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Pocas horas después de que Mathieu Van der Poel convirtiera en terrenal al intratable Tadej Pogacar en la Clásica Milán-San Remo otra clásica, esta ... vez cicloturista, transformó las carreteras vizcaínas en una gran fiesta de los amantes de la bicicleta. 6.889 aficionados llegados de diferentes puntos de la geografía nacional así como también del extranjero –trece nacionalidades en total– pedalearon en la edición número 36 de la Occident Bilbao-Bilbao dejando claro que la bicicleta tiene mucho tirón entre la ciudadanía. Niños, jóvenes, mayores, nadie quiso perderse una carrera que cuenta con el patrocinio de EL CORREO y que cada año registra mayor participación femenina. En esta ocasión rondó el 20%.
Prueba de esa atracción que ejerce la cita es que pasados siete minutos desde que se dio la salida al primer pelotón –se realizaron varias cada quince minutos desde las 8.00 hasta las 9.00 horas– el último integrante del grupo todavía no había conseguido abandonar el puente de Deusto. Instantes antes, la paratriatleta de Mungia Rakel Mateo, que el pasado verano disputó en París sus terceros Juegos Paralímpicos, fue la encargada de realizar el tradicional corte de cinta junto a la directora de Tráfico del Gobierno vasco Estibaliz Olabarri, la responsable de Juventud y Deporte del Ayuntamiento de Bilbao, Itxaso Erroteta, y el director de Deportes de la Diputación, Carlos Sergio.
«He participado una vez y no descarto repetir en el futuro, si mis compromisos deportivos me lo permiten. La bicicleta es una de las modalidades del triatlón y es una gozada ver esta marea humana», apuntó una Rakel Mateo «muy agradecida de que la organización se haya acordado de mí». Una vez que se produjo el banderazo de salida ya no hubo respiro. En las posiciones delanteras se dejaba sentir desde las primeras pedaladas el nerviosismo de aquellos que, pese a que la cita no tiene carácter competitivo, buscan llegar a meta destacados. Por contra, la mayoría se lo tomó con calma porque la mañana se presentaba larga y dura dependiendo del recorrido elegido.
El más accesible contaba con 85 kilómetros, mientras que aquellos que optaron por el trazado tradicional completaron un total de 115. La distancia más larga, apta solo para los más preparados del pelotón, se fue hasta los 125 kilómetros con la ascensión a El Vivero como 'regalo' extra. «La lluvia, pese a las previsiones que anunciaban lo contrario, no ha hecho acto de presencia y hemos contado con una temperatura ideal para correr», apuntaron la mayoría de participantes al llegar a la meta situada en la Gran Vía bilbaína. Todos ellos –los más rápidos llegaron alrededor de las 12.15 horas y los más rezagados prácticamente sobre la bocina (14.30)– recibieron el correspondiente trofeo acreditativo por su participación.
375 voluntarios, medio centenar de motocicletas, cinco coches de asistencia mecánica, varios autobuses y camiones escoba, además de un amplio despliegue sanitario y de seguridad –Ertzaintza y Policía Municipal– a lo largo del recorrido posibilitaron una vez más que la carrera se desarrollara con absoluta normalidad. Salvo las inevitables caídas puntuales no hubo mayores contratiempos. La Occident Bilbao-Bilbao también tuvo un recuerdo especial para el fundador de la carrera, Javier Iturbe, fallecido hace escasos meses.
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