugares. ¿Seguro? La realidad se equivoca. Gracias a internet, todos están en esta sala del Meliá. Gotzon se prepara. Tiene a la vista los datos de velocidad, distancia, calorias consumidas, el perfil del trazado, la potencia, la cadencia... Y el nombre de sus rivales.
4, 3, 2, 1... A rodar. A sudar. Gotzon ha subido muchas veces Morga. Atornillado al rodillo, nota cómo la carretera se va empinando. El sistema utiliza unos imanes para frenar o liberar la bicicleta en función del recorrido. «Es como estar pedaleando en la carretera», atestigua el corredor de Orozko. Hasta se nota la inercia que te impulsa tras una bajada. En alguna ocasión, Bkool ha reunido a 6.000 participantes en la misma ruta. Un pelotón de avatares. Todas las cuestas del planeta al alcance de la mano. Este mundo paralelo tejido por la tecnología lo ha conseguido.
Todo es tan similar a la realidad que hay hasta espacio para la trampa. Tan humana. Cada usuario tiene que confesar su peso exacto. Gotzon, por ejemplo, da en la báscula 61,5 kilos. Es un dato clave. A partir de él, el simulador establece la potencia que ejerce en cada pedalada. Si alguien miente y se rebaja el peso, eleva su nivel de fuerza ejercida. Va más rápido. Engaña a la máquina. Una especie de dopaje virtual.
En cualquier caso, se sufre igual sobre la bicicleta. Gotzon va superando a otros avatares, 'recogiendo cadáveres', pero se da cuenta enseguida de que hay un rival al que no va a poder alcanzar. Es danés. Se llama Jakob. Y es una bestia de 1,90 metros y 85 kilos de músculo que ha cogido una ventaja insalvable. El ciclista vizcaíno, además, no se estruja. Rueda a una media de 33 kilómetros por hora, a algo más de 200 vatios de potencia media. Un buen entrenamiento. Jakob, en cambio, va a cuchillo. Y gana.
Cada participante acumula puntos, luego canjeables en la tienda de Bkool. Si ahorras un buen puñado, tu avatar podrá adquirir una bicicleta mejor, virtual, claro. O un maillot más atractivo. O un casco nuevo. «Ese tipo de cosas le gusta mucho a nuestros usuarios», constata Cepedano. Ya en la meta, Gotzon Martín pide una toalla para atajar la sudada. Le ha encantado la recreación de la Bilbao-Bilbao diseñada por Bkool, una de las empresas, como ELCORREO, que colaboran con la clásica cicloturista que se celebrará el 24 de marzo... O cuando les apetezca a los ciclistas virtuales.
Gotzon Martín se dirige a la ducha. Sin salir de la sala del Meliá ha recorrido 30 kilómetros. El ciclismo digital funciona. Eso sí, el pan es mejor si viene de Orozko.
6000 ciclistas se juntaron en una carrera virtual organizada por la empresa Bkool.
Subida a Morga. Gotzon Martín se enfrentó a varias decenas de rivales en este tramo de la Bilbao-Bilbao. En la imagen se ve el momento de la cuenta atrás para la salida.
4 millones de rutas tiene el archivo del simulador Bkool, muchas de ellas subidas al programa por los propios usuarios.
El mundo en la mano. Para la recreación de recorridos se utilizan los datos aportados por Google. Están casi todos los puertos y también los trazados de citas cicloturistas y carreras profesionales.
Tras el Tour y el Giro, la Volta a Cataluña, que nació en 1911, es la vuelta más antigua del calendario. Una reliquia a conservar. Y, tras llegar a un acuerdo con Bkool, es también la primera carrera del UCIWorld Tour que tendrá una versión virtual abierta a los usuarios de este simulador. «La Volta es historia y tradición, pero con acuerdos como éste demuestra que además es modernidad y que se adapta a los nuevos tiempos. Queremos llegar a un público más joven y practicante del ciclismo», declaró a 'Zikloland' el director de la ronda, Rubén Peris. La carrera real, con Chris Froome, Alejandro Valverde y quizá Mikel Landa, se disputará del 25 al 31 de marzo. Pero los suscriptores de Bkool podrá recorrer las etapas antes, desde este miércoles hasta el día 21. Dentro de sus casas notarán en las piernas cada repecho, cada puerto. La competición tendrá premio: los mejores serán invitados a asistir a la jornada final de la Volta, la etapa de Barcelona en Montjuic. Trofeo real.
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