Es sorprendente cómo en un país tan disperso como el nuestro y con tan marcadas personalidades, los deportes de equipo -con un balón como herramienta- muestran una conexión anímica entre el grupo humano que les lleva a resultados mejores que las especulaciones previas a los ... grandes eventos. La selección baloncestística es desde hace más de diez años la admiración mundial, sobre todo después de la paulatina retirada de las grandes estrellas encabezadas por los hermanos Gasol. El Europeo del pasado verano fue el sumun, éxito al parecer inalcanzable en el inminente Mundial.

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La renuncia de los dos líderes de las dos últimas gestas, Ricky, estrella rutilante en el pasado Mundial, y Brown en el Europeo, dejan la dirección del grupo muy debilitado. Díaz como bastión defensivo no es suficiente. A Núñez, el joven madrileño, le llega un poco pronto la oportunidad de mostrar su indudable talento. La trayectoria de este jugador, como la de Aldama, el gigante también debutante, habla de la curiosa circunstancia que viven el deporte fuera de España y su talento no es conocido por el gran público. Nuestros mejores jugadores no se forman en España. Núñez ha sido campeón en Alemania y Aldama, jugador del grupo 'B' de la NBA, nunca jugó en las ligas españolas. Los más jóvenes siguen el mismo camino. Mara, el zaragozano, ya se ha comprometido con la famosa universidad de UCLA, en California.

«El éxito de la selección queda en manos de la fe ciega del grupo humano en el talento de Scariolo»

Volvamos a nuestra selección. Los hermanos Hernangómez, que han vivido unos años en la NBA, vuelven a Europa sin haber conseguido pasar del mismo nivel 'B' en la competición americana. Después de todo, en aquel baloncesto solo han sido clase 'A' los Gasol y Ricky Rubio. El ejemplo de los hermanos es la demostración del secreto de 'La Familia', definición que acepto a regañadientes ante la evidencia de que su aportación con la nacional se engrandece.

Abrines y Garuba, también conocedores de la experiencia estadounidense, y los buenos ACB Brizuela, Parra y Claver ayudarán. Lo indudable es que las verdaderas estrellas del grupo, contrastados en su vocación y talento como son Llull y Rudy, no están ya para minutajes largos, pero sí pueden hacer esas canastas que dan títulos.

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En definitiva, el éxito de la selección queda en manos de la fe ciega del grupo humano en el talento de Sergio Scariolo. El italiano da muestras de su idilio con la española. Creen en él como si de un equipo júnior se tratara. Actúa con libertad, sin los condicionantes que imponen las grandes estrellas. Quizás la gran suerte del entrenador y de nosotros es no tener jugadores de grupo 'A' como la docena de Doncic repartidos por otras plantillas. Los buenos o malos resultados siempre llegarán determinados por circunstancias ajenas al esfuerzo de los nuestros. No perdamos la esperanza de luchar por las cuatro primeras posiciones.

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